Kakucho no podía entender cómo Izana no era capaz de darse cuenta que algo no iba bien con su hijo. Era bastante obvio que algo acomplejaba al chico con sólo ver su postura al comer.
—Y...¿Qué tal la reunión de anoche?— preguntó para romper el hielo viendo cómo Arata jugaba con la comida en su plato sin probar bocado alguno.
—Estuvo bien. Supongo— respondió con tono monótono aún sin comer.
Izana seguía concentrado en devorar todo lo que encontraba en su plato, sin percatarse de la mirada de Kakucho sobre él. Después de que el alfa aclarara su garganta un par de veces pudo notar que algo no andaba bien con su cachorro.
—¿Cómo estuvo la reunión?— preguntó antes de echarse una bolita de arroz a la boca.
Kakucho palmeó su propia frente con frustración. Izana era el peor a veces. Sin embargo Arata, conociendo ya a su madre, volvió a responderle, pero esta vez fingiendo más entusiasmo para que dejaran de preguntarle cosas que no iban al caso ahondar más.
El chico agradeció la comida a pesar de no haber probado nada, y se retiró de la mesa dirigiéndose a su cuarto. Su padre entró a los minutos después y se sentó junto a él en el suelo, con la espalda apoyada en la cama.
—¿Le contarás al olvidadizo de tu padre qué te tiene así de mal?— preguntó con una pequeña sonrisa desordenando su cabello— ¿Ya te dije que soy olvidadizo y que no recordaré nada de manera conveniente una vez que terminemos de charlar?
Arata rió apoyando su cabeza en el hombro de Kakucho. Su padre siempre sabía cómo llegar a él y hacer que le contara todo.
—Hay un chico...que me hace sentir extraño— dijo escondiendo el rostro entre sus rodillas—. Pero cada vez que nos acercamos, todos nos alejan. Incluso yo he querido regresar a su lado para seguir charlando, sin embargo no me lo permiten. Dicen que es...raro.
—¿Raro? ¿En qué sentido?— preguntó tomando una de las pantuflas del chico y aplastándola en sus manos.
—Es extremadamente tímido. Se le queda viendo a la gente como si planeara hacerles algo, pero en realidad está buscando una forma de cómo comenzar una conversación sin incomodar— explicó con tal emoción que incluso Kakucho sonreía al ver ese brillo en los ojos de su hijo—. En verdad que es un chico muy dulce y educado... Ni siquiera Sonny llega a su nivel.
Kakucho vio al armiño café entrar lentamente al cuarto, como si el avanzar en cámara lenta lo volviera automáticamente en un ente invisible. Llamó la atención de Izana para que se apresurara en entrar, a lo que el animalito corrió hasta los brazos de su hijo. Se sentía realmente solitario en la mesa comiendo sin ellos presente.
—¿Y qué es lo que te preocupa tanto como quitarte el apetito?— preguntó el alfa con una expresión más seria.
—No sé qué es lo que estoy sintiendo— dijo llevando su mano libre a su pecho ante la atenta mirada del armiño en su regazo—. De verdad que me siento muy extraño estando cerca de ese chico, y es peor cuando pienso en él.
Kakucho tomó a Izana y lo dejó en el suelo con mucho cuidado. El animalito estaba muy tranquilo, contrario a lo que habitualmente hacía. El omega se transformó en humano nuevamente y se quedó observando a su hijo en silencio. El alfa estaba esperando a que Izana dijera algo fuera de lugar, sin embargo el mayor lo sorprendió abrazar a su hijo con mucho cariño.
Izana era algo descuidado cuando se trataba de asuntos sobre ser una madre atenta y cariñosa con su hijo, aunque daba lo mejor de sí para estar siempre presente para Arata. El omega nunca había tenido figuras paternas como para saber qué era lo que debía hacer con su hijo, sin embargo actuaba bajo instinto y si aquello le había estado funcionando era feliz. Y verlo conversar con Arata y explicarle sus sentimientos era algo único. Y para mayor sorpresa para Kakucho, Izana abordó el tema de la sexualidad con un tacto que la conversación no era incómoda para nadie en la habitación. Hasta cierto punto.
—Como omega, vivirás algo llamado "el celo". Es un mágico momento en que tu cuerpo te pedirá tener sexo desenfrenado con un alfa. No caigas. Es una trampa— dijo Izana riendo al ver el sonrojo en el rostro de su hijo—. Es en serio. Si te sientes extraño, como si tuvieras mucho calor y sólo piensas en follar, vente a casa de inmediato. No pienso ser abuelo tan joven.
—Suficiente con la charla incómoda— dijo Kakucho espantando al omega haciendo que huyera de la habitación convertido en armiño.
Kakucho se despidió de su pequeño, y le dijo que si aún tenía hambre su comida estaría en el refrigerador.
—Así que... ¿Estoy enamorado?— se preguntó a si mismo rascando su nuca.
Izana saltaba por la cama con hiperactividad haciendo reír a Kakucho. Cuando alguna situación superaba al mayor, tendía a tener esos arrebatos de energía que solía gastar corriendo, rodando y saltando en su forma animal.
—Ten cuidado con caerte de la cama— decía el alfa viéndolo dar volteretas, atacando "ferozmente" una almohada—. Deberías de confiar en él.
El armiño le saltó al pie y comenzó a morder sus dedos haciéndolo reír. Kakucho se sentó y tomó al armiño entre sus manos.
—Arata es muy inteligente y sensato, créeme que en cuanto note algo raro en él mismo, acudirá a nosotros— dijo acariciando la carita del animalito con sus dedos—. Sólo esperemos que sus celos sean regulares y no explosivos cómo los tuyos.
El armiño mordió su pulgar con fuerza y chilló escondiéndose bajo las almohadas, salvándose de un ataque de cosquillas tomando al pequeño armiño entre sus patitas y poniéndolo frente a él para evitar que Kakucho se vengara.
—Con Arata hacías lo mismo— gruñó cargando a los animalitos y metiéndolos en el bolsillo de su abrigo con el que ya se había acostumbrado a dormir—. Deja de esconderlo bajo las almohadas. Te construí un refugio bajo la cama para evitar accidentes.
El armiño más grande pateó su abdomen en respuesta. Kakucho tuvo ganas de sacudir el bolsillo, pero despertaría al bebé y eso significaría que no dormiría en toda la noche. Izana se salvaría por esa ocasión.
Kakucho escuchó a su hijo mayor salir de la habitación, seguramente a comer lo que había dejado de la cena. Pero no fue así. La puerta principal hacía un ruido característico al cerrarse por lo que supuso que había salido de casa. Quizás tenía una de esas reuniones que sus amigos realizaban en la noche, pero le pareció extraño pues siempre le avisaba con anticipación sobre su participación en ellas.
—Izana, Arata salió de casa a escondidas— dijo haciendo que el armiño asomara su cabeza curioso—. ¿Crees que puedas seguirle para ver a dónde se dirige?
El armiño salió de su escondite y corrió tras su hijo mayor.
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Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]
ФанфикMira por dónde pisas. Podrías dejar tu rastro y ser una presa fácil. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *Juro que no habrá traumas* *Podría haber contenido +18* *La historia si es de mi autorid...