Cerezas

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El viaje de Kakucho se había visto retrasado debido a un accidente que había sufrido. El chico cayó de una pendiente al desprenderse parte del camino al pasar por allí, por lo que terminó seriamente lesionado. Izana trataba de ayudarlo dentro de todo lo posible hasta que Kakucho se recuperara.

—Que adorable— comentó al ver al armiño, quien había cambiado de pelaje a uno marrón, dando brinquitos a la vez que arrastraba un conejo pequeño que había logrado cazar.

El animalillo llegó a su lado y orgulloso le mostró el resultado de su ardua cacería. Kakucho sonrió acariciando con la falange de su dedo índice la cabeza del armiño quien le dió un adorable chillido de felicidad y un pequeño saltito en su lugar.

—Muy buen trabajo— susurró haciendo su mayor esfuerzo para tomar el conejo, riendo al ver a Izana morder suavemente uno de sus dedos a modo de juego.

Si bien su cuerpo estaba muy adolorido aún por la caída y el corte en su espalda producto de una roca filosa en su caída aún era de bastante preocupación, Kakucho aprovechó la oportunidad de mantener a Izana ocupado y agotar sus energías para que al llegar la noche le dejara descansar, puesto que en ese horario solía pedir más atención, incluso lo hacía participe de sus juegos/cacería atrayendo a sus pequeñas presas hacia donde estaba él. En una oportunidad Kakucho siendo mordido por una de las ratas que Izana perseguía.

El armiño corría alrededor de Kakucho, quien avanzaba lentamente hacia la hoguera que había preparado antes de que el mayor saliera de caza. Faenó al conejo para poder cocinarlo, riendo al ver cómo Izana esperaba que le entregaran su parte parado en un tronco sobre sus patas traseras.

—¿Sabes hacer un salto hacia atrás?— preguntó trozando la carne.

El armiño asintió con su cabecita mostrando sus habilidades acrobáticas. Izana rió entregándole en un plato una buena ración de conejo. Izana lamió sus dedos en agradecimiento.

—Ahora sé que si me aburres, puedo venderte a un circo— bromeó riendo más fuerte al escuchar los chillidos del animal.

—Ahora sé que si me aburres, puedo venderte a un circo— bromeó riendo más fuerte al escuchar los chillidos del animal

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Kakucho se recostó boca abajo para que Izana pudiera curar la herida en su espalda. El chico se sentó sobre su espalda baja y comenzó a aplicar la pomada que le entregó el menor.

—Huele horrible— se quejaba Izana conteniendo la respiración.

—Es una mezcla de plantas medicinales, quizás tenga alguna que no sea de tu agrado— comentó siseando cuando la pomada fue aplicada.

Izana disfrutaba de verlo sufrir por lo que se tomó su tiempo para realizar las curaciones. Una vez finalizado su trabajo se quedó un momento mirando a detalles la espalda del chico. Nunca se había tomado el tiempo para hacerlo, pero debía admitir que un cosquilleo se formó en su estómago mientras paseaba sus dedos por la piel de Kakucho. Tenía hombros anchos y buena musculatura.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora