Capítulo 25.

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Punto de vista de Luisita Gómez.

A la mañana siguiente, María y yo quedamos en el estudio para poder renderizar y dar un tratamiento adecuado a las fotos tomadas en el evento del viernes.

El plan era terminar todo antes de que llegara la noche, aunque para ello tuviéramos que estar horas y horas frente al ordenador. Queríamos enviar las fotos a Amelia lo antes posible.

En ese momento, estaba sentada en uno de los taburetes cerca del mostrador de servicio de la cafetería de mis padres mientras esperaba mi pedido. Decidí hacer una pequeña parada para comprar el desayuno para mí y para María. Estaba segura de que se levantaría tarde y saldría corriendo de casa, así que decidí ahorrarle la molestia de ir a buscar algo para comer.

Mi teléfono móvil vibraba en mi bolsillo y lo cogí rápidamente, contestando a la llamada cuando vi el nombre de María en la pantalla.

—Buenos días. Ya no te queda llamarte bella durmiente de lo mucho que duermes.

Luisi, se me pasó la hora, lo siento. Estoy terminando de prepararme y saldré de casa para recibirte.

Ya lo sabía.

—No te preocupes, Mery. Estoy en la cafetería comprando nuestro desayuno. Ve directamente al estudio, te veré allí —dije, tamborileando los dedos contra la madera del mostrador.

Eres la mejor amiga del mundo, Luisi. ¡Te quiero! —contestó sin aliento.

—Yo también te quiero. Nos vemos luego —contesté y terminé la llamada.

En cuanto puse el teléfono en el mostrador, vi a mi madre acercarse a mí con mi pedido en la mano.

—Dos capuchinos muy calientes, dos panes de queso y dos trozos de tarta de limón, todo corre por cuenta de la casa —susurró la última frase.

—Gracias, mamá. Eres la mejor del mundo —dije, inclinándome sobre el mostrador y abrazándola.

Me besó la mejilla y volvió a limpiar el mostrador.

—¿Vas a ir a la tienda de vestidos? —preguntó.

—No, hoy no. Voy a ir al estudio con María, tenemos que ocuparnos de algunas cosas —respondí, cogiendo los portavasos y las bolsas de comida.

—¿Y a qué hora crees que puedes terminar de arreglar tus cosas pendientes?

—No lo sé, pero espero tenerlo todo resuelto al final de la tarde. ¿Por qué?

—Tu padre y yo queríamos cenar más tarde. Como en los viejos tiempos —sonrió.

—¿Estará Marisol allí también? —pregunté.

—Sí y creo que Taylor también estará allí. Esas dos son como una misma, nunca se apartan del camino de la otra —mamá se rió.

—Realmente lo son —sonreí —Me alegro de que Marisol haya encontrado a alguien que la haga sentir tan bien.

—Yo también. Hacía mucho tiempo que no la veía tan feliz con una amistad.

—Sí —suspiré.

—¿Por qué no invitas a Sebastián a cenar con nosotros? —preguntó emocionada.

Maldita sea. Ahora no, mamá.

—Está fuera de la ciudad —mentí.

—¿Otra vez un viaje de negocios?

—Sí, así es —dije, desviando la mirada.

—Bueno, hija. Entonces, fijemos otra día donde pueda estar él. ¿Puedo contar hoy con tu presencia?

The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora