Capítulo 7.

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Punto de vista de Luisita Gómez.

Me levanté por la mañana y me dirigí directamente al estudio del centro. Supuse que hoy no tendría que trabajar en la tienda de ropa, ya que Amelia había elegido la foto para la portada de la revista y, hasta el momento, no se había puesto en contacto para pedirme que fuera a conocerla.

Cuando llegué al estudio, vi que María ya estaba allí esperándome.

—¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Te has caído de la cama? —bromeé, acercándome a la mujer para abrazarla.

—Dijiste que vendrías temprano, así que tuve que despertarme con las gallinas —me devolvió el abrazo.

—¿Acabas de llamarme indirectamente gallina? —me hice el ofendida.

—Puede tomarlo como quieras, pesada —parpadeó en silencio con una sonrisa cínica en su rostro.

—¿Por qué seguimos siendo amigas? —pregunté.

—Porque soy maravillosa y me quieres —se echó el pelo por encima del hombro —Vamos, necesito decirte algunas cosas.

Fuimos a la planta superior del estudio, donde se encontraba el pequeño despacho de María, y al cuarto oscuro, donde hacíamos el trabajo de revelado de las fotos.

—¿Adivina quién hace la cobertura completa de la fiesta anual de Empresa Ledesma por quinto año consecutivo? —María se tiró en la silla tapizada detrás de su escritorio, resoplando.

—¿El Times? —pregunté, aventurando una conjetura.

—¡Sí! ¡Siempre lo mismo! ¡Pero esta vez no lo toleraré, Luisi! ¡No lo haré!

Cerré los ojos. El odio goteaba de sus palabras.

Empresas Ledesma estaba en la lista de las diez empresas más rentables del mundo y, como es habitual, a mediados de año patrocinaban una fiesta para celebrar el hito en la historia de la empresa.

Antes de comprometerse, María salió con uno de los periodistas más famosos del New York Times. En ese momento, ella y Marina eran sólo amigas y las fiestas de Empresas Ledesma aún no eran tan conocidas.

Con el tiempo la empresa creció y María, como buena fotógrafa y publicista, vio la oportunidad de hacer crecer su trabajo. Compartió con su entonces actual novio su idea de ofrecerse a hacer publicidad para la empresa a cambio de un buen contrato y, tras mucha insistencia, consiguió que Marina concertara una reunión con el propio Tomás Ledesma.

A día de hoy no sabemos cómo, pero de alguna manera el ex novio de María se las arregló para conocer a Tomás, robando la idea de mi amiga, presentándola como propia y consiguiendo firmar un contrato millonario entre la empresa y el periódico.

María intentó apelar a los tribunales, pero fue en vano, porque cuando se ofrece una gran suma de dinero por parte del bando contrario, es difícil acallar la codicia de quienes se supone que deben defender la ley.

Desde entonces, cada vez que se acerca la mitad del año, María se enfada, se revuelve y tiene sed de justicia para que un día se revele la verdad.

Como tiene uno de los cargos más importantes dentro de la empresa, Marina siempre asiste a los eventos, y en todos ellos invita a su prometida a acompañarla, pero María siempre opta por salir con otros amigos, alias yo, a beber.

—Ven aquí —me acerqué a la mujer sentada frente a mí y la abracé, haciendo que se acurrucara contra mí —Prometo que lo arreglaré. No importa lo que cueste. Encontraré la manera de hacer que ese bastardo pague por lo que hizo.

—Eres la mejor, Luisi —su voz era temblorosa, me apretó fuerte —Pero ahora hablemos de cosas buenas.

María me soltó, se limpió unas pequeñas lágrimas de la comisura de los ojos y se acomodó en su silla.

The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora