Si alguien le hubiese dicho que su vida sufriría un giro de 180 grados cuando se dejó ver ante aquel chico de cabellos tan negros como la noche misma, lo habría llamado loco. Pero la curiosidad en él había sido mayor y sin querer terminó revelando su presencia ante ese sujeto alto que parecía estar en búsqueda de algo ¿Qué rayos hacía un humano tan cerca de la montaña? Esa fue la pregunta que se hizo mientras se acercaba sigilosamente al tipo alto. Pensó en atacarlo y tener algo de alimento por los próximos días, pero en cuanto aquellos inexpresivos ojos se fijaron en él supo que no podría.
—Wow...tranquilo— dijo el tipo levantando sus manos retrocediendo lentamente intentando que el felino no lo atacara—. ¿Invadí tu territorio? Lo siento, sólo buscaba unas setas.
El leopardo blanco bufó acercándose agresivamente para espantarlo, pero el chico sólo retrocedió un par de pasos y ahí se quedó. Le saltó encima con la intención de darle un buen susto y se fuera de sus tierras de caza, pero el felino quedó en el suelo sintiendo que el pulso le subía a mil cuando un gran león apareció dónde estaba el sujeto anteriormente y que en ese momento lo tenía encima suyo, gruñéndole peligrosamente cerca de la cara. El leopardo blanco gruñía bajito mientras se acomodaba lentamente para poder escapar del dominio que el león tenía sobre él. Y al no haber escapatoria tuvo que recurrir a lo que consideraba una bajeza. El león retrocedió al ver a un chico de blanco cabello y un hermoso rostro.
—¡Apártate!— gruñó pateando su abdomen logrando generar un espacio para poder escapar y huir en su forma animal, subiendo a la montaña y perdiéndose entre las rocas gracias a su pelaje.
Shinichiro quedó sorprendido y enganchado casi de inmediato por la belleza salvaje de aquel chico.
Sus visitas a la zona comenzaron a ser frecuentes, más que nada para asegurarse que aún seguía con vida y que los cazadores de la zona no lo hubiesen visto aún. El leopardo blanco siempre se le acercaba con la intención de espantarlo y alejarlo de su territorio, pero poco a poco el chico pelinegro fue ganándose su confianza hasta que llegó en un punto que ya no le recibía agresivamente cómo acostumbraba, pues Shinichiro siempre le llevaba algo delicioso para comer como por ejemplo liebres, conejos y gallinas.
—Haces bien al alejarte de los humanos. Son realmente crueles— dijo viendo al leopardo terminar de devorar una liebre—. Mi hermanito está muy enamorado de un zorrito que mantienen cautivo en una jaula de cristal para entretenimiento de la gente de ese sucio pueblo.
—Si tanto desprecio les tienes ¿Por qué vives entre ellos?— preguntó con el ceño fruncido.
—Por mis hermanos. Ellos están acostumbrados a la vida entre los humanos, y tampoco quiero alejar a Manjiro del chico de la jaula— dijo pasándole otra liebre.
—Si decides salir de allí... No vengas a la montaña. Es mi territorio y seguramente comen mucho como animales, y aquí el alimento escasea— dijo Wakasa antes de convertirse en leopardo y tomar la liebre para alejarse de Shinichiro.
El territorio de Wakasa comenzó a ser sitio de crueles cacerías por parte de la gente del pueblo. Shinichiro por temor a que el siguiente fuese el leopardo, logró convencerlo de ir con él a vivir a territorio enemigo, pretendiendo ser un humano más hasta que el peligro pasara y pudiese volver a su territorio. Pero ese día nunca llegó, pues el omega terminó enamorándose de la personalidad única del alfa y cuando fue el momento de regresar, se negó rotundamente, buscando mil pretextos para no abandonar la comodidad y cariño que había encontrado junto a Shinichiro.
—Fuiste domesticado por un imbécil— le dijo un día Manjiro después de discutir con él por haber asustado por enésima vez a Takemichi cuando intentó salir de la habitación.
—¿Ah?— replicó fastidiado con intenciones de comenzar una pelea física con el rubio—. Yo no he sido domesticado. Tu mascotita temblorosa sí.
Y Shinichiro tuvo que interferir una vez más en otra pelea entre su hermano y su compañero.
El carácter de Wakasa siempre se suavizaba cuando Shinichiro estaba cerca, por lo que Manjiro siempre aprovechaba la oportunidad de fastidiarlo cuando el mayor no se encontraba en casa y así ambos poder sacarse de encima los impulsos salvajes de pelear físicamente.
Sonny era el hijo que Wakasa tanto deseaba tener, pero que no lograba concebir. El bebé era un verdadero sol dentro de la casa y hacía que el carácter del omega fuera aún más tranquilo y apacible con los demás integrantes de la familia, incluso había dejado de hacerle la vida imposible a Takemichi.
Cuando llegó el segundo cachorro de Manjiro y su compañero, Wakasa comenzó a desear aún más un cachorro propio. Pero no lo conseguía, y eso lo frustraba a niveles exagerados. Shinichiro también deseaba convertirse en padre, pero al igual que Wakasa, no comprendía que iba mal con ellos.
Wakasa se estaba dando por vencido. Eran años junto a Shinichiro tratando de concebir a su primer hijo sin conseguirlo. Hasta Emma se había convertido en madre junto al amigo de Manjiro, y él nada aún. Se sintió inútil en múltiples oportunidades, sintió que Shinichiro también lo era. Estaba enojado con el mundo.
—¡Feliz cumpleaños, tío Emma!— bromeó Sonny junto con su hermano menor cargando un pastel frente a Wakasa.
El omega sonrió levemente mostrándole el dedo anular. Aquella broma nunca pasaría de moda para ellos dos. Wakasa sopló las velitas con una expresión de aburrimiento habitual en él.
—Comería algo de pastel, pero no me he estado sintiendo bien últimamente— dijo sentándose en un sofá, mientras Shinichiro ponía una manta alrededor de sus hombros.
—Quizás son tus huesos de anciano pidiendo un descanso— bromeó el más pequeño de los adolescentes consiguiendo que Wakasa le lanzara un cojín al rostro—. Ya deberías de retirarte, tío.
Wakasa frunció el ceño y cuando se dispuso a querer darle una lección al chico sintió tantas náuseas que terminó vomitando lo poco del desayuno que había logrado mantener en su estómago anteriormente.
—Parece que tu deseo se cumplió por fin— dijo el médico luego de ir a hacerle un chequeo por petición de Shinichiro—. Felicitaciones a los futuros padres.
Wakasa creyó estar soñando hasta que vio a Shinichiro aferrarse a su mano sin contener el llanto de felicidad. Después de años intentando concebir a su hijo, por fin lo había conseguido.
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Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]
FanfictionMira por dónde pisas. Podrías dejar tu rastro y ser una presa fácil. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *Juro que no habrá traumas* *Podría haber contenido +18* *La historia si es de mi autorid...