XLVIII. Cierre.

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Taehyung se separó de su esposo con el corazón latiendo al mil. Quería llorar y gritar, quería romper todo y esconderse bajo sus sábanas de vuelta en su casa en Seúl, con su esposo a su lado y nadie más.

Su esposo...

¿Podía seguir diciéndole esposo o ya no?

Sonrió amargamente mientras intentaba poner en orden sus pensamientos. El alcohol había bajado lo suficiente de su sistema pero no por completo, sentía todo su cuerpo arder y unas inmensas ganas de llorar. También sentía como si su corazón estuviera rompiéndose poco a poco y él no pudiera ni siquiera sostenerlo para agarrar y salvar las astillas.

Cerró sus ojos y respiró hondo para volver a mirar hacia la posada, sin poder ver a Jimin de frente aunque el Alfa no lo hubiera dejado de ver en ningún momento.

—Volvamos a la posada —le dijo Taehyung con la voz rota. Empezó a caminar hacia ella, pero Jimin lo detuvo jalándolo del brazo.

El alcohol lo volvía algo lento y miró a su... a Jimin con confusión y algo de indignación.

—Jimin, volvamos a la posada —repitió las palabras algo pastosamente.

—No —murmuró Jimin tajante.

— ¿Qué? ¿A dónde quieres ir entonces?

Jimin lo miró con intensidad, casi como si quisiera decirle de todo con sus ojos azules rey.

—Tenemos que hablar —dijo con suavidad. Taehyung casi gimió.

—Estoy consciente de eso, pero no estoy en buenas condiciones para hacerlo ahora mismo. Por favor, hace frío y quiero dormir. Volvamos a la posada.

Jimin frunció los labios pero asintió. Tal vez no era el mejor momento para hablar, no con Taehyung borracho, vulnerable y con muchas ganas de llorar en cualquier momento.

No dijo nada más, volvió con Taehyung hacia la posada y lo ayudó a subir las escaleras. Había una pequeña desesperación en su cuerpo de sentir a Taehyung otra vez de mil formas, pero el Omega no estaba en las condiciones adecuadas y no sabía... no sabía si era lo correcto.

No sentía que lo fuera, no mientras aún tuvieran todas estas telarañas a su alrededor.

Terminó ayudando al Omega a desvestirse y caer rendido en la cama, sus ojos cerrados y haciéndose una bolita de inmediato.

Jimin se tomó su tiempo para observar la habitación e irse cambiando. Era grande, con una cama king size en el medio, un tocador, un armario y una cómoda del mismo color, café caoba, repartidos por toda la habitación, dándole un aire un poco más íntimo que informal, como normalmente se veían en las habitaciones de hotel. Había un sillón al frente de la cama, era pequeño de dos plazas y se veía ligeramente incómodo, pero sería mejor que el piso. Se acercó a tomar la almohada de al lado de Taehyung pero él lo detuvo.

— ¿Qué estás haciendo? —preguntó atolondrado, sin dejar de hacerse bolita.

—Dormiré en el sofá para que te sientas más cómodo —le explicó Jimin.

Taehyung abrió bien los ojos y frunció el ceño.

— ¿Qué? —graznó.

Jimin suspiró y acarició la mejilla del Omega con cuidado.

—Ya es jueves... creo que debería dormir-

—Conmigo —lo interrumpió Taehyung, sentándose rápido y golpeando el lado que normalmente ocupaba Jimin—. Aquí. Tu lugar es conmigo.

El Alfa enarcó las cejas.

—Taehyung, no creo-

— ¡Sigues siendo mi esposo! —sollozó, volviendo a golpear la cama—. Sigues siendo mío hasta que firmemos los papeles. Por favor... No hagas esto... Sigues siendo mío...

A (Un) Married StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora