XXIII. Rompecabezas

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Timothée

Había llegado el momento de charlar con Agnes, al tocar la puerta de su oficina no recibí respuesta, por lo que me senté frente a esta. Tras lo sucedido en la mañana, solo me sentía herido y confundido a la vez. Sabía que no había razón para que me sintiera de ninguna de estas maneras y, si lo pensaba bien, me terminaba pareciendo una tontería. ¿Por qué sentirme herido? Era claro que mi interés, «sea del tipo que sea» me dije intentando no denominarlo romántico, no era bilateral y eso era algo que supe desde el inicio. La confusión sí que tenía razón de ser, me sentía confundido por sentirme herido, por sentir cualquier cosa que fuese causada por ella, sobrepasando así incluso mis preocupaciones por la Lucha Blanca, por el encuentro que tendríamos y todo lo que podría salir mal.

Incluso con el revoltijo en mi pecho, no dejaba de pensar en cómo quería ser diferente para ella, que pudiese confiar en mí como lo hizo con mi padre, que se abriera ante mí como no lo hacía con nadie más... pero, ¿qué había hecho yo de especial para merecerlo?: absolutamente nada, aunque reconocer eso no hacía que dejara de desear ser algo especial para ella.

Me empezaba a preguntar si estaba perdiendo la cordura, ¿era posible sentir y desear tanto a la vez?

—Timothée —musitó ella sorprendida al acercarse a la puerta, vio su reloj e inmediatamente vi el mío, había anochecido y se acercaba medianoche.

—Agnes —respondí poniéndome en pie sin saber bien qué decir o hacer, pasé una mano por mi cuello hasta llegar a mi cabello y lo sacudí, esperando que llegara una idea a mi cabeza y me ayude a decir algo cuerdo, actuando como un chiquillo de unos 15 años.

—El viaje, claro —susurró respondiendo su propia incógnita sobre mi permanencia en su puerta, frunció el ceño y meneó la cabeza, con ello su cabello suelto golpeó levemente sus mejillas. Al enfocar mi atención en estas pude ver que estaban suavemente sonrosadas y mi corazón se aceleró sin previo aviso.

Me preguntaba a qué se debía el rojo tenue en sus pómulos mientras ella sacaba una llave de su bolsillo y abría su oficina, sujetando la puerta con una de sus manos e indicándome que ingresara a esta. Al hacerlo, tomé asiento en la silla frente a su escritorio y me dediqué a observar cómo ella se sentaba frente a mí moviéndose segura en el espacio de la oficina. Cuando estuvo sentada, sus ojos se clavaron en los míos como si intentara entrar en mi alma y parecía que realmente bastara mirarme así para acceder a esta. Me removí inquieto en mi asiento bajo su inquietante análisis y tomé aire.

—Te dije que vendría —dije en voz baja como si intentara justificar mi presencia allí.

—Lo sé —respondió irguiéndose y soltando el aire en un suspiro pesado algo ¿decepcionada?, ¿decepcionada de que eso fuera lo que salía de mis labios como excusa? Debía dejar de hacerme ilusiones—. Partimos antes del amanecer, ya comuniqué al área de laboratorio y armas que tengan preparado tu traje, ya sabes... recién he ventilado que serás mi compañero —la miré confundido, no le había dedicado muchos pensamientos a lo que venía a continuación y cualquier información era sorpresiva para mí.

—¿Traje? —atiné a preguntar mientras tenía otras mil preguntas en la cabeza.

—Es posible que pasemos por zonas de alta radioactividad, oxígeno contaminado, climas extremos entre otras posibles cosas. No sabemos con exactitud dónde será el encuentro, así que debemos tener los trajes preparados para cualquier escenario —asentí con la cabeza, asimilando la información y haciéndome una idea de lo que tendríamos que enfrentar.

—Vale —murmuré en voz baja.

—Te entregué el folder con el inventario por si necesitas saberlo cuando yo no esté. Usaremos el jet, tiene la IA de piloto, pero yo sé manejarlo de todas formas y es sencillo, te diré lo básico de la conducción una vez que estemos ahí. Las coordenadas del encuentro serán enviadas al software del jet —continuó hablando, pero a una velocidad mayor. Si no fuera ella, diría que estaba nerviosa.

Entre el fuego y la guerra ▪︎ T. ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora