Cuando el pequeño momento de felicidad había pasado, la inquietud y preocupación ahora controlaban el cuerpo de Aegon. Estaba en una guerra, una donde podía contarle todo, donde los más leales pueden volverse traidores y vender información muy importante al enemigo. Pero esto no saldrá de sus aposentos, solo Lynna y él sabrán sobre los bebés por venir.Con eso en mente, Aegon mira a Lynna, la cual aún tenía una gran sonrisa en su rostro, cosa que borrará culpa de él y le duele que eso sea así.- Tienes que irte de aquí.- Lynna levanto su rostro y la expresión de alegría se había remplazado por una de confusión.
-¿Qué?.-
-Tienes que irte de desembarco del rey, de Westeros, tienes que ir a un lugar seguro. Uno donde la guerra no llegue, Lynna.- Aegon nota la expresión confundida siendo transformada por una de angustia y sus manos rápidamente Román la del príncipe.
-No, no puedo hacer eso. Soy tu esposa, Aegon, dije que me quedaría contigo y resolveríamos nuestros problemas juntos.- la dulce Lynna dice con su voz sollozante mientras las lágrimas comenzaban a manchar sus mejillas.
-No podemos resolver esto juntos, no podemos, Lynna. No a este problema.- él le dice con una mirada triste, con ojos llenos de lágrimas que aún no caen. Lynna niega con la cabeza ante lo dicho.
-Po-podemos encontrar algo, podemos...- ella se ahoga en sus palabras y con la cabeza baja comienza a llorar, las lágrimas se notaban caer sobre el hermoso vestido que llevaba puesto.- N-no... No me pidas que te abandoné.- dice con su voz rota, luego de que se había quedado callado por unos segundos. Aegon sorbe las lágrimas que habían querido caer, toma el rostro de su amada en sus manos y hace que ella lo mire.
-Tienes que hacerlo, tienes que ponerte a salvo, a ti y a nuestra niña o niño. Tienes que dejarme aquí y ponerte a salvo, ¿Entiendes?.- Lynna solo puede llorar mientras sostiene las manos de Aegon, que todavía están sosteniendo su rostro.- dime qué entiendes, Lynna.- dice con voz sería, a pesar de que tiene su corazón al borde de su garganta y de que no le permite ser débil en este momento. Lynna tiene que decirle que lo entiende, tiene que hacerlo para que Aegon no sé derrumbe en esos momentos.
-Yo, yo... Lo entiendo.- las últimas palabras salen a regañadientes, pero es todo lo que Aegon necesita para besar el rostro lloroso de su esposa.- Te amo, te amo, te amo...- repite una y otra vez llorando mientras que Aegon sigue besando su rostro con dulzura.
Aegon escucha la palabra que repite su esposa y tiene que tomar una gran bocanada de aire para no dejar salir el sollozo que pica en su garganta. Abraza a su esposa con fuerza y ella hace lo mismo. Entonces Aegon devuelve las palabras que Lynna tanto repite.
-También te amo. Te amo demasiado, mi dulce Lynna.-
Cuando los sollozos de Lynna cómo las lágrimas traidoras que caían del príncipe se detuvieron, se quedaron en silencio abrazándose por lo que fueron horas, hasta que Lynna decidió hablar.
-¿Co-cómo los llamaremos?.- la voz ronca de Lynna por llorar hace que Aegon se sienta más culpable de lo que ya es.
-¿Cómo quieres llamarlos, esposa?.- Aegon siente como el cuerpo de Lynna se relaja en sus brazos y apoya su barbilla en su hombro.
-No sé mucho de nombres Targaryen, esposo, pero hay dos que me gustaron si es un niño y uno si es una niña.- ella susurra algo apenada, como si fuera malo que ella no supiera nombres que pueda ponerle a sus hijos Targaryen.
-¿Cuáles son, esposa?.- Aegon le pregunta con voz suave, haciendo que ella se calme y siga adelante con los nombres que ha tenido planeados.
-Si es un niño, me gustaban los nombre como Maekar o Aenys, si es una niña me gustaba el nombre de Jaehaera o Jocelyn. Todavía no me decido cuál ponerles- Aegon sufre cuando escucha el nombre de su niña, pero de igual manera ayudará a su esposa a elegir el nombre de su niña o niño.
-Me gusta el nombre Maeker si es un niño y el nombre Jaehaera si es una niña, pero estarán bien los nombres que tú decidas, después de todo, eres tú la que los llevara por nueve meses, cariño.-
-Hm.- es un pequeño ruido de entendimiento lo que Lynna le da. El silencio se forma luego de eso y no se rompe luego de que Lynna hablara.- ¿Cuándo tengo que partir?.-
-Esta misma noche, enviaré un cuervo al príncipe de la ciudad de Allende, el Mar Angosto. Le pediré que te mantenga oculta hasta que la guerra acabe.- Lynna asiente con la cabeza, las lágrimas comienzan a bajar de nuevo por sus mejillas, pero no hace ruido alguno. Aegon solo puede atraer a su esposa hacia él y abrazarla como si fuera la última vez (tal vez lo sea).- Todo estará bien, Lynna. Prometo volver, lo prometo.- Ambos saben que tal vez esa promesa nunca se cumpla, pero la esperanza y la negación harían que Lynna creyera en esas palabras.
Solo con ese momento, Lynna y Aegon llorarían juntos, y tal vez alguien comenté porque hay sollozos que provienen dentro de los aposentos del príncipe Aegon, pero no hay nadie ahí que pregunte ese hecho, ¿No?.
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.Al final, Lynna se fue ese mismo día hacia la ciudad de Allende con un caballero que la cuidaría y ese es Ser Harwin, que había jurado proteger a su esposa mientras se quedaban en Mar Angosto. Mirando como se iban por el mar, Aegon le sonrió por última vez a su amada y se dio la vuelta para volver a la guerra que está por comenzar.
Su familia habían notado el humor apagado de Aegon y la ausencia de Lynna, pero ninguno quiso preguntar nada de eso. El único momento que se lo vio más como él fue cuando Jacaerys, Aemond, Lucerys y Daeron habían vuelto a casa sanos y salvos con la lealtad de las casas previstas. Aun así, estuvo algo apagado luego de eso hasta que Helaena tuvo suficiente y fue a hablar con su hermano.
-¡Aegon!.- exclama su nombre cuando abre las puertas de la habitación y se adentra en ella. Aegon casi se cae de la cama cuando su hermana interrumpe en su habitación de la nada.
-¿Qué…? ¿Helaena, por qué entras así de la nada?.- pregunta malhumorado el príncipe por su sueño interrumpido.
-He venido a hablar, hermano.- ella dice mientras se acerca y se sienta en la cama de Aegon, mientras que ese mismo todavía se acomodaba para dormir.
-¿De qué?.-
-De tu comportamiento y de Lynna.- Helaena nota como el cuerpo de Aegon se tensa cuando escucha el nombre de Lynna, como también cuando él se sienta sobre la cama y la mira con ojos serios.
-¿Qué quieres saber?.- pregunta serio, haciendo que Helaena se ponga recta y vaya directamente al grano.
-Sabes lo que quiero saber; sabes que todos nosotros nos dimos cuenta de que ella no está y de que te has vuelto algo distante, así que, ¿Donde está ella? ¿Qué ha sucedido?.-
-Ella está bien y no puedo decirte dónde está, tampoco lo que está sucediendo.- Aegon es tan seco cuando dice eso, no es que no quiera decirle a su hermana lo que sucede, sino que hay ratas escuchando cada movimiento que pueden poner en peligro la vida de Lynna.
Helaena nota el semblante preocupado de su hermano y ella se acerca a él, toma su mano y hace que la mire a los ojos.- Los dioses lo saben, ellos me dijeron, bebés hermosos nacen.- solo con eso tiene toda la atención de Aegon, él la mira como si no pudiera creer lo que estaba escuchando, pero lo hace. Su hermana es una soñadora después de todo.
Aegon asiente con la cabeza ante lo dicho y Helaena le da una hermosa sonrisa llena de alegría, ella lo abraza y Aegon también lo hace, después de todo, son felices con la noticia. Pero como dicen por ahí, cada noticia alegre es opacada por una de desgracia.
-¡Tío Aegon!.- Jacaerys entra a su habitación todo sudado y con una mirada de preocupación como de ansiedad.
-¿Qué sucede?.- pregunta saliendo de su cama y acercándose a su sobrino todo preocupado. Jacaerys sostiene los brazos de Aegon y lo mira con emociones tan juntas y complejas, pero que el príncipe Targaryen conoce muy bien.
-Está comenzando.- no hace falta que Jacaerys diga más, sabe a lo que se refiere.
El rey ha muerto.
La tormenta ha llegado y la guerra con ella.
Negro contra rojo ha comenzado.
Fuego y sangre.
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Sangre renacida.
Hayran KurguAegon muere y tiene la oportunidad de volver al pasado, esta vez, él cuidará de sus hermanos menores que claramente necesitan terapia, pero bueno, ¿Quién no la necesita en toda su maldita familia?. Estos personajes no me pertenecen, pertenecen a Geo...