Sin descanso

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El serval negro dormía tranquilamente sobre el sofá de la sala junto a Kazutora, quien se mantenía divertido jugando con la paciencia del animal. Con su dedo rozó los pelos sobresaliente de una de las orejas del felino, haciendo que la sacudiera repetidas veces. Luego picó su cara una y otra vez hasta que recibió un fuerte gruñido por el animal. Rió a carcajadas cuando puso su dedo sobre el abdomen del serval. Chifuyu completamente molesto bufó tratando de arañarlo.

—Eres muy enojón—.

El serval gruñó recostándose en el sofá buscando esa posición cómoda que había encontrado antes para seguir durmiendo. Detestaba que Kazutora hiciera aquello de fastidiarlo mientras intentaba recuperar las horas de sueño que había perdido durante la noche.

El omega se removía lentamente intentando dar con la postura correcta hasta que por fin lo consiguió. Suspiró resoplando por la nariz. Y entonces un fuerte movimiento en su interior le hizo saber que no podría dormir.

—Mala suerte. Se despertó— dijo Kazutora notando cómo el serval se retorcía a su lado.

Chifuyu se lamentaba sintiendo como su piel se levantaba con cada movimiento del cachorro en su interior. Kazutora reía porque dónde ponía su dedo la piel del animal se levantaba.

—Terrible como su padre— comentó divertido—. Será un bebé enorme, ocupa bastante espacio. Tal vez no se transforma en serval cómo tú.

El serval llevaba un gran vientre, pero aún así parecía que el cachorro en su interior no tenía el suficiente espacio.

Chifuyu se levantó rápidamente cuando escuchó la cerradura de la puerta abrirse. Corrió graciosamente hasta Keisuke que venía llegando de su cacería trayendo consigo unos cuantos animalitos muertos en sus manos. El serval maulló en tono agudo llamando su atención mientras se acariciaba contra sus piernas.

—¿Dormiste?— preguntó agachándose mientras le entregaba una pierna de gallina.

El serval tomó la carne y corrió a comerla sobre una alfombra en un rincon para no ensuciar el piso.

—El "pequeño" truhan no lo dejó descansar— dijo Kazutora levantándose del sofá para estirarse—. Bien, ahora es mi turno.

Kazutora chocó los cinco con Keisuke que estaba concentrado en guardar sus presas e ir adelantando la cena y la comida especial para Chifuyu. El enorme tigre blanco salió de la casa luego de haberle dado un coletazo a propósito al serval sólo para hacerlo gruñir aferrándose a su pierna de ave.

—No te la quitará— dijo Keisuke escuchándolo gruñir incluso después de que Kazutora se hubiese ido—. Cuando termines ve a la habitación. Yo dejaré preparando el guiso e iré a hacerte compañía.

—No entiendo cómo puede ser tan activo— decía Chifuyu sintiendo los movimientos incesantes del bebé en su interior—

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—No entiendo cómo puede ser tan activo— decía Chifuyu sintiendo los movimientos incesantes del bebé en su interior—. No me deja dormir ni de noche ni de día.

Keisuke colocó su mano sobre el vientre del omega riendo al sentir las patadas bajo su palma.

—Será nuestro dolor de cabeza— dijo divertido—. Sólo sé paciente, Fuyu. El bebé nacerá en unos cuantos días más y ya después podré ayudarte con él para que puedas descansar.

El omega asintió con la cabeza antes de colocar sobre ésta una almohada para bloquear la luz e intentar conciliar el sueño aunque fuera un par de minutos.

—Ahi viene otra vez— dijo Chifuyu cuando una fuerte contracción hizo que se aferrara a la almohada ahogando un grito en ella.

Así como estaba próximo a dar a luz, las contracciones también se hicieron presente y con mayor intensidad y frecuencia. Keisuke acarició su vientre hasta que la contracción cesó. Con cuidado apartó la almohada del rostro de Chifuyu y besó su frente sudada y labios. El chico pareció recobrar energías con eso y de manera tierna se abrazó al cuerpo del alfa.

Keisuke se disculpó levantándose para correr a la cocina a apagar la olla en la que había dejado preparando la cena. Al regresar encontró a Chifuyu aferrado nuevamente a la almohada quejándose de dolor y conteniendo un grito. Baji subió a la cama para ayudarle, pero algo estaba fuera de lugar. Las sábanas estaban mojadas.

—Lo siento...creo que me oriné sin querer— decía Chifuyu con el rostro aún más sudado que antes y con el dolor reflejado en éste.

Keisuke le restó importancia diciéndole que podría lavar las sábanas después. Le pidió a Chifuyu ponerse de pie para cambiar las mantas, pero cuando volteó a verlo, el omega estaba en una postura incómoda.

—Creo...que llegó la hora— dijo el chico entre respiraciones aceleradas.

que llegó la hora— dijo el chico entre respiraciones aceleradas

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Kazutora no podía cerrar su boca de la impresión. Chifuyu había dado a luz mientras él estaba de cacería.

—Esto explica muchas cosas— dijo acariciando el rostro del bebé en sus brazos.

—Así es— respondió en un susurro Keisuke, besando la frente de un profundamente dormido Chifuyu.

El alfa mayor acomodó con suma delicadeza al recién nacido en sus brazos, riendo en silencio al ver cómo movía sus piernas.

—¿Me regalas uno?— bromeó Kazutora paseándose por la habitación meciendo al bebé que cargaba él—. Quiero éste. Se ve que es más tranquilo.

Que equivocado estaba. El bebé comenzó a llorar, y Kazutora estaba seguro que nunca había escuchado un llanto tan fuerte como ese. El otro recién nacido se le unió a coro, pero su llanto era más bajo en volumen. Chifuyu de manera instintiva se transformó al despertar, y Keisuke con Kazutora terminaron cargando en sus brazos a dos pequeños felinos, uno más grande que el otro.

—Un serval y una pantera —susurró Kazutora acercándole la cría que sostenía a su madre para que fuera alimentado—. Esto explica mucho más las cosas.

—Voy a tener que estar muy atento con ellos. Sé que se aprovechará de su tamaño para intimidar a su mellizo— dijo acariciando la cabeza de Chifuyu quien maulló por algo de atención.

—Pensar que casi fueron míos— bromeó Kazutora haciendo enfadar a Keisuke, quien lo echó de la habitación casi a patadas.

Y es que un día en que Chifuyu había presentado su celo, Kazutora fue el primero en regresar a casa, pero no alcanzó a entrar pues recordó haber olvidado entregar un pedido especial para uno de los aldeanos, por lo que se regresó. Keisuke si entró a la casa mientras su amigo estaba ocupado con la entrega. Y ese fue el día en que Chifuyu y Baji se enlazaron. Kazutora estuvo muy enfadado por casi seis meses, en que incluso había abandonado su hogar por ese periodo de tiempo. Pero luego comprendió que el destino había querido que las cosas sucedieran de tal forma. Y que Chifuyu no estaba en su destino.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora