Capitulo 10.

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Aegon no pensó que las lunas pasarán tan rápido, al igual que los años, ya que en un abrir y cerrar de ojos él ya tiene once onomásticos. No es el único que había crecido en ese tiempo, sus hermanos junto con sus sobrinos también lo habían hecho. Helaena tiene nueve, Aemond ocho y Daeron tan solo cuatro; sus sobrinos tienen cuatro y tres años, y ambos siguen a Aegon como unos patios que persiguen a su madre. 

Fue delirante para Aegon cuando se interesó en sus sobrinos, se había dicho que no se acercaría y lo primero que hace es acercarse, aunque piensa que fue inevitable, ya que Rhaenyra siempre estaba con ellos y por ende sus hijos también. No había pensado que ese encuentro podría ser favorable para ellos, por el hecho de que Aemond y Lucerys podrían compartir más, lo que no llevaría a aquel desafortunado enlace en Marcaderiva. Así que él sacaría provecho de esta gran oportunidad que se le dio en bandeja de plata.

Lo que no esperaba era que Jacaerys se pegará a él como una espina en su costado, el niño de cuatro siempre andaba detrás de él junto a Lucerys de tres, ninguno de los dos dejaba de seguirlo sin importar cuánto trataba de escapar. No le molestó eso, solo que no se sentía bien tener a los niños que murieron por su culpa (por culpa de su madre, su abuelo, por aquellos que no entendían que una mujer podía sentarse en el trono de hierro) mirándolo con admiración absoluta. Fue difícil, pero se pudo acostumbrar rápidamente, solo los dioses saben cómo Aegon pudo hacerlo. 

Olvidándose de eso por un momento, se concentra en lo que pasa en su alrededor y eso sería que las cosas en el desembarco del rey están tensas. Principalmente con su madre y abuelo, que no podían acercarse a ellos como tanto querían y por el hecho de que ellos pasaban tiempo con Rhaenyra y sus bastardos; el único que parecía entusiasmado por ese hecho, fue, cómo de costumbre su padre Viserys. No le impresionó eso, así que hace lo mismo que ha estado haciendo todos esos años, ignorando la existencia del hombre que comparte su sangre. No fue difícil hacer eso, Daeron junto a sus hermanos y sobrinos llenaban su agenda del día, así que no veía a su padre o madre, Incluso a su abuelo, ya que estaba ocupado con los niños que cría y cuida.

Con cuidar de sus hermanos, para Aegon es más que suficiente, sus niños son tan energéticos y suaves que se pregunta el porqué su madre había cambiado sus naturalezas para convertirlos en cosas tan frías y sin corazón alguno. Pero Aegon lo cambio, ahora es él el que está criando de sus hermanos y no los convertiría en cosas horribles como asesinos de parientes o en una doncella que muere de forma trágica, él los convertiría en lo mejor de ellos mismos. En las personas que estaban destinadas a ser en un primer lugar. 

-Hermano, Jacaerys está diciendo que él es tu favorito.- Aemond hace un puchero mientras mira a su sobrino de cuatro años que está pegado al costado de Aegon.

-Porque lo soy, tengo pruebas que lo dicen.- dice con una sonrisa, para el disgusto de Aemond.

-Yo no tengo favoritos, niños.- dice cuando nota que Aemond y Jacaerys no se quieran la mirada, porque realmente no quiere una rivalidad solo por su atención.

-Lo tienes, y ese soy yo.- dice el pequeño Daeron que se encuentra en su regazo con una sonrisa, todas las miradas de los presentes va hacia Daeron, parecían listos de darle vuelta a las palabras, pero no lo hicieron sorprendentemente.

-Hm, eso es verdad, Daeron siempre es el favorito de todos nosotros, así que no hay que pelear por ello.- Realmente Aegon no se sorprende cuando Helaena dice eso, y cuando todos la siguen dándole la razón. Pero ella tiene razón, Daeron es el niño preferido de todos ellos, pero en el corazón de Aegon todos ellos son especiales para el y los ama con todo su ser.

-De cualquier forma no tengo favoritos, los amo a todos ustedes, mis pequeños dragones.- dice con una sonrisa haciendo que todos en el lugar lo miraran con enrojecimiento en sus mejillas y una sonrisa suave, era raro ver qué tenía tal efecto en ellos, cuando antes no lo había tenido.

(Siempre fue manipulado por su abuelo o su madre, con Aemond solo había discusiones, peleas hasta que un día se fue y murió a manos de Daemon, luego estaba Helaena, la dulce niña que era tan protegida que no sabía cómo acercarse a ella, y de Daeron... El niño que no había visto luego de que su padre lo mandara a Antigua para ser el copero y escudero de su abuelo.) 

Aquí Aegon no tiene que preocuparse por eso, porque ahora todo es diferente, él es diferente y está bien con eso, ya que puede proteger a las personas que ama con ser diferente, ser más fuerte e inteligente. Ser un hombre capaz de salvar a sus hermanos y sobrinos del oscuro futuro que les esperaba antes de que Aegon lo cambie (de eso está seguro, él puede hacerlo).

(Aegon desea poder convencer a sus hermanos y sobrinos de que se suban a su dragón y desaparezcan juntos, dejando atrás lo que tienen, pero sabe que eso no es posible. Nadie abandonaría a su familia o al derecho que es suyo por nacimiento y eso Aegon lo sabe bien, tan bien que duele saberlo.)

-No digas cosas tan vergonzosas, hermano.- Aemond lo reprende con sus mejillas aún enrojecidas, parecía avergonzado, así que Aegon hizo una expresión de tristeza fingida.

-Oh, pensé que te gustaba, pero veo que has crecido mi dulce Aemond. No me queda de otra que darles mi amor a Daeron, Lucerys, Helaena y Jacaerys.- los mencionados rápidamente lo miraban y se aprietan con él en un dulce abrazo, por otra parte, Aemond parecía horrorizado por su expresión y rápidamente quería aclararse.

-¡No, no es vergonzoso, me retractó hermano!- dice para acercarse a él y abrazarlo, Aegon suelta una risa y mesa la frente de Aemond.

-Lo sé, Aemond, era una broma.- un puchero aparece nuevamente en el rostro de Aemond, pero sigue pegado a él como una cría dragón. 

-No dúo risa, tonto hermano.- 

-Lo siento, lo siento. Prometo que no haré más esas bromas.- dice entre risas, ganándose una mirada suave de aquellos ojos indigos.

-¿En serio lo prometes?.-

-Lo prometo.- dice asentido con la misma sonrisa. Es una promesa que hace para sus cinco dragones bebés, los cuales no dejaría que les pase nada de nada. 

Porque él los protege.

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Todo lo que piensa bien tiene que acabar en algún momento y para Aegon este fue. Su abuelo y madre habían comenzado a prepararlo para ser rey a pesar de sus negativas, ellos no escuchaban y le seguían metiendo aquellas ideas que siempre lo dejaban paralizado en su antigua vida.

-Rhaenyra no nos va a hacer nada, ¿Por qué insistes en que ella lo hará?.- le pregunta a su madre, ya cansado de que sea arrastrado a la fuerza en cada momento que le encuentran, su madre lo mira con furia en sus ojos, una furia que él conoce muy buen.

(Vio aquella furia cuando Aemond murió y ella colapsó diciendo que él debía morir ‘¿Por qué no moriste tú? ¡Siempre te he aborrecido, nunca te quise!’ ‘Tú no eres hijo mío’) 

-¡Porque ella lo hará! ¡Eres un reto para ella!.- dice agarrando su rostro con trata fuerza, que le recuerda ese momento de su pasado.- ¡Eres el reto, Aegon! ¡Simplemente viviendo y respirando!.- Aegon no aguanto más y la aparto de una manotada, dando así tres pasos atrás para mantener la distancia.

-No haras que sea un usurpador de nuevo, tampoco me tocarás, ni te acercaras a mí o a mis hermanos si es que sabes lo que te conviene, Alicent.- escupe su nombre con tanto veneno que hace estremecer a la reina y que de un paso atrás.- Te lo advirtió ahora, no trates de convencerme de ser rey o de envenenar la mente de mis hermanos con tus mentirosas palabras, si te atreves a hacerlo, te daré a los dragones tal y como hice con aquellos guardias hace cuatro años.- Aegon puede ver la expresión de horror que aparece en la expresión de su madre y sonríe por eso.- Dile eso al abuelo también, que tenga cuidado, porque uno no sabe cuando un dragón mata accidentalmente a una persona.- solo con eso él se va dejando atrás a una horrorizada Alicent, que solo veía a su hijo como un monstruo luego de lo que acaba de confesar.

Ella pensaba que su hijo se había corrompido por la sucia sangre de dragón que corre en sus venas, tanto así, que comienza a rezarle a los siete que se lleve al monstruo que tenía por hijo.

Sangre renacida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora