XXXI. Lealtad

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Timothée

Tras una noche complicada, encontrarme en los brazos de Julieta era un como curar una herida que no sabías que estaba presente. De pronto, todo se sentía ligero, las preguntas, preocupaciones, los huecos de información, todo había desaparecido y había dejado en su lugar una paz reconfortante.

—Hey, Timmy. Qué curioso cómo la vida nos junta en momentos random —susurró contra mi pecho. La estreché contra mí con más fuerza.

—Qué bueno que a veces la vida juega a nuestro favor.

—¿Sabes? —preguntó alejándose un poco, dejándome ver su rostro—. Las cosas ya se calmaron, los incendios se apagaron y la gente está protegida en el búnker. ¿Crees que puedas tomarte un break?

Miré a mi alrededor ante su pregunta. Sobre tierra solo se encontraban las unidades médicas ya vacías a esta altura, algunas camionetas y soldados. Más allá, a una distancia lejana, pude observar cómo Agnes y Julián hablaban bajo una carpa. Sentí un pinchazo en el pecho, pero lo dejé pasar, después de todo, estaba acompañado de alguien a quien quería y la calma que me brindaba era incomparable.

—Claro —afirmé y le brindé mi brazo para que lo tomara y me dirigiera a donde ella prefiriera estar. Capté la mirada de Agnes sobre mí en el momento en el que me iba, pero se giró inmediatamente, ignorando mis acciones, por lo que hice lo mismo y seguí a Julieta.

Llegamos a un pequeño parque y nos sentamos en el césped húmero por los incendios apagados.

—¿Cómo has estado?, ¿cómo están las cosas por acá? —le pregunté mientras acariciaba su mano y ella me respondía con una cálida sonrisa.

—Hay tantas cosas que te has perdido —soltó en un suspiro—, pero hay algo más importante ahora. ¿Qué pasó ayer?, ¿por qué acompañaste a Agnes?, ¿qué viste? —preguntó sin rodeos.

—Es... muy confuso —respondí intentando encontrar las palabras que podrían venir a continuación. No sabía si era correcto compartir lo que vi, ni siquiera yo lo entendía del todo. No quería traicionar a Agnes. No quería malinterpretar lo que vi, pero tampoco quería que Julieta pensara que le ocultaba algo adrede.

—¿Confuso cómo?, ¿qué viste? —insistió.

—Nada en realidad... solo... no lo sé. Tengo la memoria nublada —respondí realmente confundido por el giro de la conversación. La paz que sentía hace unos instantes se había esfumado por su intento de hacerme volver al catastrófico día previo.

—Vamos, Tim. Haz un esfuerzo.

—¿Por qué la presión? —pregunté soltando su mano fastidiado.

—Necesitamos saberlo.

—¿Necesitamos?

—Sí, puede ser información necesaria para la Lucha Blanca.

—Julieta, no sé si lo sabes, pero he dado un paso al costado en la Lucha Blanca tras lo que pasó en mi unidad.

—Esto es más grande que eso, Tim.

—¿Más grande? ¿Ni siquiera sabes lo que es y dices que es más grande que la muerte de casi todos mis compañeros? ¿Que mi posible muerte? ¿Y la de Carl?

—Vamos, Tim. ¿A quién intentas proteger? ¿A Agnes? Ella te vendería por un paso a ganar esta guerra —escupió y sentí cómo sus palabras se clavaban en mi pecho.

—¿Así como nos vendió la Lucha Blanca por una supuesta paz?

—No fue así...

—¿Entonces cómo fue? Explícamelo, porque de verdad que no lo comprendo.

Entre el fuego y la guerra ▪︎ T. ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora