II

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- ¡Te lo dije!- Festejó la intrusa en mi mente.

- ¿Qu-qué?- Balbuceé atónita, no podía creerlo, no pensaba que era de verdad lo que había dicho hace unos meses. Además, en el fondo, no lo comprendía. ¿Por qué elegirían a alguien como yo para esto, cuando literalmente tienen un Dios nórdico?

- Así es. Creemos que podrias llegar a ayudarnos.- Dijo mirando por la ventana.

Los minutos restantes del viaje fueron de completo silencio entre nosotros dos, pero de completo caos entre la voz, mi consciencia y yo. Me intentaba tranquilizar mientras la voz festejaba, intentaba encontrar motivos que me demuestren que esto no era una broma, pero a la vez no entendía por que dudaba de él, ¡Por el amor de Dios, es el Capitán América!

- Estamos por llegar.- Anunció, casi que para él mismo.

El auto se detuvo y el Capitan America bajó para poder abrirme la puerta, suena raro decirlo...
Nerviosa baje del auto y observé las instalaciones, era un gran edificio con un montón de vigilancia, se veía imposible poder entrar sin un permiso.
Miré hacia atrás un segundo, había más policías y más barreras. El edificio lucia como una gran caja de cristal negro, con arboles a su alrededor, aunque en la lejanía. Imponía respeto.

El capitán comenzó a caminar y yo lo seguí, en unos segundos entramos a la recepción del lugar. Era una sala blanca y muy bien iluminada, contra la pared que estaba frente a nosotros, estaba la recepcionista en su escritorio. ¿Por qué vendria un ciudadano promedio aquí?

- Probablemente para denunciar avistamientos de... Alienigenas...- Pensó la voz... Era una opción...

Detrás de la recepcionista, estaba el escudo de S.H.I.E.L.D. y a los lados de la sala había un par de asientos, además en la pared izquierda había dos elevadores, al igual que en la derecha.
El capi la saludó y ambos subimos a uno de los elevadores de la pared derecha.
Se notaba que él quería buscarme charla, pero yo estaba muy nerviosa y sabía que él lo sabía. Mis manos sudaban como si hicieran cincuenta grados dentro del traje, mi mirada fija hacia el frente y mi cuerpo tenso no ayudaban a la naturalidad del momento.

Subimos unos tres o cuatro pisos, en cuanto la puerta del elevador se abría pude ver una gran habitación con muchísima gente trabajando frente a distintas pantallas y en una especie de entrepiso estaba Fury viendo una pequeña pantalla frente a él. A diferencia de la recepción, este piso lucia un poco más oscuro.
Ambos salimos del elevador y en cuanto se cerró la puerta, el de parche volteó su rostro a vernos con una expresión nula que en el fondo me hacía pensar que estaba enfadado.

- Buenos días, Tear.- Me saludó, su voz me ponía nerviosa.

- ¡No la cagues!

- Buenos días.- Respondí con rapidez.

- Gracias.- Fury se dirigió al capitán, el rubio respondió sonriendo.- Acompañame, por favor.- Me habló nuevamente mientras me daba la espalda para dirigirse a un gran pasillo blanco.

Nerviosa, camine a paso apurado hasta llegar en donde estaba él y comencé a andar a su par.

- ¿Sabes por qué estás aquí?- Preguntó sin mirarme, él era un poco más alto que yo, pero aún así me hacía sentir como una niña de cinco años.

- El capi-capitán América- Me corregí con rapidez.- me dijo que deseaban que entre al equipo de los vengadores.- Contesté viendo que nos dirigíamos a una oficina.

- Correcto. Deseamos que seas una de nosotros, Lágrima.- Replicó.- Pero primero te voy a tener que hacer unas preguntas.- Dijo mientras entrabamos a la oficina.- Protocolo, no hay por qué preocuparse.- Agregó.

Racha De Buena SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora