Capítulo 2: ¿Un Plan B?

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La reunión pareció durar apenas unos segundos en la mente de Daniela, que intentaba seguir los consejos de su agente y solo limitarse a leer lo que le indicaban

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La reunión pareció durar apenas unos segundos en la mente de Daniela, que intentaba seguir los consejos de su agente y solo limitarse a leer lo que le indicaban.

-Eso es todo por hoy señoras y señores- Habló el director- Gracias a todos por aceptar formar parte de este proyecto, mañana visitaremos las locaciones que utilizaremos aquí en Londres, pero hoy ya hemos terminado. Que tengan buen día.

Daniela estaba contenta con su actitud. No había metido la pata ni una sola vez, lo cual era un gran logro personal, pues lo que menos deseaba era quedar mal delante de las personas con las que trabajaría por varios meses.

La joven estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó como los presentes comenzaban a abandonar la sala hasta que uno de los trabajadores de producción llamó su atención.

-Srta. Calle, ¿Se encuentra bien?- Preguntó la muchacha frente a ella.

-Si, por supuesto- Anunció con la voz más dulce e inocente posible.

-¿Necesita ayuda para salir del edificio? Sé que a veces puede ser una odisea encontrar la salida- Daniela negó rápidamente con la cabeza, observando por primera vez a su alrededor, era una de las últimas personas allí.

-No es necesario, gracias- La chica asintió sonriendo. Daniela se levantó de su silla y comenzó a recorrer el camino por el que había llegado. Su mente comenzaba a caer en cuenta en algo...

¿Que iba a hacer?

Estaba sola, en una ciudad desconocida...

Su agente solo le dijo que debía tomar el primer vuelo a Londres, que un chofer la esperaría allí, y que el se encargaría de enviarle lo necesario para el viaje y reservaría una habitación de hotel para ella.

Sacó de su bolsillo el móvil, y rápidamente llamó a su agente, Sebastián Villalobos, pero tras varios timbrazos, la llamada fue directa al buzón de voz.

Otra llamada, buzón de voz.

Una tercera, lo mismo.

Justo cuando iba a intentar una cuarta vez, su móvil se apagó por completo.

-No, no, por favor, no- Alegaba presionando las teclas a los lados el aparato, sin éxito para encenderlo- Demonios.

Se llevó la mano derecha a la cabeza con frustración.

¿Que se suponía que debía hacer ahora?

No tenía ropa, ni manera de contactar a nadie...

El pánico comenzó a apoderarse de ella mientras su cabeza trabajaba a mil por hora intentando encontrar una solución.

Para colmo, las temperaturas frescas de Londres no iban nada acorde con el vestido corto y desmangado que portaba.

Intentó encender su móvil una última vez, obteniendo el mismo resultado, lo cual provocó que sus ojos comenzaran a humedecerse.

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