Una vez dentro de mi habitación, reflexioné en el hecho de que estaríamos solos ahí por no sé cuánto tiempo. Sacudí la cabeza para sacarme de encima pensamientos que no debía tener, éramos un par de amigos haciendo un trabajo de Química, no tendría por qué haber algo raro.
Cuando terminé de mentalizarme, solté a Dylan, preparé mis pulmones y con fuerza grité en español:
—¡NO NOS INTERRUMPAN A MENOS QUE SEA PARA DECIRNOS QUE HAY QUE BAJAR A CENAR!
Mi atención se movió a Dylan, quien se cubría las orejas con las palmas y apretaba con fuerza los párpados. La tensión de la situación me hizo olvidar lo sensibles que eran sus oídos.
—Perdón, güero —dije, me dejé caer sobre mi cama y miré a la hélice del ventilador.
Pasaron algunos segundos hasta que el rubio por fin se incorporó. Lanzó un largo suspiro, sacudió su ropa y caminó a donde se encontraba mi cama. Sin preguntármelo, él se sentó en la orilla.
—Tu familia es ruidosa —mencionó mientras le hacía una inspección general a mi habitación.—. ¿Qué fue lo que gritó tu abuelo?
—No te esfuerces en entenderlo, así nos trata a todos. —Me arrastré hasta quedar delante de él—. Es un viejo amargado que odia estar en esta casa.
—¿Y por qué no se va?
—Él vive aquí porque, según mi mamá, él se encuentra enfermo y quiere mantenerse a su lado, pero el viejo anda como si nada, apuesto que tiene más salud que cualquiera de nosotros. —Alcé las manos, mostrando mi frustración—. Yo era el único de mis hermanos que no lo conocía y admito que me emocionaba, pero ya me cansó.
El viejo no se metía conmigo, no obstante, sí criticaba todo lo que hacían mis padres, y también solía escupir uno que otro comentario desagradable. Como la vez que mientras andaba por el pasillo del piso de arriba, lo escuché hablar por teléfono con su hermana y decir: no soporto al puto de tu nieto el repostero.
Ahí me confirmé que debía tenerle cuidado y que no lo quería husmeando en mis cosas.
—¿Cuántos hermanos tienes? —preguntó de nuevo.
Dylan se dejó caer sobre la cama, la distancia entre nuestros cuerpos era poca.
—Cuatro, soy el menor. —Volví a recostarme, pero cuidando la regla del contacto, además, que estuviésemos cerca en esa posición solo se prestaría para causarme pensamientos extraños—. Puede que te sorprenda, pero esta casa antes era más ruidosa. Ahora todos ellos están trabajando en otras ciudades.
Y no sabía si echaba de menos esos tiempos o no, pues era genial tener la habitación para mí solo o que sobrasen más piezas de pan y no tuviera que enfrentarme con alguien por una. Aunque también extrañaba no traer encima tanta atención, así como tener con quien charlar sobre cosas que no podía con nadie más.
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El chico que cultivaba arrecifes | ✅
Teen FictionFrank y Babi son la pareja ideal a los ojos de todos, el problema es que ambos se han enamorado a la vez de Dylan Friedman, el chico nuevo del colegio. 🪸🐠🪸 Frank y Babi están su último año de preparatoria y mientras él no podrá continuar con sus...