Al llegar me encontré a Dylan viendo el interior de mi casa por encima de la coronilla del abuelo. Suspiré y asomé la cabeza, empujando un poco al viejo, lo que hizo que me ganara un golpe en la cabeza de su parte.
—¡Respeta a tus mayores! —me regañó el anciano.
Dylan subió las comisuras de sus labios. Mi familia, con todo y sus peculiaridades, lo hacía sentir cómodo.
—Y deja pasar al gringo, no seas grosero —remató el viejo antes de meterse a la casa.
Me hice a un lado, permitiéndole la entrada a Dylan. Él se limpió los zapatos en la jerga y se sacudió del cabello, sacándose unas cuantas cenizas. Las traía de la fogata de la feria, de ese empalagoso momento en el que las parejas se ponían a hacer el tonto junto al fuego. Imaginarlo con Babi así solo abrió más una herida que no cicatrizaría pronto.
—¿Puedo quedarme a dormir? —me preguntó de la nada.
Era la primera vez que un amigo pasaba la noche en mi casa. Pude haber soltado el pretexto de que no quedaba espacio debido a que estaban mis hermanos, pero no lo hice y creo que no tengo que explicarles el motivo.
—Sin problemas —balbuceé—, vamos a dejar tus cosas arriba.
Subimos las escaleras corriendo, y, una vez dentro de mi habitación, cerré la puerta con la espalda. Dylan tiró su mochila al suelo, se agachó en cuclillas y sacó su pijama de ahí. No le di importancia a aquello, hasta que se quitó la camisa, pues de no haber sido por la puerta me hubiese caído.
—Me urge sacarme de encima esta ropa, apesta a cenizas y tiene pasto seco —se quejó—. Ya nos hemos visto sin camisa antes, por eso no me avergüenza.
—Entiendo —sonreí con incomodidad.
Sacudí la cabeza para espabilarme y después me senté en el piso. Hice el esfuerzo sobrehumano de no mirar a Dylan mientras se vestía, pero fue en vano y acabé haciéndolo de forma descarada. Cuando terminó, se acomodó en el piso junto a mí.
—¡Babi me rechazó porque según va a hacerme daño si somos novios! —expresó frustrado, formó puños y los colocó en su regazo.
Abrí los ojos tanto como pude y apoyé la barbilla en una mano. Me alegré y apené a partes iguales, es complejo de explicar lo que esa noticia me hizo sentir.
—¡Pero ella y yo ya estamos casi todo el tiempo juntos, no entiendo nada!, ¡¿por qué sería diferente siendo novios?! —prosiguió, él comenzó a despeinarse con los dedos—. ¡Y yo sé bien lo que es encontrarse así de mal como está! ¡Puedo ayudarla a sentirse mejor!
—Cálmate, güero —agité las manos delante de mí—. Sé lo de los padres de Babi. Y es muy duro, por eso no se encuentra en una buena época.
—¡Ella necesita que no la deje sola!
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El chico que cultivaba arrecifes | ✅
Teen FictionFrank y Babi son la pareja ideal a los ojos de todos, el problema es que ambos se han enamorado a la vez de Dylan Friedman, el chico nuevo del colegio. 🪸🐠🪸 Frank y Babi están su último año de preparatoria y mientras él no podrá continuar con sus...