El Diario De Un Hendrix

Capítulo 41

Isabella

Se que estoy en mi casa, en mi cama y con mi mejor amiga al lado, siento su peso en la cama, la que técnicamente es de ella, pero también mía aunque aún no lo sepa. Una sonrisa involuntaria sale en forma de mueca por el dolor que estoy sintiendo en cada maldito músculo de mi cuerpo.

Arianna- ¿Estas bien?- Escucho que pregunta con preocupación, una que no había escuchando en ella desde que nos volvimos a ver hace 1 año... Wao, 1 año ya.

Isabella- Si mamá- Respondo con la misma mueca queriendo que sea una sonrisa. Al abrir mis ojos me encuentro con lo de ella, un café claro potente que supongo es por el clima y el susto.

Arianna- No te vuelvo a preguntar nada- Dice rodando los ojos y regalandome una sonrisa, de esas que dan paz profunda.

Isabella- Ya perdón- Hablo con un poco de esfuerzo pasando la punta de mi dedo índice desde su frente a la punta de pequeña nariz- ¿Tú estás bien?- Pregunto tratando de no moverme mucho, en serio me duele todo.

Arianna- Si, supongo- Su respuesta no me convence y se lo hago saber con mi mirada- En serio, hay muchas cosas que no entiendo y se que mis padres tampoco. Tienes trabajo luego de que te recuperes temeraria- Bromea apartando un mechón de cabello de mi frente, donde se que tengo varios moretones y cortadas. Estoy echa un desastre, lo sé.

Isabella- ¿Que tan mal me veo?- Pregunto mirandola a los ojos y analizando sus más mínimas expresiones, era un hábito que se creó en mi sin darme cuenta hace un par de meses, notar como movía cada músculo de su rostro, como reaccionaba a cada palabra que escuchaba y como eran sus movimientos repetitivos, como el de morder su labio inferior o el de rascar su ojo izquierdo cada tanto.

Arianna- Sinceramente?- Responde sonando más a pregunta, yo aciento débilmente- Bastante mal. Tienes la espalda llena de golpes y tus alas tienen hoyos donde faltan puños de plumas, y tus suturas están inflamadas- Explica alzando su cabeza de la almohada para examinar mi espalda- Tu pecho está rasguñado y tenías astillas en las manos, seguro por la puerta. Tus brazos, bueno ellos sanaron pero quedaron estas marcas y no creo que se vayan hasta dentro de un buen tiempo, además de que tienes las mismas marcas en forma circular bajo las costillas- Siguió con paciencia pasando las yemas de sus pequeños dedos sobre unas líneas gruesas y blancas que se forman a lo largo de mis antebrazos, causándome cosquillas- Sin contar la infinidad moretones que marcan tu columna y costillas- Termina pasando su mano por el largo superior de mi izquierda, la cuál extiendo sobre ella cuando termina.

Isabella- ¿Que tan profundo es el corte del ojo?- Digo al recordar el ardor que sentí mientras Ari me limpiaba antes de caer dormida.

Arianna- Con las bandas se cierran pero si quedará marca por un buen tiempo- Me explicó mirando la zona con una preocupación genuina de una madre.

Isabella- En conclusión, quede echa mierda- Susurro por si alguno de los adultos estén cerca. Ella ríe ligeramente contagiandome de la misma.

Arianna- ¿Puedes guardar tus alas?- Pregunta luego de unos segundos jugando con unas plumas que cuelgan, están a punto de caerse, lo siento.

Isabella- Creo que sí, aunque para ser sincera va a doler como nunca- Hablo moviendo mis brazos y colocándolos a los costados de mi cuerpo para levantarme.

Siento como si incrustaran cristales en cada milímetro de mi espalda y estos se extienden por todo mi cuerpo desgarrandome la piel a su paso. Se que mi rostro no disimula el dolor, no puedo simplemente evitar soltar un quejido y sentir la mano de Ari en mi hombro con esa preocupación que hoy la caracteriza por encima de todo, trato nuevamente de mostrar una sonrisa pero una mueca vuelve a aparecer. Tomo su mano con firmeza, es lo único seguro que tengo cerca al sentir mis piernas temblar, suelto una risa para no llorar cuando mis alas se recogen y entran a mi espalda, siento como arde levemente el tatuaje en representación a ellas en mi nuca y es seguido por un escalofrío que recorre mi columna. Abro mis ojos cuando noto que los tengo cerrados con fuerza, Arianna me ve con seriedad y sostiene mi mano una firmeza genuina. Tiro de ella hacia mi para abrazarla, al principio se rehúsa a devolver el gesto pero después de unos segundos envuelve sus brazos a mis costados con un cuidado magnífico en ella, haciendo que ría levemente.