Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]

Extraña familia

La vida en su pueblo anterior se había vuelto insostenible debido a los constantes ataques que recibían de sus pobladores debido a que los cambiaformas habían aumentado en número, por lo que tuvieron que dejar atrás todo lo que habían conseguido en aquel pueblo y buscar un mejor sitio donde darle la vida que merecían a sus inocentes cachorros.

Kazutora fue quien dió con aquel pueblo utópico del que había escuchado hablar un par de ocasiones antes, en dónde cambiaformas y humanos convivían sin problemas. Allí pudieron asentarse sin complicaciones.

—Parece que a los niños les gustó el pueblo— dijo Kazutora regresando de su paseo con el par de hermanitos revoltosos luego de meterse en problemas en el parque.

—Me alegra escucharlo— dijo Chifuyu limpiando el rostro de Takeru, el mayor, con el pulgar-. Baji dijo que iría por leña para la chimenea.

Kazutora pasó por su lado dándole una pequeña nalgada, haciendo que el omega lo insultara por hacer algo así frente a los niños aunque éstos no hayan visto nada. Chifuyu siguió maldiciendo entre dientes yendo a su habitación.

—Mami ya se enojó— dijo Ryosuke con un puchero.

—Así era cuando los esperaba a ustedes— dijo Kazutora antes de invitarlos a molestar a su padre.

Keisuke estaba furioso y no había alma en la tierra que pudiese calmarlo. Sus hijos habían regresado casi a medio día después de haberse escapado durante la noche, pero lo que desató al demonio Baji era la marca de beso en el cuello de su hijo mayor.

—¡Confiesen!— gruñó con voz muy ronca delante de los mellizos sentados en el suelo de rodillas y con las manos en alto—. Ninguno se irá a la cama hasta que me expliquen qué rayos es eso en el cuello de Takeru.

Los chicos se miraron entre ellos, pero no dijeron palabra alguna. Pero Keisuke tenía As bajo la manga. El alfa fue hacia la habitación a paso lento refunfuñando sobre sentirse muy avergonzado del comportamiento de Takeru.

—Nunca lo había visto así de enojado— dijo un niño observando la escena con diversión mientras comía lo que parecía ser frutos secos—. Creo que fue a decirle a mamá.

Los mellizos, que aún seguían con las manos arriba, se miraron entre ellos con terror. Chifuyu daba el triple de miedo que su padre enojado, después de todo Keisuke estaba siempre molesto, pero el omega no. Y era terrorífico cuando lo sacaban de sus casillas.

—¡Fue parte de un juego!— gritó Ryosuke cuando Chifuyu apareció junto con Keisuke desde el pasillo.

El omega se veía demasiado sereno a pesar de la situación.

—De ahora en adelante, si van a salir será junto con Katsumi— dijo con una pequeña sonrisa malvada—. Incluso si deben ir a la tienda, él los acompañará.

El otro niño saltó de inmediato a pedir que no lo involucraran en el castigo de los mellizos pues no había hecho nada malo para merecerlo.

—¿Crees que no me enteré de la travesura al gato de la vecina?— preguntó el omega con ambas manos en la cintura.

Los tres niños quedaron en la sala con una expresión de tristeza. El castigo había sido impuesto y no se lo podrían sacar de encima con nada. Una vez que Chifuyu dictaba algo en el hogar todos debían obedecerle para evitar desatar su ira.

Kazutora entró a la casa cargando con las compras para la semana y cuando vio a los niños en la sala continuó su camino a la cocina, pretendiendo que no los vio y así no verse involucrado en sus problemas de adolescentes rebeldes.

—¡Papá, no hagas que no existimos!— gruñó el menor.

—¿Chifuyu los castigó?— preguntó con una ceja alzada.

En cuanto recibió una respuesta afirmativa, Kazutora continuó con su plan de hacer que no estaban allí, haciendo que los chicos se lamentaran aún más. Pero el adulto no estaba en posición de hacer que el omega se enfadara más de lo que ya estaba, teniendo en cuenta que Chifuyu estaba muy enojado con Keisuke y él por encubrir una travesura anterior de los mellizos y su hijo menor.

Y hablando del rey de Roma, Chifuyu apareció en la cocina revisando las compras que Kazutora había realizado y que no hubiera confundido productos como siempre lo hacía, mientras Keisuke le seguía de cerca.

—No entiendo porqué en el grupo dicen que eso está mal— dijo Takeru de pronto observando la interacción entre los tres adultos, dónde los alfas reían al ver a Chifuyu gruñendoles por poner a prueba su paciencia.

—Aunque a veces yo tampoco lo entiendo... No puedo verme en la posición de tener que compartir a mi compañero con otro alfa— dijo Ryosuke tirándose al suelo para ver si el frío del suelo le quitaba el cansancio y sueño por haber estado toda la noche desvelado.

Katsumi escuchó ambos puntos de vista de sus hermanos mayores. Sin embargo debía inclinarse por Ryosuke. Si bien aceptaba la relación que llevaban sus padres, él no podría verse en la misma situación.

Chifuyu había logrado conseguir un equilibrio perfecto entre Keisuke y Kazutora, después de que el perfecto plan del mayor no resultara del todo bien cuando el omega quedó esperando un cachorro de Kazutora a pesar de seguir sus "inquebrantables" reglas. Para que no se mataran entre ellos por imponer su dominio, Chifuyu logró romper el lazo que lo vinculaba a Baji, y así poder mantenerse al margen con ambos alfas. Y sobre el ámbito sexual, era un secreto que los tres compartían y que sus hijos no querían saber bajo ningún pretexto porque les resultaba inmensamente incómodo hablar de aquello.

—Se quedó dormido... ¡Gané!— exclamó Takeru extendiendo sus brazos al ver a Ryosuke profundamente dormido en el suelo—. Ahora tendrá que encargarse de ti en la siguiente reunión.

El menor de los hermanos le miró con desprecio. Tampoco era como si el disfrutara de asistir a sus ridículas reuniones. Prefería quedarse en casa leyendo y estudiando, y no perdiendo el tiempo entre un montón de adolescentes descerebrados y hormonales. Aunque debía admitir que era divertido cuando iniciaban peleas entre ellos, pues podía meterse y golpear a los imbéciles que trataban de pasarse de listos con su hermano mayor sólo por ser un omega. Y también porque podía ver desde lejos a Taichi.