Capítulo 37.

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Punto de vista de Luisita Gómez.

Malibú - Día de la boda.

Cinco horas. Ese era el tiempo que Amelia y yo habíamos permanecido dentro del avión, cruzando el país para llegar a la ciudad donde se casaban nuestras mejores amigas.

María y Marina habían viajado en la madrugada del viernes, sin embargo, debido a nuestros horarios de trabajo, Amelia y yo sólo pudimos viajar hoy, sábado.

Nos despertamos casi al amanecer, condujimos hasta el aeropuerto internacional de Nueva York, embarcamos en medio de la gélida noche y volamos sobre la jungla de cemento.

La boda sería hoy, al atardecer, en la playa.

Sonreí al pensar que, aunque era un auténtico ogro para ciertas cosas, María seguía teniendo su lado romántico muy activo en su interior.

—¿De qué sonríes? —se acercó a mí y me empujó con el hombro —Yo también quiero reírme.

—Estoy aquí pensando —dije, volviéndome hacia ella —¿Quién iba a decir que, a pesar de ser una tonta de la vida real, María se casaría al atardecer, en la otra punta del país, de blanco y sobre la arena de la playa?

—Mira, esa es una excelente pregunta —Amelia rió —Me alegro mucho por ellas.

—Yo también —le contesté —Es muy agradable saber que se complementan.

—Me pregunto si vendrán a buscarnos.

—Llamaré a María.

Cogí mi teléfono móvil del bolsillo trasero de los vaqueros que llevaba puestos y desbloqueé rápidamente la pantalla principal, acudiendo a mi agenda en el siguiente instante. Busqué el nombre de mi amiga y marqué. Sólo hicieron falta dos timbres para que la voz no tan tranquila sonara al otro lado de la línea.

¿DÓNDE ESTÁN USTEDES DOS?

—Oh, Mery... —dije con un falso tono de tristeza —No tengo muy buenas noticias para ti.

Amelia me miró confundida y le hice un gesto con la mano para que esperara.

¿QUÉ HA PASADO? ¿DÓNDE ESTÁS? ¿DÓNDE ESTÁ LA DIOSA DEL OLIMPO? —sus gritos eran cada vez más fuertes con cada pregunta.

—Nuestro vuelo se retrasó. Sólo llegaremos a la fiesta —contuve la risa.

LUISITA, ESO ES MENTIRA, ¿NO?

—No lo es, Mery.

ASÍ QUE VAS A CONSTRUIR UN AVIÓN, O VAS A SUBIRTE A UNA MOTO CON AMELIA, O VAS A COGER UN TAXI, NO LO SÉ, PERO VAS A LLEGAR A MI BODA A TIEMPO, ¿ME ENTIENDES? ERES MI MALDITA MADRINA.

—Así que será mejor que vengas a buscarme pronto —me puse a reír.

Se quedó en silencio durante unos segundos.

—¡MARÍA LUISA! —su voz retumbó desde el otro lado —TE MATARÉ Y HARÉ UN FILETE DE TU GIGANTESCO CULO. ¡JODER TÍA! ¡NO ME HAGAS ESTO!

Me puse a reír a carcajadas y Amelia me siguió, aunque no sabía de qué estábamos hablando María y yo.

Te ríes, ¿verdad, ridícula? —preguntó, todavía enfadada —¿Por qué tener enemigos cuando tienes una amiga como tú?

—Lo siento, Mery. Tenía que hacerlo, ¿vale? No te preocupes, Amelia y yo ya estamos en el aeropuerto.

—¡Me parece genial! ¡Se supone que debes estar aquí!

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