Sangre renacida.

Capitulo 37.

Con su última hazaña, Aegon se lanza de su silla de montar, cayendo por los cielos hasta que su espada se clava en el pecho de Daemon Targaryen, el grito del hombre junto con el dragón rojo son desgarradores, pero aun así los tres caen de los cielos hacia el mar, después de todo Caraxes había estado más herido que Sunfyre.

A lo lejos Aegon observa y escucha el grito de Sunfyre que se acerca a él, el príncipe le sonríe con lamento a su fiel dragón, a su compañero de vínculo.

Arrepentimiento, aceptación, lo siento.

Dolor, perdida, no perdona, vuelve cachorro mío.

Ambos vínculos muestran sus emociones y ambos sienten el dolor por lo inevitable de lo que está por pasar.

Los recuerdos aparecen en la mente de Aegon luego de saber lo que le espera.

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-¡Hermano, nuestros sobrinos me están molestando!.- el grito de un pequeño Daeron se escucha por todo el campo de entrenamiento.

-¡Eso es mentira, tío Egg!.-

-¡Si es mentira!.-

El grito de los dos niños Velaryon le sigue a la acusación de Daeron, pero antes de que se pudieran acercar al trío de hermanos, son interceptados por Aemond que tenía cara de pocos amigos 

-No se metan con mi hermanito, mocosos!.- es todo lo que dice para que a continuación se escuche el grito de los dos Velaryon. Aegon que no entendía nada, solo se quedó mirándolos mientras miraba a su hermana Helaena y luego a Rhaenyra y Laenor que vinieron detrás de los otros dos niños.

-¿No le van a decir nada?.- habla por primera vez Aegon solo para mirar a su hermana mayor y a su esposo. Ellos dos solo se encogieron de hombros y siguieron viendo la escena que se producía en el lugar.

-No hay nada que podamos hacer...- dice Rhaenyra para luego detenerse un momento y mirar la persecución que Aemond le estaba dando a sus hijos.- Apuesto que Aemond los agarra dentro de unos minutos.- Aegon mira a su hermana incrédulo, y se alegra cuando se da cuenta de que no es el único, tanto Helaena como Laenor también la miraban de esa forma.

-Eso es obvio, esposa.-

-Hermana, ¿Por qué apuestas con algo que es obvio?.-

Aegon pone una expresión en blanco mientras miraba como sus hermanas y primo-cuñado empiezan apostar y a decirse que era obvio esto y aquello. 

¿En qué familia se ha metido?.

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-Tienes que volver, por nosotros.- la mujer de cabello negro y ojos azules le suplica con ojos lagrimosos, mientras que toca su vientre.

-Volveré, lo prometo.- él le promete con una suave sonrisa y un beso cálido.

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Los ojos de Aegon se llenan de lágrimas y estás se escurren por el aire, un pensamiento es todo lo que pasa por su mente luego de esos dos hermosos recuerdos.

<Lo siento, lo siento Lynna, lo siento Aemond, Helaena, Daeron, Jacaerys, Lucerys, Rhaenyra, Laenor y mis pequeños bebés. Lo siento.>

Lo primero que siente es el impacto del agua, se siente como el duro suelo del entrenamiento, pero el impacto es más que eso. Sus ojos están abiertos, mirando como en el mar se filtra su sangre y el cómo el gran cuerpo de Caraxes se hunde junto con su jinete. Sus ojos siguen fijos al hermoso cielo azul despejado y solo con eso cierra sus ojos y permite que el agua entre a sus pulmones, muriendo así luego de una gran lucha.