Capítulo 37: Feliz cumpleaños, Dylan

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¡¿En verdad había comprado los boletos de avión con destino a México?! No me lo creía, debía ser una puta broma

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¡¿En verdad había comprado los boletos de avión con destino a México?! No me lo creía, debía ser una puta broma. Los saqué y los miré con detalle, ambos tenían fecha para dentro de unos días.

—¿Frank, andas por ahí? —preguntó Dylan de repente, su voz venía del pasillo.

Di un respingo, había llegado y no me di cuenta.

—Aquí estoy —respondí, al tiempo que estiraba el brazo para que alcanzara a verme.

No tardó en entrar a la habitación y estar delante de mí. Me observó como quien lo hace con un niño pequeño que debe cuidar y después se sentó en el suelo, a mi lado.

—Soy masoquista, por eso estoy aquí —dije antes de que me lo cuestionara.

—¿Y qué es eso? —señaló a la caja azul que tenía en mi regazo.

—Cosas que dejó mi abuelo. —Tomé el sobre y lo acomodé dentro del contendedor, también hice lo mismo con los billetes de avión—. Es una carta que le hizo a Ana y un par de boletos a México, los que íbamos a usar.

Dylan abrió los ojos tanto como pudo.

—¿Y qué vas a hacer? —volvió a preguntar.

—Nada, solo aprender a vivir sin él. —Sonreí con amargura.

—Vete a México y entrégale a Ana el sobre que dejó Daniel —dijo como si hubiera hecho el descubrimiento del siglo.

Hice una pedorreta con la boca y negué con la cabeza.

—¿Y qué chingados voy a hacer allá? —pregunté con sorna.

—Ya te dije, darle la carta a Ana, tienes un boleto comprado, dinero, una propiedad y el plan que ya tenías con tu abuelo, no será fácil, aunque es una posibilidad.

Ya que me lo planteaba de esa manera no sonaba tan incoherente, pero aún no podía acceder a hacer semejante locura, pues mi familia explotaría si se me ocurría decirles mi nueva idea.

—¿Güero, tú quieres que me vaya lejos o qué? —Bajé la cabeza, sintiéndome también un apestado para él.

Nos quedamos callados, fue la primera vez en mucho tiempo que un silencio entre los dos no me sosegaba.

—Yo sé que tú quieres irte y que la única razón por la que no te habías decidido antes era yo. —Él puso una mano sobre la mía.

Era cierto, quitándolo a él de la ecuación, yo ya no me encontraba feliz ahí. La situación con mi familia ya era insoportable, además de que quería cumplirle ese deseo al viejo y a hacer algo por cambiar, al menos un poco, mi desalentador futuro.

—No puedo —pronuncié con dificultad, mis pensamientos no dejaban de contradecirse entre sí—, no quiero dejarte solo. Si me voy, no tendría una fecha de regreso exacta, todo podría pasar ahí y...

El chico que cultivaba arrecifes | ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora