El viaje de los hermanos Haitani se había prolongado mucho más de lo que hubiesen querido. Inicialmente, sus planes de regresar con los zorritos del desierto eran de un mes, pero por problemas que fueron surgiendo en el camino su estadía se prolongó casi un año.
Cuando regresaron, se dirigieron al sitio donde era muy probable encontrar a los gemelos, sin embargo el dueño del local les había comentado que no veía a los hermanos Kawata desde hacía varios meses. Apresurados fueron a buscarlos a su madriguera, pero el corazón se les hizo pedazo al ver que toda la zona había sido arrasada para construir nuevas casas.
—Su hogar— susurró Rindou evidentemente afectado por la situación—. Destruyeron su hogar, hermano.
Ran no podía responderle, pues batallaba con la ira que sentía de imaginarse al par de zorritos tratando de defender su guarida y perderla a pesar de todos sus esfuerzos. Pero ¿Dónde estaban los gemelos?
Sabían que era inútil intentar conseguir su rastro por lo que iba quedando del bosque. Los gemelos eran inteligentes, por lo que era probable que ni siquiera se hubieran quedado en ese lugar. Pero no encontraron nada. Ya se iban retirando cuando el guepardo sintió que le mordían una pata trasera, lo mismo para el jaguar. Se giraron rápidamente y vieron a los tiernos zorritos sentados tras de ellos.
Los grandes felinos tomaron en su hocico a los pequeños animalitos y se internaron en lo más profundo de lo que iba quedando de bosque.
Rindou lamía al zorrito incansablemente hasta que el cánido intentó morderle por lo fastidiado que estaba.
—Pensamos que no regresarían nunca más— dijo Souya luego de transformarse—. Me dejaste lleno de baba.
Souya pasó la manos por su rostro para quitar el exceso de saliva que le había dejado el jaguar, quedé apartaba un par de pasos hacia atrás para transformarse en humano.
—Tuvimos algunos problemas que nos retrasaron— dijo dándole un golpecito en la frente con su dedo—. No te la quites, así marco territorio ¿O acaso quieres que te orine?
El omega le miró con asco terminando de limpiar su rostro. Rindou rodó los ojos.
El mayor le pidió al chico sentarse en su regazo, cosa que accedió sin tanto titubeos. Rindou le abrazó escondiendo el rostro en su hombro, pidiéndole disculpas por haber tardado tanto en regresar a él.
—Te prometo que no me iré de tu lado— dijo disfrutando de las caricias a su cabello que el omega le daba—. Es algo que conversé con mi hermano, pues creo que ya va siendo hora de echar raíces.
Souya dejó de acariciar su cabello y desde los hombros apartó a Rindou para ver si estaba diciendo alguna de sus aburridas bromas que siempre hacía con él. Pero sólo encontró determinación reflejada en sus ojos.
—Pero...no tenemos un hogar donde puedas vivir, ni siquiera lo tenemos para nosotros— dijo aún sin estar seguro—. Tú estás acostumbrado a tu vida como humano.
—Y estoy dispuesto a dejarla atrás por ti— dijo sonrojado mirando hacia un lado—. Siento que contigo está todo lo que necesito para ser feliz.
El omega estaba contento con la idea de que Rindou se quedara junto a él, pero luego pensó en su hermano. Nahoya se sentiría muy incómodo con la presencia del alfa, y de por sí ya lo odiaba, tenerlo todos los días alrededor de ellos haría que fuera peor. Trató de explicarle su punto de vista a Rindou, pero éste encontraba las respuestas indicadas para ir dejándolo poco a poco sin argumentos.
—Si no quieres esto, sólo dímelo y ya— dijo abrazándole nuevamente, apoyando el mentón en el hombro del omega.
—No es eso— dijo apresurado, dejando escapar un gemido cuando una mano de Rindou bajó desde su cintura hasta su trasero, dándole un apretón a uno de sus glúteos y luego acariciando con un dedo su entrada—. Yo si quiero que te quedes aquí...Mmh... conmigo.
—Entonces haré que funcione de alguna u otra forma—.
Rindou siguió acariciando la zona con sus dedos para que Souya se fuera lubricando y así prepararlo bien para evitar que sintiera dolor. El omega mordió su labio conteniendo un gemido en el momento en que Rindou logró meter un primer dígito en su interior.
—Se siente...extraño— susurraba con respiraciones entrecortadas y sintiendo que la temperatura de su cuerpo iba en aumento.
El alfa estaba muy conciente de que era la primera vez de Souya. Anteriormente había intentado hacerlo con el más joven, pero no pudo atreverse debido a que temía que un accidente ocurriese y no poder hacerse cargo por tener que acompañar a su hermano en sus viajes.
Souya se abrazó a su cuello levantando sus caderas por reflejo cuando los dedos de Rindou rozaron su próstata. La piel del omega se erizó por las suaves caricias que el mayor repartía por su cuerpo, haciendo enfasis en sus caderas y pezones. Los dedos de Rindou pellizcaban uno de los botoncitos de carne mientras succionaba y lamía el otro.
—¿Te sientes bien?— preguntó mirándole hacia arriba con una pequeña sonrisa lasciva.
El omega asintió entre gemidos y suspiros ¿Por qué no lo habían hecho antes? Se sentía maravilloso.
Rindou ya no podía aguantar más. Tomó su miembro erecto y lo posicionó contra la entrada de Souya. Éste comenzó a sisear y a lagrimear por la intromisión en su parte trasera. Era un dolor inexplicable con una sutil mezcla de placer que iba en aumento a medida que se acostumbraba al tamaño del alfa.
—Relájate, no puedo moverme— decía acariciando su rostro y besando sus labios.
Souya clavó sus uñas en los hombros del mayor y rasguñó su piel dejando unas rojizas marcas. El dolor hizo que Rindou sonriera travieso cambiando de posición, recostado al omega sobre la hierba del suelo.
—Sujétate, pequeña fierecilla— dijo volviendo a introducir su miembro lentamente.
El menor rodeó con brazos su cuello y con sus piernas sus caderas, y de esa forma fue penetrado salvajemente y sin descanso consiguiendo llegar a un orgasmo en un par de oportunidades. Rindou parecía fuera de sí, los rasguños en su espalda y los desesperados gemidos del chico lo alteraban.
—Déjame marcarte— gruñó.
—¿Marcar...me? ¿Qué es...eso?— preguntó con una expresión de confusión que Rindou considero demasiado adorable.
El omega se desesperó por el dolor de la mordida de Rindou. El alfa clavó sus colmillos en la sensible piel del cuello de Souya y no lo liberó hasta que se corrió en su interior entre gruñidos y pequeños espasmos. La base de su miembro fue hinchándose rápidamente intensificando el climax, pero Souya parecía más concentrado en las expresiones que Rindou hacía.
—Wow... Mi hermanito es un masoquista— comentó Ran entre risas apoyado en un árbol, mientras cubría los ojos de Nahoya—. Lo marcaste... ¡Y lo anudaste! Rin-Rin...eres todo un bribón.
—Esto no nos puede estar pasando— susurró Rindou avergonzado
—¡¿Qué hizo qué?!— gruñó Nahoya quitando la mano de Ran de sus ojos, pero éste no le permitió mirar la escena incómoda de sus hermanos—. ¿Qué es anudar?
Ran rió fuerte desordenando su cabello.
—Algo que haré contigo después— susurró guiñándole un ojo—. La mordida fue sólo la primera parte.
Nahoya pateó su pierna antes de transformarse y correr a su madriguera.
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Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]
FanfictionMira por dónde pisas. Podrías dejar tu rastro y ser una presa fácil. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *Juro que no habrá traumas* *Podría haber contenido +18* *La historia si es de mi autorid...