Agnes
Recibir información sobre bombardeos a pueblos alejados no se convertía sencillo con el pasar de los años. Acababa de recibir la noticia y aún sentía en mi pecho el dolor de todas las pérdidas. Estaba segura de que nunca llegaría a acostumbrarme y, en parte, eso me aliviaba pues a veces temía perder mi humanidad.
Ya me había recompuesto cuando alguien golpeó la puerta de mi oficina insistentemente.
—Pasa —grité poniéndome de pie. Uno de los cadetes ingresaba apresurado a mi oficina, parecía venir corriendo de algún lugar y su respiración era agitada.
—Comandante... Evans —dijo entre respiraciones. Luego hablaríamos de su resistencia física.
—Te oigo, Sánchez.
—El sargento Miller ha capturado a alguien —dijo lo más rápido posible. Inmediatamente empecé mi caminata hacia la puerta. Solo había un lugar donde llevábamos a los enemigos que capturábamos o a los soldados nuestros que nos traicionaban, sabía exactamente que los encontraría ahí.
Mientras trotaba hacia allí iba hilando algunos cabos de la situación, intentando que mi mente conectara hechos con la misma rapidez con la que mis piernas se movían: El pueblo que había sido atacado se encontraba cerca a nuestra unidad, quizá después de atacar algunos de ellos se dispersaron buscando localizar alguna unidad con el fin de acorralarnos u obligarnos a aceptar alguna negociación... tal como pensaba hacer yo. Maldita sea.
Al cruzar el campo de entrenamiento corriendo, percibí algunas miradas curiosas sobre mí, pero tras la llamada de atención de las personas a cargo de sus entrenamientos correspondientes, estas volvían a centrar su atención en sus actividades... todas menos una. Cuando busqué la mirada que aún estaba sobre mí, me topé con unos ojos verdes, su mirada no reflejaba curiosidad, no podía descifrar qué era lo que expresaba pero sabía que no era eso. No tenía tiempo de pensar en eso, por lo que me volví a centrar en mi camino. Al llegar al lado opuesto de la construcción de la unidad me encontré con el búnker que se había construido por si hallaban nuestra ubicación y decidían atacarnos. Ingresé en este y entré al ascensor, que en lugar de ascender, estaba diseñado para llevarnos a pisos inferiores. En el piso más profundo se encontraban las celdas.
—Agnes —murmuró Julián acercándose a mí ni bien me vio pasar por la puerta.
—Dime todo —ordené deteniéndome en la entrada. Primero obtén toda la información posible, me repetía, es lo más importante para actuar de forma sabia.
—Salí con el equipo de entrenamiento de sobrevivencia. Una de las cadetes lo encontró observándonos desde un árbol. Lo bajamos, lo atamos, lo vendamos y lo trajimos. Mandé a los chicos a descansar y a Sánchez a buscarte.
—¿Cómo lo reconocieron?
—Agnes... —su mirada era insegura y su voz no era tan firme. Su cuerpo obstaculizaba mi camino hacia ver a nuestro prisionero haciéndome entender que no me había brindado toda la información.
—¿Qué pasa, Julián? —él dudó unos segundos antes de responder.
—Es Antón.
—¿Qué? —no necesitaba que lo repitiera, pero aún así no pude evitar solicitar una confirmación. Mi cuerpo se tensó inmediatamente y recuerdos llenos de dolor golpearon mi pecho insistentemente haciéndome sentir que me faltaba aire al respirar. El golpe en el pecho fue tan fuerte que por un momento sentí que me empujaba contra el piso y que en cualquier momento me caería. Mi visión se había tornado borrosa y me costaba enfocarme en algo.
—Agnes... —Julián intentó tomar mis manos, pero retrocedí tambaleándome y evadiendo su toque—, no tienes que verlo si no quieres. Yo me hago cargo.
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Entre el fuego y la guerra ▪︎ T. Chalamet
أدب الهواةEn un mundo que vive en una guerra constante, ella comanda una de las más grandes fuerzas y busca encaminar a su Nación a la victoria absoluta. Él, por su parte, solo busca detener el innecesario derramamiento de sangre y encontrar paz para toda la...