Capítulo 24

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Narrado

4:56 a.m. e Isabella se encontraba sudando frío en la sala de la cabaña. Se había cambiado de lugar para recibir un aire más fresco, aunque sus piernas fallaron segundo antes de llegar al mini sillón cayéndo de rodillas con otra estaca cada vez más dolorosa que la anterior. El amanecer estaba cerca y el sol la revitalizaba siempre y después de su última crisis, como pudo tomó las llaves de la casa y salió al corredor de atrás, se sentó a unos 2 metros del barranco y colocó su frente en sus rodillas recogidas, estirando lo más que podía su acalambrada espalda.
Pasaron lo que ella sintió unos 30 minutos, la claridad comezaba a ser más y más reluciente y el dolor había dormido su cuerpo, así que no sentía mucho que digamos. Al ser las 5:15 a.m. la última punzada que atravesó a Isabella fue diferente, más corta pero sin duda alguna dolorosa además de un insoportable ardor en su nuca, luego de unos segundos sintió como un líquido caliente bajaba por su espalda, al intentar tocarlo, ahora con más facilidad por que la presión se había disminuido en cantidad, se dio cuenta que era su sangre saliendo a chorros de su espalda. Con su otra mano trato de tocar el centro de su omoplatos pero sus dedos chocaron con unas estacas duras y humedas que salían de su espalda, con mucho miedo pero curiosidad a la vez salió corriendo a la casa para mirarse al espejo. Efectivamente unas estacas largas, gruesas y cubiertas de una sustancia negra viscosa salian con imponencia del medio de sus omoplatos, su piel estaba algo rasgada y lastimada pero ya no dolía. Un estilo tatuaje se comenzó a formar en su nuca conforme unas plumas largas y espesas de un negro profundo se esparcieran por aquellos huesos, extensiones de su columna. Con tan sólo 15 minutos unas alas idénticas a las que estaban en su espalda se terminaron de desarrollar, donde por concluido su nuevo tatuaje permanente, eran hermosas...

?- Ciao?-

I- Thai, ¿Qué hago cuando ya salieron?-

Dr.T- Llamar a alguien para que te ayude a curar las heridas más profunda o viajar así...- Respondió con normalidad- Un momento ¿¡Ya salieron!?-

I- Y son hermosas, más de lo que pude imaginar alguna vez- Dijo con una sonrisa cansada mirándose al espejo.

Dr.T- Debes viajar de inmediato Isabella, te tienen que curar esas heridas. Es más, iré a recogerte en 2 horas, alistate rápido- Hablo tomando un abrigo y sus llaves.

I- ¿Cómo vas a venir por mi Thai? No sabes en donde estoy...- Le dijo con una sonrisa de medio lado por la ternura que me causó la reacción de su casi tío.

Dr.T- Que no se te olvide que soy un Hendrix también, ya voy saliendo de la ciudad, alistate- Hablo esquivando a varias personas en el aire mientras terminaba de planear y ponerse lo suficientemente cómodo para aquel largo tramo que, aunque sería bastante rápido, sería algo cansado.

I- Ok ok, arrivederci- Y colgó sentándose en al sillón de la sala mirando el suelo fijamente.

-Ahora tendremos que limpiar- Habló una voz en su interior al ver las manchas negras en el piso formando un camino hasta al frente del espejo en donde se mezclaba un charquito con pequeños y esponjados hilos negros que cayeron de sus alas al moverlas levemente y sacudirlas.

Después de unos minutos se levantó con cansancio y sueño a ponerse alguno de sus tops pero ninguno le entró. Buscó una camisa de su padre que había llevado para dormir y se la intento poner, cuando se la quito, la sangre que quedaban en algunas plumas mancho la parte de adentro de la camisa y allí le hizo unos agujeros con las tijeras de la cocina. Trato de estirar aquellas nuevas extremidades pero sin duda alguna esto iba a ser un gran reto, ¿Y ahora donde las guardaría? ¿Cómo viviría con ellas si son tan grandes? No lo sabía pero debía aprender a controlar su cuerpo, otra vez...

El Diario De Un HendrixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora