¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!

capitulo tres.

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DURARON UNOS MINUTOS ASÍ, HIRVING NO PODÍA dejar de llorar, por lo que Memo aún se encargaba de darle palmadas reconfortantes en la espalda.

— Tu piso está frío.— dice Hirving con la voz amortiguada por tener el rostro aún en el cuello de Memo.

— Vayamos al sofá.

— Llévame.— dice, mostrando cero interés en separarse.

Memo rodea los ojos con diversión y con un brazo sostiene al pequeño, mientras que con el otro toma impulso para levantarse.

Memo baja las escaleras de su casa y los lleva hasta la sala de estar, sentándose en el sofá.

De esa forma, Hirving quedó sentado a un lado de él.

Hirving se suena la nariz y se separa del abrazo.

— Fue ayer durante la fiesta.— comienza, separándose de Memo.— Me sentía mal, por lo que me fui al baño y pues no se... recuerdo que había una luz en el sótano que me llamo la atención y fui. Es todo de lo que me acuerdo.— frunce el ceño, por más que intentara recordar, nada venía a su mente, había una laguna en sus recuerdos.— Tengo miedo, Memo.

— Todo va a estar bien, ¿Si?  Esperemos que puedas recordar más, ¿Esta bien? —  Hirving asiente con la cabeza.

— ¿Ya me crees?

No es como si lo que el niño le dijo contara como prueba suficiente, aún faltaba información para comprobar, y no había dado una prueba realmente importante.

Pero ver al niño frente a él, tan triste y decaído, decide darle una oportunidad, por más difícil que fuera de creer.

— Si, Hirving.

El nombrado sonríe por primera vez en la mañana y vuelve a abrazar a Memo.

— ¡Gracias, Memo!.— dice con el rostro escondido en el cuello de Memo, parecía que le había gustado esa posición.

— Sin embargo, tengo demasiadas preguntas.

— Yo también.— se queja.— ¿No tienes ropa como para mí?

— ¿Cómo porque carajos tendría ropa de niño si ni hijos tengo?— pregunta incrédulo.— Supongo que tendremos que ir a comprarte un poco de ropa.

— Okey, pero supongo que tú pagas ¿Verdad?

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Había sido un problema para Memo pensar que ropa le podría dar a Hirving mientras iban a comprar ropa de su talla.

El niño no se podía aparecer medio desnudo de la cintura para abajo con la camiseta que llevaba.

Finalmente se decidió por darle unos shorts deportivos y ajustarlos lo más que se pudiera para que no se le cayeran a Hirving mientras lo usaba. Y de camiseta le dio una camiseta negra básica.

El niño se veía en el espejo ya cambiado.

— Lo último en moda.— dice Hirving, admirandose en el espejo.— Incluso siendo niño me veo igual de guapo, a pesar de estar usando esta ropa. Aunque no llevo calzones.— murmura.