Caja

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La yema de su dedo trazó líneas imaginarias por la desnuda piel de su espalda, siguiendo patrones y luego creando nuevos a medida que los delgados vellos se iban erizando a su paso. Hakkai disfrutaba de las mañanas en las que ambos podían compartir un momento de complicidad luego de una larga semana laboral y de estrés constante. Mitsuya giró su rostro con una sonrisa relajada abrazándose a su almohada, dejándose mimar por el alfa.

—Hoy estás muy hermoso— dijo besando la coronilla de su cabeza haciendo reír al omega.

—Dices eso todas las mañanas— contestó cerrando los ojos, haciendo relucir sus largas pestañas.

Hakkai había aprendido a respetar el descanso del mayor luego de que él mismo consiguiera un trabajo como repartidor de los trajes que diseñaban en la tienda donde Mitsuya también trabajaba. Comprendió la razón del porqué el omega peleaba tanto por poder dormir un poco más los días en que no laburaba.

La pareja suspiró cuando escucharon cristal romperse en la cocina. Mitsuya estaba por ponerse de pie, pero Hakkai no se lo permitió diciendo que él se haría cargo del problema.

El alfa se encontró con un chico tratando de limpiar el desastre que había causado en el piso de la cocina después de que el tazón con cereal en sus manos se le hubiese resbalado y quebrado en mil pedazos. Hakkai le ayudó diciendo que no se moviera de su sitio, pues estaba descalzo y podía lastimarse por los cristales dispersos en el suelo.

—Lo siento, papá— susurró con un pequeño puchero sentándose a observar como Hakkai le preparaba unas tostadas.

—Fue un accidente. Esas cosas suceden— dijo mientras recordaba los miles de platos, tazones, vasos y otras cosas que había quebrado años atrás cuando se estaba acostumbrando a su vida como humano e intentaba ser de ayuda para Mitsuya.

El chico le agradeció a su padre por el desayuno y le dio un gran abrazo en recompensa, haciendo que Hakkai desordenara su cabello diciéndole que había sido todo un honor haber sido de ayuda para él. Las pisadas marcadas de Mitsuya llamaron la atención de ambos, haciendo que el chico corriera a ayudarle a sentarse en una de las sillas del comedor. El mayor le dio las gracias por ser tan atento, pero luego le dijo que no era necesario que hiciera aquello.

Hakkai le pidió al chico que una vez que terminara de desayunar lavara lo que había ocupado y luego fuera a la tienda por un encargo que había hecho tiempo atrás. Mitsuya le miró confundido ¿Qué rayos había comprado Hakkai? Desde que comenzó a ganar dinero, no sólo aportaba a la casas con sus gastos y otras cosas de importancia, sino que también descubrió un mundo de objetos inútiles que le generaban fascinación y que empezó a coleccionar como por ejemplo figuras de cristales. El alfa tenía una repisa con muchas de esas.

El chico asintió comiendo su última tostada con prisa y bebiendo el contenido de su taza de un solo sorbo. Mitsuya lo regañó por aquella mala costumbre haciéndolo reír.

 Mitsuya lo regañó por aquella mala costumbre haciéndolo reír

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Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora