A (Un) Married Story

XI. Convivencia.

La primera noche durmiendo juntos fue... interesante.

Terminaron de arreglar las cosas de Taehyung hasta entrada la noche, esperaron por la comida china que Jimin pidió para la cena y mientras siguieron arreglando la biblioteca del Omega, quien se arrepintió por haberse traído tantos libros con él.

— ¿Por qué me traje este libro? ¿Para qué lo iba a necesitar? ¡Tonto Taehyung!

Jimin sonrió un poco mientras el Omega seguía quejándose, moviéndose de aquí para allá con libros y pinturas por todo su estudio. Bueno, al menos el estudio tendría un poco más de actividad ya que siempre se quedaba a trabajar en la empresa y usaba ese cuarto muy de vez en cuando, aunque no entendía por qué. El estudio de su departamento era muy cómodo y lindo, se sentía bien estar ahí pero al mismo tiempo no quería estar ahí...

La habitación era más grande que la recámara principal. Al fondo estaban unos ventanales que daban a una bonita vista a la ciudad, pero enfrente estaba su escritorio largo de madera caoba, el que su papá usó toda su vida y le regaló cuando él cumplió 18 años, era de las pocas cosas que aún tenía de él. Había varios libreros largos que ocupaban casi las 3 paredes del lugar, solo que de lado derecho había otra chimenea, esta era de piedra como la de la sala pero más pequeña; en frente había un sillón largo y bajo, donde muchas veces se quedó dormido al estar leyendo con el fuego de fondo mientras terminaba el trabajo de la semana. La pared de entrada era el único lugar vacío, al igual que esa esquina, lo demás estaba ocupado por los libreros y plantas que estaban repartidos por todo el lugar.

Le gustaba su biblioteca, era cómoda, cálida y pasaba su tiempo de relajación ahí, pero había algo que le impedía sentirse a gusto por completo. De hecho, eso era en toda su casa. No lograba sentirse por completo como si en serio estuviera en su hogar, que el departamento era suyo... Y no entendía por qué.

— ¿Estás bien? —la voz suave de Taehyung lo sacó de sus pensamiento y miró al Omega con las cejas arqueadas.

—Claro, solo pienso en que podrías poner tu caballete y lienzos en esa esquina —señaló hacia la pared vacía del lugar con la cabeza.

—Oh —Taehyung sonrió casi demasiado brillante, sus ojos inspeccionando el lugar y asintiendo entusiasmado—. Tienes razón, caben bien las cosas y la chimenea ayuda de inspiración.

Jimin sonrió, sacando un cuadro de la caja y quitándole el papel protector para observarlo con cuidado.

—Eres bueno pintando. Me gustan tus cuadros...

—Mi profesor de pintura estaría en contra de ti. Siempre me peleó que no supiera mantener una pintura en primer enfoque y terminara trayendo varias perspectivas hasta que se confundía el fondo con el primer plano.

El Alfa frunció el ceño, admirando aún el cuadro que tenía entre manos. Era algo simple, un bosque al atardecer con unas nubes negras en el fondo, casi por medio cuadro. Jimin era bueno con las letras y números, pero no tanto con la interpretación de las pinturas, y aún así podía sentir cómo la desesperación y desesperanza se veía reflejada en esas nubes negras y empezaba a opacar todo el bosque y el atardecer.

—Pues qué idiota era —se escuchó decir con voz segura—. Tus cuadros son hermosos.

Taehyung se volteó rápidamente para que Jimin no viera su sonrojo y asintió casi imperceptiblemente.

—Gracias, Jimin-ah.

El Alfa miró al hombre con intensidad, admirando su linda espalda y...

El timbre lo hizo casi brincar y carraspeó. Dejó el cuadro recargado en el sofá y se levantó.