Capítulo 12: Cerebro fundido

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Dylan se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja, miró al suelo y empezó a balancearse sobre sus talones, tampoco se sentía cómodo enfrentándonos a ambos

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Dylan se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja, miró al suelo y empezó a balancearse sobre sus talones, tampoco se sentía cómodo enfrentándonos a ambos.

—Es normal que las novias vengan a visitarte cuando estás enfermo —repliqué con fastidio, estaba a la defensiva, igual que un animal asustado—. ¿Qué haces tú aquí?

—Me encontré a tu tía trabajando en el supermercado, me contó que te resfriaste y quería ver cómo te hallabas.

Tragué saliva, eso solo hacía todo más difícil. Babi se levantó de la cama y se acomodó entre los dos, también notó la tensión.

—¿Y si entras a platicar con nosotros? —le ofreció con una sonrisa.

Volví a estornudar, lo que hizo que Dylan diera un paso hacia atrás.

—Me acabo de acordar de que tengo que ir a hacer cosas. —Él señaló a la salida y caminó en reversa—. Debo darle de comer a mis corales y plantar los peces que se cayeron.

Antes de que pudiéramos comentarle que dijo las cosas al revés, se esfumó como una nube de polvo, dejándonos a ambos sin palabras y perplejos. Tendría que arreglar todo eso, pero no tenía idea de qué hacer. 

Tuve la mala suerte de que, al llegar a la entrada de la escuela, me encontrara a Dylan bajando del auto de Sawyer

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Tuve la mala suerte de que, al llegar a la entrada de la escuela, me encontrara a Dylan bajando del auto de Sawyer. Él se abrazó así mismo y noté como sus piernas temblaban, me pregunté si era por frío o por otra cosa, y si eso otro era yo. Aceleré mis pasos, necesitaba hablarle, aunque no tenía idea de qué, pero Babi llegó segundos antes que yo.

—¿Por qué te fuiste así de la casa de Frank? —le cuestionó ella.

Mi novia se acomodó junto a Dylan, cuidando su distancia.

—No estoy de humor para preguntas —espetó él—. Ayer les dije que tenía pendientes.

Babi escondió la barbilla en su bufanda rosada. Me paré junto a ella y, en lugar de tomar su mano o plantarle un beso, solo miré al frente. Como si el momento no fuese incómodo, solté un estornudo que hizo que Dylan pegara un respingo.

El chico que cultivaba arrecifes | ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora