—¡Solo no me lo vayas a picar! —me advirtió mi novia al mismo tiempo que abría con los dedos el párpado de su ojo derecho.
Tragué saliva, no estaba listo. Los lentes de contacto siempre me causaron ansiedad. Luego de haber leído tantas historias acerca de lo peligrosos que eran, sentía que el ojo de Babi dependía de mi tacto y habilidad. Además, no ayudaba mucho que estuviésemos en un rincón de la cafetería de la escuela y que más de un curioso se detuviera a ver qué chingados estábamos haciendo.
—¡Hazlo de una vez, Francisco! —exigió.
No me lo pensé más, coloqué el pequeño plástico en su ojo. Retiré el dedo al instante y suspiré de alivio al no escuchar un grito o algo por el estilo. Ella parpadeó un par de veces, una lágrima bajó por sus mejillas y se la limpió con el dorso de la mano. Acomodó tras una de sus orejas un mechón rebelde de cabello que se le escapó de su peinado y después me dedicó una sonrisa.
—No entiendo, ¿cómo pudo salirse de la nada? —pregunté con estupor.
—Me desvelé leyendo anoche y por eso he estado tallándome los ojos todo el día —respondió sin inmutarse. Me enfoqué en su rostro y noté el par de ojeras que en vano había intentado ocultar con maquillaje—. No es la primera vez que pasa que uno se salga en el peor momento, ahora nos tocó antes de entrar a la cafetería. En una ocasión mi mamá tuvo que hacer lo mismo que tú, pero en la piscina.
No comprendía por qué ella hablaba de aquello como si fuese cualquier cosa. Para mí había sido impactante ver a la lentilla salirse de su ojo y llegar hasta su mejilla. Muy digno de una escena de terror.
—Deberías ahorrarte la tortura de los lentes de contacto y mejor usar los de armazón —dije, puse una mano en su espalda, incitándola a movernos, ya que continuábamos llamando la atención del resto.
Ella hizo un mohín y cruzó los brazos, al tiempo que comenzaba a andar.
—Tú me habías dicho que mi mayor atributo eran mis ojos azules. —Volvió más gruesa su voz, intentando escucharse autoritaria—. Con un par de lentes feos no se van a lucir, además, me voy a terminar viendo como tonta.
Negué con la cabeza y me tragué mis comentarios, en su lugar, continué caminando junto a ella para ir a nuestra mesa. Nada había cambiado desde el ciclo pasado, seguíamos sentándonos en un sitio en el centro, donde no pegaba el sol, no nos hallábamos cerca de los baños o la salida y teníamos una panorámica casi perfecta de la cafetería completa. Nos estaban ya esperando Sandy, la mejor amiga de Babi y su novio, Trevor. A veces compartíamos con más personas, pero ese día la suerte no estuvo de mi lado, así que tendría que soportarlos.
Babi y yo nos sentamos frente a ellos. Como moría de hambre, saqué con celeridad mi almuerzo de la mochila y, pese a que estaba frío, comencé a devorármelo. No era tan desagradable, solo eran unas rebanadas de pizza de la noche anterior y ya sabes lo que dicen: la pizza fría es un manjar.
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El chico que cultivaba arrecifes | ✅
Fiksi RemajaFrank y Babi son la pareja ideal a los ojos de todos, el problema es que ambos se han enamorado a la vez de Dylan Friedman, el chico nuevo del colegio. 🪸🐠🪸 Frank y Babi están su último año de preparatoria y mientras él no podrá continuar con sus...