Capitulo 20.

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Aemond, Helaena y Daeron están preocupados por su hermano, él no ha dicho nada desde que llegaron a su aposento. Solo se había encargado de consolar a Daeron y le explicaba que todo estaba bien, excepto que no lo era, su rostro sangrando les hace saber eso. Pero Aegon solo les sonreía algo tembloroso, aunque no se habría notado si no fuera porque conocían muy bien a su hermano. Sus manos temblaban ligeramente.

Esa misma tarde se habían enterado casualmente que la nariz de su hermano había estado rota y los maestres tuvieron que reacomodarla, no solamente eso, sino que su labio estaba partido y tendrá un gran moretón en su mejilla que no sé irá hasta por muchas semanas. Fue tan doloroso para Aemond, Helaena y Daeron escuchar eso, que tuvieron que hacer un gran esfuerzo para no ir a romperle las manos al rey en estos momentos, por no ir a golpearlo.

Su hermano los había criado de forma respetuosa y justa, saben que eso no era lo correcto.

(A pesar de que la sangre de dragón en sus venas y corazones cantaban para que realicen un asesinato)

Más tarde le contaron a sus sobrinos lo que había pasado, cuando estos habían ido a buscar a Aegon a su aposento, ya que no se lo veía por dos días seguidos en ninguna parte del castillo. Cuando ellos vieron el rostro de Aegon magullado y aun con rostro de sangre exigieron que les diga quien fue el canalla, que se atrevió a golpearlo, Aegon había negado y les dijo que no fue nada, que él se había caído por su descuidó.

Ellos saben que eso fue una mentira.

Por eso cuando les preguntaron a sus otros tíos, estos les dijeron lo que paso, decir que no estaban sorprendidos y enojados con lo que estaban escuchando, era como decir que sus dragones no son los más hermosos del mundo. Jacaerys y Lucerys se encontraban divididos en que hacer, querían ir y golpear a su abuelo por lo que había hecho, querían ir a decirle a su madre lo ocurrido para que defienda a sus tíos, pero también querían ir con su tío y consolarlo. Ellos decidieron lo último.

-niños, no hace falta que se queden conmigo, pueden ir a entrenar si es lo que quieren.- dice Aegon a los cinco Targaryen que se habían instalado en su habitación como guardias para su protección.

-Nos quedaremos aquí, tío, no nos moveremos.- dice Jacaerys mientras se negaba a despegarse del lado de Aegon.

-Pero...-

-Podemos entrenar luego, hermano, solo déjanos estar aquí, ¿Por favor?.- Aemond no podía a menudo algo, así que por naturaleza Aegon asintió a sus palabras.

El silencio cómodo inundó la habitación mientras que los cinco niños (a los ojos de Aegon) se acostaron en sus piernas o a su lado también. Aegon había estado leyendo un libro cuando Daeron hablo.

-¿Puedes leernos un poco, hermano?.- la voz de Daeron es suave y algo vacilante, él todavía estaba algo nervioso por ver a su padre golpear a su hermano. Él nunca había visto ese tipo de violencia contra la persona que lo crio y realmente se encontraba entre asustado y enojado, también había otras emociones que no podía explicar, pero todo lo que quiere ahora es que su hermano le lea el libro para que su miedo se tranquilice.

Daeron sale de sí mismo cuando siente como la mano cálida de Aegon acaricia su cabeza con suavidad.-Claro, Daeron, puedo hacer eso.- dice para comenzar a leer el libro en voz alta, le sorprende que su hermano esté leyendo libros sobre la familia baratheon, porque no conoce mucho de ellos, pero no le importa lo que su hermano lea con tal de escuchar su voz.

Se duerme sin que lo sepa con ella y sus hermanos y sobrinos lo hacen con él.

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Las cosas se habían vuelto intensas con respecto a la relación de los hijos del segundo matrimonio del rey con este mismo. Ellos nunca se encuentran en la misma mesa que él o siquiera se encuentran con él en absoluto, es como si nunca existieran en ese castillo. Solo los guardias que estuvieron afuera de la sala del trono saben por qué es eso. 

Sangre renacida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora