Problemática

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Después de que el primer celo de Hakkai hubiese pasado sin pena ni gloria, las cosas continuaron como siempre. Mitsuya en verdad se había visto en aprietos tratando de encontrar una forma de cómo ayudarlo en caso de que no pudiese controlarse, como había escuchado algunos casos de alfas en celo que habían cometido locuras en tal estado. Pero nada ocurrió. Hakkai sólo salía de casa a correr y regresaba tan agotado que ni siquiera podía pensar en otra cosa que no fuera descansar y dormir profundamente. También esos días fueron dónde llevo a casa más "regalos", que servían de alimento para el mismo lobo pues su apetito había incrementado demasiado. Después de tres días, Hakkai volvió a ser el mismo de siempre, pues había comenzado a respetar su espacio personal nuevamente y no lo hostigaba con incómodos abrazos y demanda de excesiva atención de su parte.

—Agradezco no pasar por eso — comentó acariciando la cabeza del lobo quien pasó por su lado para ir a dormir, recibiendo una lamida en su mano—. Punto para los aburridos betas.

Mitsuya colocó sobre la frente de Hakkai una nueva toalla húmeda para ayudarle a bajar su fiebre

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Mitsuya colocó sobre la frente de Hakkai una nueva toalla húmeda para ayudarle a bajar su fiebre.

—No sé que más puedo hacer por ti— susurró con impotencia.

El cambiaformas estaba pasando nuevamente por su celo, pero el contenerse lo estaba afectando a tal punto que llevaba tres días en cama con una fiebre que Mitsuya no lograba hacer bajar, ni siquiera obligándolo a meterse en agua fría.

—Esta vez te tiene peor— dijo acariciando su cabeza y riendo cuando su mano fue alcanzada por una del más joven y llevaba contra su mejilla—. Te dejaré a solas para que puedas...desahogarte.

Hakkai se negaba a soltar su mano, aferrado a ella como si su vida dependiera de eso. El mayor sintió una pequeña punzada en su pecho. Le dolía ver así de mal al chico peliazul. Entonces se le ocurrió una brillante idea.

—Te traeré una omega— dijo tratando de soltar su mano—. Eso debería ayudarte ¿Verdad?

El cambiaformas frunció el ceño jalando de Mitsuya hacia la cama, apresándolo en sus brazos. El chico mayor se quejó por lo repentino que había sido eso, y le dió una buena reprimenda por lo brusco que había sido y pedirle que lo soltara porque estaba muy sudado. Pero Hakkai no lo aflojaba en lo más mínimo.

—Bien, ya entendí que no quieres una omega— dijo enfadado, dejando escapar un suspiro frustrado—. De verdad que ya no sé cómo ayudarte.

Hakkai hundió la nariz en su cabellera, quedándose inmóvil después de encontrar la posición exacta para poder descansar. Mitsuya tendría que dar buenas explicaciones en su trabajo del porqué no llegó ese día a sus labores.

 Mitsuya tendría que dar buenas explicaciones en su trabajo del porqué no llegó ese día a sus labores

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El calor que Hakkai expelía estaba sofocando a Mitsuya. Pero agradecía que no intentara nada más allá que solicitar caricias de vez en cuando.

—Tengo que ir al baño, bola de pelos— dijo intentando quitarse de encima al menor.

Hakkai lo dejó ir después de que el otro le insistiera en la urgencia de ir al baño. Mitsuya se apresuró en acudir a vaciar su pobre vejiga luego de deshacerse de su abrigo debido al calor que sentía gracias al alfa.

Abrió la puerta de la habitación una vez que su necesidad de orinar fuera cubierta, y tuvo que cerrar debido a que vio a Hakkai aferrado a su abrigo mientras se masturbaba. Pensó que le haría bien tener su momento de privacidad por lo que fue a su habitación para ir por otro abrigo. Miró la hora en el reloj de la pared de su sala, aún podía ir a su trabajo. Salió de su casa apresurado tratando de no darle tanta importancia a la imagen de Hakkai masturbándose, que se repetía una y otra vez en su cabeza.

Su jefe lo reprendió severamente por la hora en que se había atrevido a llegar. Mitsuya trató de explicarle lo ocurrido en su hogar, omitiendo obviamente la parte del celo de Hakkai, sólo diciendo que estaba enfermo y no podía dejarlo solo hasta asegurarse de que estaría bien sin él en casa. El hombre gruñó rodando los ojos entregándole las llaves de la bodega.

Hakkai buscó por toda la casa a Mitsuya, pero no lo encontró. Su respiración se aceleró al igual que su corazón. Su cerebro sólo barajó la idea de que Takashi lo había descubierto y le había abandonado por haber sido malo. Tal vez si lavaba su abrigo volvería.

El mayor se encontró con un gran desastre en la sala. Un gran charco de agua lo recibió, comenzando en la cocina donde encontró a Hakkai batallando con la llave del lavaplatos rodeado de una montaña de espuma.

—¿Qué hiciste?— preguntó al verlo tan desesperado tratando de controlar la fuga de agua.

—Taka— dijo el alfa girándose rápidamente, resbalando y dándose un buen golpe en la cabeza.

Mitsuya terminó de secar el piso de la cocina y la sala, mientras el lobo lo observaba cabizbajo sentado en un rincón de esta última.

—No entiendo cómo rayos hiciste un gran desastre lavando mi abrigo— dijo el mayor tirándose al sofá completamente agotado—. Debiste dejarlo en la canasta de ropa sucia y ya.

Hakkai se acercó casi a rastras, con el rabo entre las patas para poder lamer la mano del chico. Mitsuya rascó la cabeza del animal. No podía estar enojado con él cuando fue su culpa por no haberle enseñado cómo usar el grifo, que de por sí ya estaba en mal estado.

—Mañana repararé esa llave -dijo con los ojos fijos en el techo—. Y te enseñaré como lavar la ropa...y cuanto jabón usar.

El lobo gimoteó volviendo a darle una lamida a su mano antes de regresar a su rincón y echarse ahí. Al parecer su celo ya había terminado, pues no estaba tan pegote con él.

Uno de los pocos beneficios que tenía su trabajo, a parte del dinero, era que podía conseguir información valiosa al escuchar las conversaciones de la clientela que esperaba sus pedidos

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Uno de los pocos beneficios que tenía su trabajo, a parte del dinero, era que podía conseguir información valiosa al escuchar las conversaciones de la clientela que esperaba sus pedidos. Allí escuchó a un par de amigos que charlaban sobre sus problemas en casa, pero hubo algo que captó su atención.

—Nadie te dice lo complicado que es tener un alfa en casa— dijo fastidiado haciendo reír a su acompañante—. Tuve que ayudarlo porque era desesperante verlo así de mal.

—¿Te acostaste con él?— preguntó el otro tipo sorprendido.

—Es la única forma que pase rápido— dijo entregándole el ticket de su pedido al dependiente—. Sino lo tendría tras de mí por varios días.

Mitsuya tragó saliva.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora