Mira por dónde pisas. Podrías dejar tu rastro y ser una presa fácil.
ACLARACIÓN
*Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor*
*Juro que no habrá traumas*
*Podría haber contenido +18*
*La historia si es de mi autorid...
Ran había descubierto algo muy divertido por hacer en las mañanas al despertar. Esperó a que su hermano menor fuera al baño como acostumbraba para acercarse a la guarida de los zorritos para cerrarles la entrada con tierra y hojas.
—Ya lo has vuelto a hacer— dijo Rindou apoyándose en uno de los árboles luego de vestirse.
El mayor rió travieso buscando sus prendas para comenzar a vestirse. Volteó cuando escuchó a los zorritos quejarse luego de cavar desesperadamente para poder salir de su hogar.
—¿Nos quieres matar?— preguntó Nahoya encarando a la persona equivocada—. Maldito loco psicópata.
Rindou apuntó a su hermano mayor diciéndole que él había sido quien los había dejado encerrado. Nahoya gruñó regresando a su forma animal para ayudar a Souya a cavar y dejar la entrada como antes. Era la cuarta vez que Ran les hacía esa broma.
Souya después de finalizada su labor corrió hasta Rindou para morder y jalar su pantalón. Estaba feliz de verlo después de hubiese desaparecido un mes completo.
—Tu hermano es adorable ¿Tú siquiera estás feliz de que esté aquí?— preguntó Ran agachándose cerca de Nahoya quien se puso a la defensiva debido a su repentina proximidad.
Ran pensó que estaba teniendo un gran avance cuando Nahoya se le acercó un poco más, pero sólo lo hizo para orinarle el zapato antes de correr a su madriguera a refugiarse.
Souya y Rindou veían con gracia la escena en dónde Ran trataba de sacar de la guarida a Nahoya, quejándose de dolor cuando recibió la mordida de éste en la mano. El menor de los Haitani cargaba en sus brazos a Souya acariciando su peluda panza sorprendido de lo infantil que podía llegar a ser su hermano cuando se trataba de Nahoya, pues estaba empeñado en sacarlo de su madriguera.
—¡Te tengo!— exclamó aguantando el dolor de ser mordido mientras lo sacaba con ambas manos del interior de su cuevita.
El zorrito chillaba y se retorcía para liberarse, pero Ran lo soltaría tan fácil. Lo cargó con cuidado a pesar de sus movimientos para soltarse y lo puso frente a una caja. Nahoya quedó estático.
—Maldición— se quejó Ran revisando las heridas en sus manos, dejando a Nahoya tomarse su tiempo para inspeccionar la caja.
El Kawata mayor dió vuelta la caja luego de asegurarse que no había nada que pudiese lastimarlo. Sus ojos se iluminaron al ver unas pequeñas pelotas con las que podría jugar en sus momentos de aburrimiento. Ran se sentó para observar cómo el animalito no se resistía a la tentación de jugar con sus regalos.
—Creo que ahora sí le diste en el clavo— comentó Rindou sentándose a su lado riendo cuando Souya se unió a la jugarreta de su hermano—. Aún me da risa acordarme del peluche de gato que destrozó cuando se lo diste.
Ran había pensando que era una idea maravillosa obsequiarle a Nahoya un peluche de felpa en forma de gato con patrones parecidos a los de un guepardo. Sintió que el menor le estaba dando una advertencia cuando al día siguiente encontró el peluche echo trizas fuera de la guarida de los animalitos.
Nahoya y Souya corrieron tras la pelota que rodó cerca de los Haitani y esperaron a que fuera lanzada lejos para ir su búsqueda.
—Son como un par de cachorros— comentó Ran recostándose apoyando la cabeza en las piernas de su hermano—. Y pensar que nos los íbamos a comer.
Los zorritos regresaron hasta los Haitani, uno con la pelota en su hocico y el otro con un ave que había capturado en su camino, llevando a la madriguera sin perder tiempo.
Rindou les lanzó la pelota otra vez debido a la insistencia del animalito frente a él.
—Ellos están más conectados con su parte salvaje— comentó riendo por el zorrito que salió de la madriguera corriendo a toda velocidad para alcanzar a su hermano—. Todavía no puedo dejar de pensar en cómo terminaron involucrándose con los humanos.
—¿Ya viste a tu alrededor?— preguntó Ran después de bostezar—. Los humanos les quitó gran parte de su territorio, y con eso la comida. Seguramente llegaron con ellos por hambre.
Ran tenía razón. El pueblo estaba muy cerca de la madriguera de los gemelos, por lo que la idea de su hermano mayor no parecía tan descabellada. Pensó en que quizás los Kawata se habían criado como animales y descubrieron su forma humana con el tiempo, muy al contrario de ellos que provenían incluso de una familia adinerada de un pueblo muy lejano al dónde habían encontrado a los gemelos.
Los animalitos pasaron corriendo por encima del abdomen de Ran haciéndolo perder el aliento.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nahoya sacó desde el interior de la madriguera las plumas del ave que cenaron ese día haciéndole una pequeña broma a su hermanito sacando también un par de las que Rindou le había regalado.
Ran, quien regresaba del pueblo con algunas compras en los brazos vio a su hermano dormir sobre las ramas del árbol desde donde tenía una buena vista de la guarida de los hermanos Kawata. Su atención se desvió al par de animales que peleaba como todos los días, pero se dió cuenta que en esa oportunidad era un poco más violenta de lo habitual. Separó a los zorros tomando uno en cada mano hasta que dejaran de batallar. Los animales se gruñían y enseñaban los colmillos.
—Ya basta— dijo Ran haciendo chocar sus cabezas—. Sea lo que sea que haya iniciado la pelea no vale la pena para intentar matarse.
—Lo dice el que casi mata a su hermano ayer— dijo Souya transformándose para que Ran lo soltara— ¡Masticó una de mis plumas!— gruñó apuntando a Nahoya.
El mayor de los gemelos se encogió de hombros diciendo que había sido un accidente. Souya gruñó intentando lanzarse contra su hermano.
—Mañana nos iremos, así que Rindou te traerá más de esas plumas al regresar— dijo el más alto de los tres desordenando su cabello.
Souya bufó transformándose nuevamente para poder escalar el árbol inclinado dónde Rindou dormía para acostarse sobre él.
—¿Por cuánto tiempo se irán esta vez?— preguntó Nahoya sin atreverse a mirarlo.
—No lo sé. Tenemos algunos negocios pendientes— dijo inclinándose para ver mejor su rostro— ¿Me extrañarás?
Nahoya golpeó su abdomen diciéndole que respetara su espacio personal mientras sonreía travieso. Ran intentó regresarle el golpe, pero el omega fue más rápido al transformarse y refugiarse dentro de su cuevita.
—Méndigo animal— susurró cubriendo la entrada de la madriguera con tierra.
Rindou suspiró molesto por el escándalo que su hermano mayor ya tenía con Nahoya. Levantó su cabeza la percatarse que Souya descansaba sobre su cuerpo. Le dió un par de lamidas dejando su pelaje despeinado y húmedo. Sintió tristeza de pensar en dejar al animalito atrás por un mes más. Si tan sólo pudiera quedarse establecido allí.