La recuperación de Takemichi fue lenta, pero que estuviera vivo era algo que agradecían, especialmente Manjiro. El verdadero problema surgió el día en que creyeron que era una excelente idea mostrarles sus formas animales sin prepararlo con anterioridad. El pobre zorro llegó a orinarse del terror que sintió al ver a un animal desconocido de gran tamaño acercarse a él. Manjiro tardó un día completo en poder sacarlo de debajo de la cama. Y todo su esfuerzo se fue al demonio cuando la pareja de su hermano saltó por una ventana abierta en su forma animal, haciendo que Takemichi volviera a asustarse y esconderse bajo la cama.
Manjiro sacudió las palmas de sus manos al ver su trabajo terminado. Llevaba días habilitando una habitación especial para Takemichi. En su interior había una pequeña cama repleta de cojines de diferentes tamaños. Obviamente aquello le encantó al pelinegro. Manjiro tuvo que esperar a que el zorrito guardara uno por uno los cojines debajo de la cama. El omega estaba construyendo su sitio seguro.
—¿Estás bien?— preguntó asomándose a mirar porqué Takemichi no salió más.
El zorrito estaba esmerado en acomodar todo de la mejor manera, así que Manjiro decidió dejarlo para que pudiera trabajar en la remodelación tranquilo.
Manjiro corrió al escuchar un grito proveniente de la sala. Parecía ser que su hermano estaba en aprietos, o eso creyó hasta que vio a su hermana menor siendo abrazada por Shinichiro.
—Emma— susurró corriendo hasta ella para unirse al abrazo.
Takemichi salió de la habitación con cautela para ver cuál era el escándalo dentro de la casa. Una mano en su hombro lo sobresaltó y causó que regresara a su habitación rápidamente. Wakasa no pudo contener la risa. Asustar al escurridizo zorrito era lo mejor de su día.
—Quería ver qué tal les estaba yendo— dijo la chica con una gran sonrisa.
—Serás tía— dijo Manjiro de improviso.
La chica rubia pestañeó un par de veces tratando de asimilar la noticia. Estaba segura que había sido un año desde la última vez que los había visto, y era probable que se encontrara con más de alguna sorpresa.
—No hagas esas bromas— gruñó Shinichiro golpeando la cabeza de su hermano.
A Emma le volvió el alma al cuerpo y lo hizo saber con un suspiro de alivio. Era bueno saber que seguían conservando su sentido del humor. Su mirada se desvió al hombre de rasgos delicados que observaba la escena con una expresión seria apoyado en un muro al comienzo del pasillo. Shinichiro se percató de eso y corrió hasta Wakasa para tomarlo de la mano y llevarlo hasta su hermana. Manjiro también quería presentarle a Takemichi, pero el animalito no deseaba salir de su escondite.
—Vamos no te hará daño— dijo sentándose en el suelo.
Emma reía viendo cómo Manjiro hacia todo lo posible para intentar sacar a Takemichi de su "madriguera".
—¿Es el chico de la jaula de cristal?— preguntó sentandose en el suelo, pero a una distancia que no invadiera el territorio del zorrito.
Después de varios intentos fallidos y de asegurarle que Wakasa no estaba cerca, el animal salió lentamente de su escondite, acercándose a Emma para olfatearla con cautela.
—Es muy suave—dijo ella después de Takemichi le permitiera acariciar su pelaje—. El de ustedes es muy áspero— comentó riendo al ver cómo el animal agarraba confianza al punto que ya empezaba a juguetear a su alrededor.
Pero Emma cometió el error de tocar su cola. Takemichi le gruñó antes de resguardarse nuevamente bajo la cama, asomando solamente su cabeza. Shinichiro le bajó los humos a la situación diciéndole que a la única persona que le permitía tocar su cola con total libertad era a Mikey. Éste sonrió incómodo.
Emma durante la cena les conversó a sus hermanos dónde había estado todo ese tiempo en que estuvo desaparecida. La chica había llegado a un pueblo a unos cuantos días de distancia en dónde fue muy bien recibida por sus habitantes, y que los cambiaformas no eran "fenómenos" de la naturaleza, como eran considerados en la mayoría de los pueblos. También les habló con una pasión única sobre el trabajo de desempeñaba en ese pueblo. Emma estaba a cargo de los cachorros de una guardería, en dónde humanos y cambiaformas compartían a la par.
—¿No hay jaulas ahí?— preguntó Takemichi boquiabierto.
Emma negó con su cabeza. Takemichi miró a Manjiro con una gran sonrisa.
—El dueño de la propiedad donde vivo era un viejo cascarrabias, pero era un buen tipo— dijo ella riendo—. Dejó el terreno a mi nombre.
Shinichiro abrió sus ojos a la par de su boca.
—Por eso estoy aquí. Quiero que vengan conmigo a este pueblo— dijo con una sonrisa más grande—. La casa dará abasto para todos, incluso para un par de cachorros.
Manjiro sintió que ahí estaba la oportunidad que había estado buscando para poder sacar a Takemichi de ese cochino pueblo con personas horribles.
Takemichi colocó las manos en su boca haciendo sus mayores esfuerzos para no dejar salir sonido alguno. La lengua de Manjiro lamió su nuca justo en el lugar donde llevaba su marca mientras se le apegaba más para ir llegar más profundo en su interior.
—Ya escuchaste a Emma—susurró cerca de su oído—. Tendremos espacio para cachorros.
El omega ahogó otro gemido al ser puesto boca abajo sobre la cama. Manjiro levantó su trasero para que estuviera a la altura de su miembro.
—Pero no te preocupes, los tendremos cuando estés listo— dijo metiendo su erección de nuevo en el orificio de Takemichi—. Por ahora nos conformamos con la práctica.
Takemichi asintió aún cubriendo su boca. Manjiro acarició sus glúteos y subió sus manos para agarrarse de sus hombros para penetrarlo con más profundidad. El omega ya ni siquiera estaba preocupado de contener sus gemidos, sólo estaba concentrado en el gran placer que las embestidas de Manjiro le estaban dando.
El alfa alcanzó a salir de su interior para correrse sobre su espalda. Debido a que Takemichi no tenía su orgasmo aún, lo volteó para terminar su trabajo con algo de sexo oral. Manjiro tragó la semilla del chico sonriendo por su expresión avergonzada.
—Cuando estés listo para nuestro primer cachorro, me avisas y no dudaré en llenarte con mi-.— Takemichi le cubrió la boca para que no continuara con sus palabras obscenas.
Manjiro lamió la palma de su mano haciendo que Takemichi la retirara con una expresión de disgusto. El alfa se aferró al pelinegro al dejarse caer a su lado con agotamiento.
—Esperaremos a mi próximo celo— dijo haciendo que Manjiro riera travieso.
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Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]
FanfictionMira por dónde pisas. Podrías dejar tu rastro y ser una presa fácil. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *Juro que no habrá traumas* *Podría haber contenido +18* *La historia si es de mi autorid...