Un animal de temer

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El lobo caminaba a su lado golpeando ocasionalmente su mano con el hocico, para hacerle saber que estaba al pendiente suyo.

—Te dije que estoy bien— comentó acariciando su cabeza.

El lobo gimoteó lamiendo su mano, atento a su caminar. Mitsuya tuvo que detenerse y sentarse en el suelo para poder reunir más energía para poder llegar a su hogar. Vio las intenciones de Hakkai por querer transformarse, pero se lo prohibió tajantemente.

—Es peligroso que te transformes aquí— susurró respirando profundo.

Se colocó de pie utilizando de punto de apoyo a Hakkai. Dejó escapar un quejido y luego sacudió sus manos. Limpió la sangre que aún seguía escurriendo de su nariz y también de su labio roto.

Por fin cuando llegó a casa es que Hakkai corrió a su habitación para vestirse rápidamente y no incomodar a Mitsuya mientras le ayudaba.

El mayor había recibido una gran paliza defendiendo a Hakkai cuando se le acusó de haberse metido en un corral de un granjero y haber robado y asesinado uno de sus terneros. Mitsuya sabía que el alfa sería incapaz de hacer algo así, por lo que discutiendo con el granjero para dejarle en claro que no había sido Hakkai, el hombre terminó perdiendo los estribos y cobardemente junto con cuatro hombres más golpearon con puños y patadas a Mitsuya hasta dejarlo muy mal herido, todo esto frente a un encadenado Hakkai.

—Dime algo— dijo recostándose en el sofá mientras el menor hacía su mejor esfuerzo para limpiar sus heridas— ¿Asesinaste a ese animal? No te diré nada, ni te regañaré por eso.

Hakkai negó rotundamente con su cabeza diciendo que pasaba todo el día encerrado en casa, que ni siquiera salía al jardín mientras él estaba en el trabajo. Mitsuya acarició su cabello con una pequeña sonrisa.

—Hay un animal peligroso suelto entonces— murmuró cerrando sus ojos aguantando el dolor del alcohol en sus heridas.

—Hay un animal peligroso suelto entonces— murmuró cerrando sus ojos aguantando el dolor del alcohol en sus heridas

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Hakkai no se movió de su lado en toda la noche. El menor estaba realmente preocupado por el beta, y es que ver cómo lo golpeaban y él no poder absolutamente nada por haber estado sometido era algo que hacía que su sangre hirviera de la rabia. Si tan sólo hubiera podido liberarse, tal vez Mitsuya no habría terminado tan lastimado.

—Oye, te dije que estoy bien— dijo viendo al chico dormido apoyado sobre su regazo—. Tu espalda dolerá si sigues durmiendo así.

El alfa bostezó estirándose lo suficiente para desperezarse. Se puso de pie con torpeza para luego ayudar a Mitsuya. El chico se quejó de dolor, aunque sabía que podría suceder eso.

—Por estos días, quédate en casa— dijo ya cuando desayunaban—. Ni siquiera piensen en salir a dar tu vuelta diaria.

Hakkai asintió sentándose frente a él con una sonrisa triste. Mitsuya estiró su mano para acariciar una de sus mejillas diciéndole que dejara de poner cara larga, pues no era tan terrible como se veía. Después de comer, el cambiaforma obligó a Mitsuya a volver a la cama, diciendo que se encargaría de la limpieza ese día para que no forzara más su cuerpo.

El mayor escuchaba cómo Hakkai golpeaba cosas, tal vez contra el mismo mientras limpiaba y ordenaba. Suspiró al oír un plato o una taza quebrarse en el suelo, y luego un grito de perdón. Rió negando con cabeza tomando el libro que le habían regalado en su trabajo. Hakkai regresó a su lado haciendo un puchero mostrándole un corte en su mano que se había hecho recogiendo los cristales rotos del suelo.

—Si alguien te viera así, y yo le dijera que eres un alfa, no me creería en lo más mínimo— dijo sacando un pañuelo de papel de su mesita de noche para contener el sangrado.

Hakkai se sentó a un lado de él mientras Mitsuya presionaba la herida en la palma de su mano hasta que el sangrado se detuvo. Si bien el corte no era tan profundo, al mayor le sorprendió la cantidad de sangre que había brotado. Quizás tenía mala cicatrización.

—¿Mejor?—.

—Sí— dijo tomando con su mano sana una de las de Mitsuya para besarla repetidas veces.

—Eres como un niño pequeño— comentó haciéndole un espacio en su cama para que se recostara con él.

Hakkai no se lo pensó dos veces antes de subir a la cama por completo tenido cuidado con su mano. Mitsuya dió palmaditas suaves en su cabeza cuando se abrazó a su cintura.

El alfa se incorporó de golpe al escuchar un aullido fuera de la casa. Mitsuya veía el terror en los ojos del cambiaformas. Si no se equivocaba, el aullido que se había escuchado antes era de un lobo, y por lo visto Hakkai parecía conocer a quien lo había realizado.

—Volvió— susurró comenzando a sudar del miedo.

—¿Quién?— preguntó sintiendo que se contagiaba del miedo de Hakkai.

—Mi hermano mayor— dijo con un hilo de voz, comenzando a temblar al escuchar un nuevo aullido—. Está buscándome.

Mitsuya pestañeó un par de veces antes de levantarse, cubriendo con las mantas a Hakkai en el proceso. Caminó lentamente hasta las ventanas y las cerró con seguro. Cuando se disponía a cerrar las cortinas vio a un gran lobo negro observándole desde fuera. Sintió que el pulso se le aceleraba. Nunca antes había visto a los ojos de un animal que inspirara tanto miedo como aquel. Lentamente cerró las cortinas y de la misma forma volvió a la cama.

—Guarda silencio— susurró al lobo que asomó su cabeza de debajo de las mantas.

El cristal de las ventanas era rasguñado con insistencia, haciendo que el lobo y el humano dentro de la habitación se sobresaltaran. Y entonces el gran animal de pelaje oscuro saltó dentro, quebrando el vidrio de las ventanas.

—Aquí estabas, pequeñín— dijo un gran hombre apareciendo como forma humana del lobo negro—. Tenías a tu hermano muy preocupado.

Hakkai se posicionó sobre Mitsuya, temblando y gruñendo al hombre desnudo que se sacudía los cristales de la cabeza y hombros. El sujeto de gran estatura avanzó hasta el lobo, lo agarró del hocico y con una fuerza sobrehumana lo bajó de la cama, sometiéndolo contra el suelo. Mitsuya entró en cólera al ver aquello y, a pesar de estar terriblemente adolorido por la golpiza recibida el día anterior, comenzó a darle patadas al gigantesco hombre para que soltara al lobo bajo él.

—No te metas en esto, humano de mierda— murmuró sujetando su pie y torciéndolo para dejara de patearlo.

El grito que dió Mitsuya despertó todos los instintos animales de Hakkai quien se logró liberar del agarre de su hermano y lo atrapó del antebrazo, clavando sus colmillos con la intención de causar el mayor daño posible.

El hombre comenzó a reír sacudiendo su brazo para que el lobo lo soltara y al ver que no lo estaba consiguiendo, lo levantó y golpeó su abdomen haciendo que el animal cayera al suelo sin conocimiento.

—Debería matarte por revelarte contra mí— gruñó poniendo su pie sobre el cuello del lobo inconsciente.

—No lo lastimes, por favor— rogó Mitsuya arrastrándose para proteger con su cuerpo al lobo, después de haber caído estrepitosamente de la cama al suelo.

El hombre gruñó quitando su pie.

—Al parecer ahora sí llegó a un buen lugar— murmuró agachándose para agarrar el rostro de Mitsuya y examinarlo bruscamente—. Volveré pronto. Él sabe lo que espero la siguiente vez que venga.

El lobo negro volvió a aparecer dónde estuvo antes el hombre atemorizante, y saltó por la ventana rota.

Mitsuya sacudió el cuerpo de Hakkai hasta que reaccionó. Exhaló aliviado de saber que no había le habían causado tanto daño.

—Tu pie— susurró aún tirado en el suelo, incapaz de reincorporarse por el dolor—. Te lastimó.

El mayor le restó importancia diciéndole que no era algo por lo que debía preocuparse. Hakkai comenzó a guardarle rencor a su hermano desde ese día.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora