Corazones rotos

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Nahoya se levantó en mitad de la noche porque sabía perfectamente que encontraría en la sala a su hermanito recostado sobre el sofá fingiendo dormir. Y efectivamente, la bolita de pelos descansaba sobre una almohada de plumas que Rindou le había regalado tiempo atrás.

—No puedes enfrentar todo esto solo— dijo sentándose a su lado.

El zorrito lloriqueó poniéndose de pie débilmente y dejándose caer sobre el regazo de su hermano mayor, acariciándose contra su pequeña pancita. Nahoya acarició entre sus dedos una de las grandes orejas del animalito para tratar de consolarlo a su manera. Estuvieron así por lo que pudo haber sido una hora, o tal vez más, hasta que Rindou apareció en la sala, con una expresión de cansancio y tristeza reflejada en los ojos y en las bolsas oscuras bajo éstos. El alfa se sentó al lado de su cuñado, en completo silencio para luego apoyar la cabeza en la del Kawata mayor. Nahoya no dijo nada, pues captó con el tiempo que Rindou también buscaba algo de consuelo para el dolor tan grande que llevaba en su interior.

—La noche es la peor compañía para los corazones rotos— dijo el omega

Rindou paseó su dedo por el suave pelaje del zorrito que se había dado el ánimo de llegar hasta su regazo. El animalito emitía suaves quejidos y en cuanto el alfa sujetó entre sus dedos su cabecita vio sus ojos cristalinos, incluso lágrimas formándose en ellos. Rindou se disculpó con Nahoya poniéndose de pie y llevándose consigo a Souya de regreso a su habitación.

Nahoya se quedó en la sala acariciando su vientre con preocupación, hasta que sintió que volvían a ocupar el puesto vacío a su lado.

—Estás haciendo todo lo que está en tus manos— dijo Ran cubriéndolo con una manta.

—Siento que puedo hacer más por ellos— dijo antes de transformarse y buscar más calor debajo de la playera de Ran.

—No puedes hacer más— dijo el alfa suspirando y poniéndose de pie para volver a su cuarto.

El zorrito bajo su camiseta se acurrucó más cuando pasaron fuera de la habitación que Souya y Rindou compartían, al escuchar el llanto desconsolado de su hermanito menor. Pero Ran le había dicho que aquello era parte del proceso de aceptación y sanación cuando se perdía a un cachorro.

 Pero Ran le había dicho que aquello era parte del proceso de aceptación y sanación cuando se perdía a un cachorro

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Souya y Rindou tuvieron que vivir el doloroso momento de ver partir a su cachorro a los minutos de haber nacido. Ambos lo supieron al verlo. El cuerpo del bebé no soportaría más de unos cuantos minutos con vida.

Ambos estaban destrozados. Se habían preparado para darle una adecuada bienvenida al pequeño. Souya le había confeccionado un cojín con todas las plumas que Rindou le regalaba para que pudiera divertirse jugando con él y destrozarlo si quería. Y ese mismo cojín fue destruido por el mismo omega en un ataque de ira en un momento en que se encontró solo después de que Rindou junto a su hermano para conseguir ayuda, pues Souya se había debilitado demasiado, además le preocupaba el hecho de que sólo lloró una vez desde el fallecimiento de su cachorro.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora