No es así como Aegon se imaginaba su tarde, no con su hermano Aemond llorando en sus brazos con Helaena tratando de calmarlo y Daeron siendo sostenido por la nodriza, para que él pueda concentrarse en sus otros dos hermanos. No sabe que es lo que paso, el porqué de las lágrimas de su hermano, pero está seguro que el fuego en su interior quema por ellas.-¿Qué sucedió?.- pregunta sereno y suave, pero también hay calor en su pregunta. Aemond no paraba de llorar y Helaena parecía lista para decirle que es lo que pasaba, hasta que Aemond hablo entre sollozos.
-H-hermano, ¿Yo... No soy... Un Targaryen?.- la pregunta había tomado a Aegon por sorpresa, pero también había confusión en su rostro, que se cambia con una mirada suave y manos que acarician el cabello de Aemond.
-Claro que lo eres, Aemond. Eres un Targaryen, tienes el cabello y los ojos de un Targaryen.-
-¡Pero no tengo un dragón!.- dice Aemond a continuación con dolor en sus palabras, Aegon se había quedado callado ante eso, no había visto nunca a Aemond llorar así antes por eso.- Si no tengo uno, entonces no soy... Un Targaryen, y todos... Todos dicen que no soy un dragón por ello.- termina de sollozar, para así ocultar su rostro en el vientre de Aegon, el cual se encuentra anonadado por la escena.
(Aegon nunca había sabido el dolor de su hermano por no tener un dragón y que las personas a su alrededor susurraban que él no era un Targaryen; que él no era un dragón)
El fuego en el interior de Aegon se aviva más de lo que ya está, siente que puede destruirlo todo, pero se concentra en el pequeño Aemond de tan solo cuatro años que llora por las palabras de personas sin importancia. Así que abraza a su hermano y con fuerza.
-Aemond, mírame, por favor.- su hermano se niega con la cabeza, así que trata otra cosa.- Aemond, eres un dragón, eres un Targaryen; nunca dudes de eso.- Aemond, lentamente, levanta su rostro y así aquellos ojos indigos se encuentran con el otro.
-Pero no tengo un dragón.- él repite, pero esta vez con una voz lastimera, que hace doler el corazón de Aegon por eso.
-Pero lo tendrás,- eso llama la atención de Aemond y lo puede saber por la mirada esperanzada en su rostro.- porque no todos los huevos de los Targaryen eclosionan, hay muchos que reclaman a sus dragones, como Helaena que reclamo a Dreamfyre.-
-pero en el foso del dragón, no hay dragón alguno que me llame.-
-Habra uno, te lo aseguro, pero tienes que saber que los Targaryen pueden no tener un dragón hasta los quince onomásticos; como la prima Laena Velaryon que reclamo a Vhagar con tan solo esa edad. Así que no te desanimes, hermanito, algún día tendrás un dragón, y no le hagas caso a lo que esas personas digan. Hazles saber que eres un dragón, sin importar que no tengas uno.- nota la mirada decidida de su hermano ante sus palabras, seca sus lágrimas y asiente con una gran determinación.
-Se los demostraré, hermano. Prometo.- besa la frente de Aemond y siente como su hermanito se relaja contra ese afecto. Él sabe que Aemond lo hará, le demostrará al mundo que él es un dragón, sin importar de que no tenga uno físicamente.
Helaena se había unido con ellos a los pocos segundos, ella le prometía a Aemond que cuando Dreamfyre sea más grande lo llevaría a volar por los cielos, que también haría lo mismo con Daeron y que cuando tenga un dragón algún día los cuatro volarían por los cielos, y que nadie los podría parar.
Es una escena linda todo lo que estaba pasando por la mente de Aegon cuando escucha a Helaena decir sus pensamientos, pero eso se desvanece cuando piensa en Aemond llorando hace unos minutos. El interior de Aegon pide que desate su ira contra las personas que había hecho llorar a su hermanito.
Es por eso que ahora Aegon tiene que tratar con algunas personas que se atrevían a cuestionar la sangre de su hermano, así el fuego en su interior, que hierve sin parar, sea calmado.
.
.
.
.No le tomo mucho saber quienes eran los culpables, aquellos eran guardias que tienen lenguas flojas y no se habían dado cuenta de ellas, pero está bien, Aegon está ahí para ajustarlas. Había sorprendido a los dos guardias y había fingido ser un niño dulce que quería ver los tesoros que él había ocultado en el foso del dragón, los dos guardias se encontraban sorprendidos, pero aquella expresión fue reemplazada con unas miradas llenas de malicias y palabras dulces, pero mentirosas al mismo tiempo.
Él los llevo al poso del dragón, camino lento mientras miraba a los hombres que lo seguían con ojos muertos. Cuando llegaron, para suerte de Aegon no había nadie, no estaban los guardias de esa sección y él lo encontró perfecto.
-Su alteza, ¿Dónde pueden estar esos tesoros? Estoy seguro de que no querrá que alguien se los tome.- dice palabras suaves, pero llenas de malicia. Aegon solo les sonríe y señala una parte oscura del poso dragón, el lugar donde se encontraba durmiendo otros dragones más grandes que Sunfyre en estos momentos, pero no es como si los guardias supieran ese hecho.
-Se encuentra ahí.- dice con una fingida sonrisa infantil, mientras aún señala el lugar que había planeado enviar a aquellos guardias.
-Y no hay nada ahí, ¿verdad, su alteza?.- pregunta con cautela tratando de saber si los dragones se encontraban ahí. Aegon niega con la cabeza.
-No hay nada ahí, ya que guarde mi tesoro donde nadie lo pueda encontrar, menos los dragones.- parece que los guardias se había tragado lo que él había dicho, porque unas sonrisas morbosas se empiezan a asomar por sus comisuras.
-Ya vemos, entonces puede quedarse aquí su alteza, para que vayamos a recoger los tesoros que desea.- dice con palabras dulces llenas de mentiras, estaba claro que esos caballeros querían robarle y hacerle saber que no encontraron nada, pero la verdad era que se lo habían robado para ellos. Sintió lástima por esos guardias, son idiotas que no sabían lo que les esperaba, pero bueno, Aegon no puede hacer nada, solo asiente ante las palabras.
Los guardias con su sonrisa arrogante fueron hacia ahí y cuando se adentraron, solo se escucharon gritos llenos de dolor, los gruñidos de los dragones que atacaban y luego nada. No había nada de ruido, excepto tal vez los gruñidos satisfechos de los dragones luego de una gran comida, pero no había ruido humano, así que sabía lo que paso.
Esos guardias habían muerto.
<Se lo merecen, ¿Por qué se meten con la cría de un dragón? Eso realmente es ilógico, incluso los más tontos saben que nunca deben enfurecer a un dragón, y mucho menos tocar a sus crías. Pero bueno, ya están muertos, que más se le puede hacer.>
Es lo que Aegon piensa para desaparecer del lugar sin dejar rastros, en lo que a él le concierne, se encontraba cuidando de Daeron junto a Sera, su nodriza. Nadie lo puede vincular con lo ocurrido, solo pensarán que los guardias tuvieron un terrible accidente o descuido de su parte por meterse a un lugar que no se les había seleccionado. Aegon espero que al menos, en los últimos momentos de sus vidas, pensarán con quién se metieron.
Nunca se debe meter con un dragón, menos con sus crías, porque es ese el destino que se les aguarda a los tontos que lo hacen.
ESTÁS LEYENDO
Sangre renacida.
FanfictionAegon muere y tiene la oportunidad de volver al pasado, esta vez, él cuidará de sus hermanos menores que claramente necesitan terapia, pero bueno, ¿Quién no la necesita en toda su maldita familia?. Estos personajes no me pertenecen, pertenecen a Geo...