XXII

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Me mantuve ahí, abrazándolo por horas, no estaba segura de cuantas ya. El sol ya se habia ido, hace algunas horas su corazón comenzó a palpitar. Cuando lo hizo mis nervios bajaron automáticamente. Encendí la tele, pero con el volumen bajo, tan solo para evitar estar nerviosa y en una habitación en completo silencio. La única vez que me levanté de su lado fue para poder encender las luces de la casa.
Wade se mantuvo quieto todo el tiempo.

- Ugh...- Lo escuché murmurar. Al oír su voz cerré mis ojos agradeciéndole a todos los dioses reales o no que existían.

Sabía que iba a volver, es la gracia de él, no poder morir aunque le vuelen la cabeza, aunque le arranquen el corazón y aunque lo hagan trizas. Pero en el fondo la idea de que, por algún motivo, su regeneración no funcione esta vez me mantuvo alerta.

- Está bien, bombón...- Balbuceó en un murmuro.- Gracias por la cerveza...

Estaba halucinando. Me preguntó si también halucinara con Mamma Mia... Wade besó la nada, dejando escapar un fuerte "¡Mwah!" Antes temblar.

- Ugh...- Llevó una de sus manos hasta su rostro.- Mierda...- Suspiró dejando caer su mano sobre mi.

Al sentir mi cuerpo, movió su tórax volteandose en mi dirección con rapidez.

- ¿____?- Preguntó sorprendido.

- Buenos días...- Hablé levantando ni rostro para poder verlo, él llevó instantáneamente una de sus manos para cubrir la zona expuesta de su rostro.

- ¿____?- Repitió.- ¿Qué... Qué...- Balbuceó.- ¿Me has traído hasta aquí?- Yo asentí.

- Despertar solo apesta.- Admití.- Además, no podría dejarte muerto en un taller de autos, Wade.- Sonreí separandome de él.

Él me miró en silencio, aún cubriendo su rostro expuesto.

- ¿Por qué lo has hecho?- Cuestionó.

- ¿Realmente crees que te dejaría tirado en un charco de tu propia sangre y sesos?- Pregunté levantando una ceja.- Si quieres ducharte, hazlo, aunque no tengo ropa para darte...- Dije parandome y caminando hasta mi cocina.- ¿Te molesta comer pizza recalentada? En cuanto llegué las compre para que a penas despiertes puedas comer.- Expliqué abriendo una de las cajas de pizza.- Pero ya se ha enfriado...- Agregué encendiendo el horno mientras oía como él se acercaba lentamente.

- ¿Te dieron a ti también?

- No,- Lo miré negando.- ¿Por qué lo dices?- Él señaló mi mascara en el lavatorio sin dejar de cubrir su rostro.- Oh, eso.- Continué agarrando una bandeja.- La usé para evitar que tu cerebro termine de caer.

- ¿Qué?- Murmuró.

- ¡Claro! Ya sabes,- Sonreí poniéndo la pizza en la bandeja.- te volaron la cabeza, Wade, no podía llevarte por la calle con tu cerebro colgando.- Reí metiendo la pizza en el horno y agarrando otra bandeja para hacer lo mismo.

Wade se quedó en silencio mientras metía la segunda pizza en el horno, hasta que sus brazos envolviendo mi cintura. Yo, al sentir su tacto siendo cálido otra vez, sonreí y apoyé mis manos sobre las suyas.

- No entiendo por qué ayudas a un monstruo idiota como yo.- Admitió.

Dejando salir aire de mi nariz a modo de risa me volteé encontrándome con una máscara rota. Podía ver su ojo izquierdo y su piel. Al igual que cada parte de su cuerpo que llegó a mostrarme, estaba cubierto de cicatrices. Podia ver parte de su cuero cabelludo, no tenía cabello, tenía sus cicatrices tan características. Sí, estaba completamente cubierto por ellas.
Luego estaba su ojo.
Se sentía tan bien finalmente ver los ojos de el hombre detrás de la máscara. Era marrón, lleno de emoción y estaba completamente fijado sobre mi. Intentaba buscar un motivo lógico por el cual me parecía el color más hermoso del mundo, una parte de mi así lo veía, pero la otra suponía que era por el tiempo que tarde en ser capaz de verlo.
No, no era eso.

Racha De Buena SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora