XXX

75 7 0
                                    

Morí.
Estaba muerta, era obvio. La voz en mi cabeza no estaba, no había nada. Era yo sola, en la oscuridad.
Estaba segura que mis ojos estaban cerrados, pero ¿Qué fue lo último que cruzó mi cabeza antes de dejar de existir en el plano real?

Abrí mis ojos.
Estaba viendo un techo de madera, y estaba recostada en una cama suave y esponjosa.
Era un recuerdo, un recuerdo de antes de Pohon Ular. No tuve tiempo para ser feliz ni sorprenderme, alguien golpeó mi puerta.
Bajé mi mirada a esa entrada y supe donde estaba.
Era mi habitación, en la casa de mis padres. Tenía unos ocho años guiándome por los dibujos de los ositos cariñositos y el almanaque en mi puerta... Bueno, más que nada por el almanaque.
Las paredes de mi habitación eran rosadas, pero el tono era más bien pastel. A pesar de estar a mediados de los noventa, mi habitación era muy... Ochentera...
No es que mis padres no puedan pagar por algo más moderno, de hecho insistían en actualizar mis gustos, pero yo no lo quería. Adoraba mi habitación.
Otra vez golpearon.

- ¡____, no tengo tiempo para perder!- Oí detrás de esa puerta. Era Tony.- Adiós, Potts, espero ese informe.

¿Estoy alucinando? ¿Era una alucinación antes de morir? No, era un recuerdo.
Con rapidez me levanté y abrí mi puerta, encontrándome con una versión joven de Tony. Debía tener unos veintitantos.
En una de sus manos tenía un celular, de esos con tapa y antena, mientras que en la otra tenía un plátano.

- Buenos días.- Me saludó.- Desayuno.- Habló entrgandome la fruta.

- ¿Y mis padres, tío Tony?- Pregunté tomando mi desayuno entre mis manos.

- Están en Alemania, se fueron en la madrugada.- Respondió, mis labios temblaron mientras bajaba mi mirada.- Otra vez no pudieron contratar una maldita niñera, aunque sean una de las familias más ricas del país.- Gruñó para sí mismo.

Comencé a llorar pelando el plátano a sus espaldas. Tony se volteó al oír uno de mis sollozos y con un suspiro se arrodilló frente a mi, apoyando una de sus manos en mi hombro.

- ¿Por qué lloras?- Preguntó Tony con un poco de molestia, pero también pena.

- ¿Por qué siempre se van sin avisar?- Pregunté.- ¿No me quieren? ¿Soy mala hija?

Él me miró tensando un poco su mandíbula y negó.

- No, no...- Murmuró.- No es nada de eso... Solo que hay veces que los adultos... Se van porque... Tienen... Trabajo...- Respondió no muy seguro de qué decir.

Yo continué llorando hasta que él me abrazó con cuidado. Sobando mi espalda suspiró mientras yo me aferraba a él.

- Lo siento, pequeña.- Susurró.

Mis ojos se abrieron de par en par, recordando todas las veces que lo dijo. Todas las veces que estuvo conmigo en vez de mis padres, todas las veces que me acompañó, todas las veces que me cuido.
Era como ver mi vida a toda velocidad frente a mis ojos, una parte de mí se habia desbloqueado.
Recordé la primera vez que me gustó alguien, y como le pedí ayuda a él. Recordé la primera vez que me rechazaron, y como fue él quien me ayudó. Lo recordé a él.

- Lo siento, pequeña.- Lloró Tony.

Estaba muriendo en sus brazos, estaba en el planeta Titan. Thanos lo había conseguido.

- Gracias por cuidarme.- Le sonreí. Mi cerebro estaba muriendo, mi cerebro me estaba dejando.- Gracias, Tony, gr-

No pude terminar de hablar, todo se volvió anaranjado a mi alrededor.
Era como vivir un amanecer constante. Sentía que estaba recostada en el agua, no se sentía como todas las veces que morí.
No me quería mover, no tenía necesidad.
Una lagrima cayó de uno de mis ojos, haciendo que el agua que me envolvia crezca en una gota. Peter había muerto, el niño había muerto.
No sabía si Tony había muerto, esperaba que no. Tampoco sabía si Natalia, Clint o Steve lo habían hecho.
¿Wade habrá muerto? Dios, espero que no, espero que este bien, espero que...
Apreté mis labios ahogando lágrimas, solo deseaba que Wade esté bien.
Tenia que cumplir esa promesa, tenía que volver, teníamos que ir a McDonald's juntos... Tenía que poder volver a decirle que lo amaba.
Con determinación me paré, pero me encontré con la nada misma.
Estaba sola, en un charco gigante, rodeada por un amanecer constante.
Miraba con desesperación a todos lados, pero no había nada.

Racha De Buena SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora