Capítulo 37: La Mejor Bienvenida.

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Poco a poco, Daniela se fue quedando dormida, aún con la cabeza reposada en el hombro de Poché, la cual sonrió al notar que la chica descansaba plácidamente

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Poco a poco, Daniela se fue quedando dormida, aún con la cabeza reposada en el hombro de Poché, la cual sonrió al notar que la chica descansaba plácidamente.

El chofer anunció que habían alcanzado su destino, y, tal como la primera vez que la trajo a casa, Poché pidió a uno de los guardaespaldas que la ayudara a subirla; tal y como aquella vez, Daniela no despertó hasta llegar al sofá del apartamento.

Lo primero que la castaña sintió al despertar en aquel lugar fue el inconfundible aroma de Poché, que impregnada cada rincón. Sonrió complacida antes de abrir los ojos por completo y encontrarse frente a frente con la dueña de su corazón.

-Mi amor- su sonrisa se amplió al ver otra dibujarse en el rostro cansado de su acompañante. La joven se incorporó un poco en el sofá, dejando espacio para que la morena se sentara junto a ella, esta lo hizo sin tardanza. Daniela se acomodó en su pecho, Poché comenzó a entrelazar sus dedos en el cabello castaño de Daniela.

-¿Te sientes bien, mi vida?- Preguntó por fin la actriz, su voz preocupada llamó la atención de la castaña, quien se incorporó hasta que su nariz chocó ligeramente contra la de la actriz.

-Mejor que nunca- Daniela no se contuvo en robar un ligero beso de sus labios, Poché sonrió nuevamente, antes de que la castaña se apoderase de sus labios nuevamente.

Tras separarse un poco, Poché se levantó del sofá con una sonrisa de oreja a oreja.

-Supongo, que ahora que vives aquí tendrás que familiarizarte con todo ¿cierto?- Daniela asintió, enviándole una sonrisa picarona. Poché la guió a la cocina- No tienes que preocuparte de ir al supermercado o algo así, todos los viernes hacen el pedido, y los Lunes llegan. Lo que sea que necesites solo debes escribirlo en esta lista, y el lunes lo tendrás sin falta, aunque, si lo necesitas con urgencia, siempre puedes pedirle a la chica del servicio que te lo traiga, ella es muy atenta.

-O puedo ir por a comprarlo yo misma- Aseguró de forma divertida, Poché asintió encogiéndose de hombros.

-Ella también se encargará de la limpieza diaria, así que no tienen que preocuparte de eso tampoco- Continuó su presentación- Contraté unos cuantos guardaespaldas extra para aumentar la seguridad de la mansión, y también para aquí- Daniela comenzó a negar con la cabeza en cuanto escuchó eso- También Sam se quedará aquí, el será tu guardaespaldas e irá contigo a cualquier parte.

-Por supuesto que no, mi amor, me voy a ver muy ridícula andando por ahí con un pingüino siguiéndome a cada paso que doy- Poché dejó escapar una carcajada ante el reclamo. Daniela sabía que nada haría cambiar de opinión a Poché al respecto, pero al menos tenía que intentarlo- La gente va a decir que ya ando creyéndome la más famosa del mundo y quién sabe cuántas tonterías.

-La gente no sabe que tienes a un demente vigilándote- Daniela dejó de sonreír, Poché se acercó a ella- Hazlo por mi ¿Si? Me volvería loca si algo malo vuelve a pasarte por mi culpa.

Daniela sujetó su rostro entre las palmas de sus manos, la obligándola a mantener la mirada fija en ella.

-No fue tu culpa, ya lo hemos hablado- Poché cerró los ojos, permitiendo que una pequeña lágrima rodara por su mejilla derecha, la cual Daniela limpió con el pulgar- Si te hace sentir mejor, acepto que me siga el pingüino, pero ya no te culpes más ¿De acuerdo?- La morena asintió, no demasiado convencida- Ahora, ¿Porque no mejor le enseñas dónde queda tu habitación?.

Poché dejó escapar una carcajada que dejó atrás el rastro que tristeza de su rostro.

-Conoces perfectamente dónde está nuestra habitación.

-Que hermoso ha sonado eso- Dejó escapar un suspiro- Nuestra habitación.

Sin decir más palabras, y sin saber exactamente quién guiaba a quien, se dirigieron a la habitación, donde poco a poco, fueron olvidándose de los problemas, y deshaciéndose de la ropa.

¿Qué más podía pedir Daniela Calle?
Amaba a aquella mujer con toda su alma, y en aquellos momentos de vulnerabilidad, en las que su cuerpo no parecía encontrar la manera de saciar su necesidad de ella, no podía imaginar un momento en el que no quisiera tenerla en su vida.

Las manos de Poché recorrían el cuerpo de la castaña como antes lo había hecho, pero la actriz sentía que volvía a descubrir cada pequeño detalle de su piel, cada nueva marca, cada nuevo vello, cada nuevo lunar...

¿Cómo había podido vivir tantos años sin Daniela? ¿Cómo sería la vida si algún día no la tuviera?

Sus manos seguían recorriendo el cuerpo de la castaña, mientras las de esta ahora también recorrían el suyo, entregándose el amor que ambas guardaban en su interior para la otra.

Pronto, el agarre de Daniela se hizo débil, al sentir el contacto de Poché en su zona íntima, lo cual indicaba que la morena iba por buen camino, por lo que Daniela aprovechó y también dirigió su mano a la zona íntima de su compañera.

En aquel momento, Daniela Calle dejó de ser Daniela Calle, y Poché Garzón dejó de ser Poché Garzón; en aquel momento, ambas se unieron, poniendo en duda si en algún momento habían sido dos unidades separadas, pues parecían más ser parte de un rompecabezas que encajaban tan perfectamente, que no parecía haber manera de separarlas.

Juntas tocaron el cielo, mientras sus dos cuerpos se fundían en uno solo, y sus mentes se pertenecían totalmente.

El agotamiento las obligó a separarse, aunque, por mucho que se les mirara, aún no se podía distinguir bien donde comenzaba una y donde terminaba la otra, pues, aunque sus cuerpos ya no estuvieran unidos tan íntimamente, su corazón siempre lo estaría.

-Te amo, Dani- susurró Poché con la voz entrecortada por el esfuerzo. Daniela se recostó entre sus pechos desnudos, sintiendo el calor que emanaba en su mejilla, antes de añadir:

-Yo también te amo, mi Poché.

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