Capitulo 38.

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Lynna observa a sus dos hermosos gemelos de un año, son hermosos con sus ojos violetas, cabello blanco como la nieve, y parecía que estaban ansiosos por esperar a su padre, luego de la última visita hace dos días. Maeker y Jaehaera observan a su madre con una sonrisa de bebé, era como si supieran que su padre iba a venir a verlos.

Aegon antes de irse le dijo que volvería para verlos, no dijo cuando o a dónde se iba, solo dijo que iba a volver a verlos. 

(un mal presentimiento se había apoderado del pecho de Lynna, pero aun así dejo que su amado saliera por esa puerta)

-Su padre vendrá a vernos hoy queridos, estoy segura de eso.- ella dice con una sonrisa tocando las mejillas regordetas de sus bebes, haciendo que rían suavemente por eso. 

Fue un hermoso momento que tuvo que ser arruinado por el golpear de la puerta.

Lynna deja pasar a la única persona que está con ella y ese es Ser Harwin, tal vez para hacerle saber que Aegon estaba ahí, pero cuando vio al caballero entrar solo... Supo que algo andaba mal.

-Mi señora.- la voz del Ser era lineal, no había emoción en ella y Lynna no pudo evitar que el malestar que ha estado en la superficie comienza a crecer más.

-¿Qué sucedió?.- Ser Harwin se tensa antes la pregunta de la señora Targaryen.

-La guerra ha terminado, mi señora.- hay más, Lynna lo sabe, a pensar que su ser se llena de alivio al escuchar aquellas palabras luego de dos años de guerra, por fin había terminado. Pero siente que hay algo más que Harwin no había dicho.

-Y que más.- observa al caballero tomar una gran respiración y mirarla con tristeza, ella ya sabía que lo siguiente que diría no le iba a sentar muy bien.

-El príncipe Aegon murió hace dos días.- una sola frase hace que el mundo de Lynna se destruya por completo, ella traga con fuerza y se gira para mirar hacia la ventana para que el caballero no la mire.

-¿Cómo?.- pregunta sin aliento, se siente como si le hubieran quitado el aire y ella no puede evitar llevar sus manos hacia su vientre.

-El príncipe Aegon lucho contra el usurpador Daemon y murió junto con él... Dicen que el dragón del príncipe Aegon es lo único que queda con él y que morirá dentro de poco por sus heridas; es por eso que la princesa Helaena me dijo que la llevara a desembarco del rey para una despedida para nuestro príncipe.- Lynna aprieta sus manos con fuerza, siente que puede llorar en ese momento, siente el cómo su garganta se cierra, el cómo su pecho se le oprime y el cómo sus ojos comienzan a lagrimear. 

-Entiendo... ¿Cuándo hay que partir?.- pregunta mientras tuerce sus labios y las lágrimas comienzan a correr por su rostro.

-Esta misma noche, mi señora.- Lynna aprieta sus labios para respirar hondo y exhalar el aire en sus pulmones. Aun dándole la espalda al caballero hace que su voz funcione sin vacilar.

-Entiendo, si me disculpa Ser Harwin, necesito un momento a solas.- 

-Como diga, su alteza.- escucha a Ser Harwin salir de la habitación, dejándola a ella junto con sus bebés. Lynna se gira para caminar hacia la cuna de sus niños, observa como ellos le sonríen con cariño; tienen la misma sonrisa que Aegon, solo con ese conocimiento ella llora desconsolada mientras acaricia con suavidad la cabeza de sus niños.

Aegon está muerto.

Su esposo, el padre de sus hijos, está muerto.

Ella llora desconsolada que cuando cae la noche y es hora de irse, sostiene a sus hijos con una mirada vacía, sus ojos están rojos e hinchados, como si su vida se hubiera ido, y tal vez lo hizo. Después de todo, Aegon II Targaryen era el alma gemela de Lynna Snow, estaban destinados a arder juntos no solo uno, dejando al otro solo en el mundo.

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Desembarco del rey es frío, roto y en estado de construcción, no hay luces en el lugar, excepto tal vez las luces de las velas en el centro de la ciudad, donde la mayoría de la gente junto con la familia real se encuentra dando una despedida al héroe de todo Westeros. 

-Nuestro príncipe fue muchas cosas, un buen hijo, niño, hombre, protector, esposo, padre...- la reina se detiene unos momentos cuando mira a Lynna y a los bebés que tiene en sus brazos, la reciente viuda mira a Rhaenyra y le sonríe suavemente.- Pero sobre todo fue un gran caballero, un héroe que nos salvó a todos de la tiranía de un usurpador, de alguien que solo ejercería el poder con el miedo y nada más que eso. Gracias a su sacrificio nos podemos levantar de nuevo, haré que este reino se levante y que los conspiradores de destruir la ciudad, de darles la espalda a los verdaderos herederos sean castigados severamente; eso es lo que nuestro príncipe hubiera querido, lo que sé que hubiera hecho.- fue un grandioso discurso que todos los plebeyos de la ciudad levantaron sus velas a lo alto, haciéndole saber a su reina que todos estaban de acuerdo con su palabra.

Lynna observa a todos los plebeyos, a los caballeros y a toda la familia de Aegon que se convirtió en suya cuando se casó con él; observa como ellos le dan su respeto, sus lágrimas, su dolor a su pérdida y ella lo ve, ve lo amado que fue Aegon II Targaryen.

<Fuiste amado, querido, eres amado aún con dolor. >

Ella llora sin hacer ruido, observa a sus bebés, los niños no lloran, solo la miran y le sonríen con dulzura. Ella no puede evitar sonreírles también.

-Todo estará bien, mis amores. Mamá los cuidará, los amara y les dará todo el amor que su papá les hubiera dado. Prometo.- promete besando las cabezas de los bebés mientras una lágrima cae por su mejilla, es una promesa que en su corazón también canta.

Luego de la ceremonia, esa misma noche, Lynna con sus bebés van a ver a Sunfyre, ya que muchos dicen que no pasaría la noche. Con cuidado, Lynna baja hacia pozo dragón y ella observa a la dragona que gimotea débilmente, se acerca con sus bebés hacia ella y se pone cerca de uno de los ojos de Sunfyre, para que ella los vea.

-Sunfyre ha estado débil antes, pero creemos que no pasará de esta noche, no con esas heridas.- dice Aemond que se encontraba a su lado, observa con tristeza al dragón.

-Entiendo.- ella susurra para apoyarse suavemente sobre el hocico del dragón, una persona cuerda estaría haciendo todos menos eso, pero ella conoce al dragón y sabe que ella no le haría daño.- Hola Sunfyre, gusto verte una vez más.- susurra con suavidad, siente a la dragona soltar un sonido lamentablemente, como si estuviera llorando o estuviera de luto. Lynna sabe que Sunfyre lo está.- Lo sé, hermosa, lo sé... Duele mucho que él no esté.- Sunfyre suelta un ruido, como si estuviera de acuerdo con ella.- Mira, Sunfyre, Aegon nos dejó dos tesoros más, dos pequeños y hermosos dragones.- El ojo rasgado de la dragona bajan hacia donde Lynna sostiene a Maeker y a Jaehaera en sus brazos. Sunfyre ronronea despacio, haciendo que los bebés la miraran y soltaran gorgoteos de felicidad.

-Grr.- un gruñido de dolor interrumpe el ronroneo haciendo que Lynna mire al dragón, el cual estaba llorando mientras seguía observando a los niños. La Targaryen sabe lo que la dragona está pensando.

(ella había pensado lo mismo cuando miro a sus niños)

-Lo sé, se parecen a él...- un pequeño silencio se forma cuando los bebés tocan la gran piel del dragón; sus escamas doradas y arruinadas.- Puedes ir, Sunfyre. Estoy segura de que Aegon te está esperando, puedes ir con él; sé que te habrá dicho que debes cuidarnos, pero todo estará bien, nosotros nos cuidaremos bien.- los ojos del dragón dorado miran a Lynna y ella le sonríe.- Puedes descansar, querida.- y como si eso fuera todo lo que Sunfyre necesitara, ella cerró sus ojos y con eso soltó su último aliento.

El dragón de Aegon II Targaryen había muerto para ir con su jinete.

La guerra había terminado matando a todos de la casa Velaryon, acabado con dos vidas de la casa Targaryen y con otras muchas vidas que ni siquiera estaban en vueltas en esa guerra. Vidas inocentes tomadas por una guerra entre familia.

La casa Targaryen nunca volverá a ser la misma, luego de eso, todo Westeros no volverá a ser el mismo, por esos dos años de guerra que les quitaron muchas personas amadas.

Sangre renacida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora