Sábanas desordenadas.

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Como yo ya me imaginaba, me iba a costar trabajo coger el sueño esta noche.
Aparte de que el tanga que llevaba Olga apenas cubría, empezó a rozar su culo contra mi entrepierna.
- Estás siendo mala, ¿lo sabes no?- Le dije a Olga mientras le daba un pequeño bocado en la oreja.
- ¿Yo sola estoy siendo mala? No veo que te quejes mucho.- Me dijo restregándose cada vez más contra mi.
- Pf... Vas a volverme loca de verdad. - le dije cogiéndole un pecho.
- Mm... - Soltó un pequeño gemido Olga.
- Me encantan también tus tetas.- Le dije mientras tenía una de ellas en mi mano.

La cosa cada vez iba subiéndose de tono. Olga no paraba de rozarse y a mi eso me volvía loca.

- Como sigas así voy a perder el control cariño.- Le dije a Olga.
- Pues vamos a hacer todo lo posible para que lo pierdas ¿no?- Me dijo mientras se giraba.

Y empezamos a besarnos, y ya nos subía el calor. Nos sobraba la ropa.
Le quité la camiseta a Olga y me fui directa a sus pechos. Comencé con pequeños bocaditos, con pequeños pellizcos en sus pezones.
Ella no paraba de gemir. Poco a poco fui bajando y le quité el tanga que llevaba toda la noche volviéndome loca.

- Este tanga lleva volviéndome loca toda la noche. - Le dije a Olga.
- Ese era mi propósito cariño. He visto más de una vez como me mirabas el culo.- Me dijo.
- Ven aquí, verás ahora quien se va a volver loca.- Le dije.

Me coloqué delante de su preciosa vagina, y mi lengua cobró vida por si sola.
Conseguí sacarle tres orgasmos solo con mi lengua, iba siendo hora de pasar a la acción.

- ¿Estas preparada? Voy a entrar cariño.- Le dije tanteando con mi dedo.
- Entra con dos directamente, me tienes súper mojada.- Me dijo ella.

Y era verdad, estaba tan mojada que no me costó trabajo ninguno entrar.
La intensidad iba subiendo, los gemidos salían de sus boca que era música para mis oídos.

- ¿Me explicas como eres tan así?- Me dijo Olga.
- ¿Tan así como?- Me reí.
- Pasas de tenerme cachonda como yo que se, a tenerme echada sobre ti súper blandita.- Me dijo.
- No sé cariño. Me gusta tenerte blandita y más si es consecuencia de lo que acaba de pasar.- Le dije dándole un beso.
- Dame unos minutos, vas a terminar siendo tú la blandita. Estoy deseando morder esos abdominales.- Me dijo acariciándome el abdomen.

Y poco a poco, volvió a surgir la magia entre nosotras.
Olga fue poco a poco, volvió a encenderme con tan solo rozarme.
Se subió encima de mí y empezó a desnudarme. Me tenía totalmente a su merced. Podía hacer conmigo lo que quisiese, que lo cumpliría.
Estuvo jugando con mis pechos, mientras que empezó un suave va y ven en mi entrepierna. Me estaba llevando al límite.
Fue bajando poco a poco, se paró en mi abdominales los cuales chupó y mordió todo lo que ella quiso.
Siguió bajando y de un momento a otro, tenía la boca de Olga en mi vagina. Su lengua estaba haciendo verdadera magia en mi.
Yo no paraba de gemir cada vez más alto.

- Cariño me voy a correr- Le grite a Olga.
- Hazlo, estoy deseándolo.- Me dijo.
Y no tardé mucho más en irme.
Ese fue el primero, luego vinieron otros dos más solo con su lengua.
Sin avisarme, me metió dos dedos de golpe. El gemido fue un poco de dolor, pero poco a poco empecé a gemir de gusto. Gusto que cada vez iba en aumento conforme ella aumentaba las embestidas.
Tuve otros dos orgasmos más.
Y como era de esperar, ahora la blandita era yo. Era yo quien estaba totalmente relajada echada en Olga mientras ella no paraba de hacerme cosquillitas.

- Mañana me voy a pensar lo de despertar antes para salir a correr.- Le dije.
- Cariño, ¿no crees que ya has hecho bastante cardio?- Me dijo riéndose.
- Si, la verdad es que me tienes bastante bien entrenada.- Le dije yo.

Y ambas comenzamos a reír. Seguíamos con las caricias y los pequeños besos hasta que el sueño nos venció a ambas.
Menuda noche de ensueño.

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