Capítulo 34: Visita Inesperada.

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Poché odiaba que la vida de Daniela y la suya estuviera expuesta en los medios, pero tenía claro que ambas lo habían decidido el día en que se convirtieron en actrices

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Poché odiaba que la vida de Daniela y la suya estuviera expuesta en los medios, pero tenía claro que ambas lo habían decidido el día en que se convirtieron en actrices.

La morena apagó la tele tras terminar de ver la noticia; por su mente solo pasaba la imagen de Daniela, y un deseo de verla le recorrió el cuerpo, aunque sabía que lo mejor era quedarse allí, pues no quería que Johann la siguiera hasta el hospital y le hiciera daño nuevamente a su amada castaña. Por el momento, se conformaría con escuchar la voz de su amada a través de un teléfono, o con verla a través de una videollamada.

Tras un par de días, Daniela estaba bastante recuperada, y deseosa de abandonar aquella aburrida habitación de hospital.

El plan de la castaña era simple, en cuanto pusiera un pie fuera de su actual prisión, iría corriendo a ver a la dueña de sus pensamientos. Esos pocos días sin Poché se le habían hecho eternos, su cuerpo y su mente la extrañaban de una manera impresionante a pesar de entender claramente la situación.

Este sentimiento era compartido por Poché, quien, a pesar de haber estado un poco ocupada esos días en la búsqueda de una casa apropiada para sus hijos, no había conseguido sacar a la castaña ni un solo segundo de su cabeza.

Esa mañana de domingo, Poché se encontraba en la cocina de su nueva casa, la cual necesitaría una gran reforma, pero Poché estaba orgullosa de poder llamar a aquel lugar su "Hogar", esperaba que algún día, Daniela también pudiera denominarle como tal. Los pensamientos de la actriz se vieron abruptamente interrumpidos por el tono de llamada de su móvil, el cual resonaba desde el interior de su bolsillo.

-¿Bueno?- Contestó con una sonrisa tras ver que se trataba de una de sus personas favoritas en el mundo.

"Hola mi amor" la dulce voz de Daniela se sintió como una caricia en sus tímpanos. Poché sonrió un poco más. "Te llamo porque tengo un dilema"

-Diga pues- Poché seguía sonriendo abiertamente, esperando saber la nueva ocurrencia de su castaña.

"¿Tienes tú algo que ver con que haya uno de tus pingüinos parado en la puerta de mi habitación desde anoche?" Su voz se escuchaba entre reclamante y burlona. Poché dejó escapar una carcajada, pues sabía que la joven no tardaría en reclamarle su pequeño gesto.

-No le digas pingüino a Sam, mi amor, el está ahí para protegerte.

"No amor, su trabajo es proteger a gente importante como tú, yo no necesito ningún pingüino siguiéndome"

-Te equivocas- Aseguró la morena, quien ya estaba preparada para rebatir cualquier queja de la joven al respecto- Con lo sucedido en tu apartamento, necesito que estés protegida las 24 horas, y, al menos, mientras yo no pueda estar contigo todo el rato, tendrás a Sam- Se escuchó un resoplido al otro lado del móvil, anunciando que Daniela no opondría mayor resistencia- No te enojes amor, por favor, porque no mejor me cuentas que tal te sientes, ¿Ya te visitó el doctor hoy?

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