capitulo veinticinco

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POR FAVOR, NO ME DIGAN NADA.— DICE Hirving cuando el equipo llega.

— ¡Hey, eres adulto!

— ¡Dije que no me digan nada!

— Ay, perdón.

— Felicidades por llegar a la vida adulta.— dice Alexis, palmeando su hombro.— Es horrible, por cierto.

— ¿Tu qué? — dice Hirving.

— Tu y yo tenemos que hablar.— dice Guillermo.

— ¿Ahorita? Memo, hay cosas más importantes.

— ¿¡Cuántas veces te he dicho que no te vayas sin avisar!? — Hirving hace el tonto, mirando a todos lados excepto a Memo.— ¡Mirame cuándo te hablo!

— ¡Ay, no se! ¿Unas tres veces? — Hirving se sienta a un lado de Erick, quien escuchaba atentamente el chisme frente a él.— Y tú, ya deja de reírte.— le da un golpe a su amigo quien levanta las manos inocentemente.

— Wey, no es mi culpa que tu vida sea una comedia.

— Ay, que chistosito.

Más que una comedia, Hirving consideraba que su vida era como un drama constante, desde que era pequeño hasta en la actualidad.

— Hirving.

— ¡Ya se, Memo! Ya se que quieres estar supervisandome todo el rato, y quieres que te diga a dónde voy, perdón ¿Si?

— No ignores mis llamadas otra vez.

— Esta bien.

— Y contéstame los mensajes.

— Si, ya entendí.

— ¿Qué hace el Tata aquí? Nunca se queda a ver los entrenamientos.

Hirving se encoge de hombros, usualmente el Tata se iba a su oficina y los dejaba a cargo con otras personas.

— Lozano, veni.— le llama.

Hirving se acerca con pesar al Tata.— ¿Pasa algo?

— ¿Cómo ves tu situación?

— ¿Mi situación?

— ¿Vos vas a poder jugar el partido?

— Ahhh, si. Estoy entrenando desde temprano para jugar bien.

El Tata asiente, no muy convencido.— Entraras cómo titular, después del medio tiempo vos te irás a la banca.

— ¿¡Que!? ¿¡Por qué!?

— No puedo arriesgarme a qué no juegues como deberías.

Ya mejor mándeme a la banca todo el pinche partido, viejo de mierda.

— Con todo respeto, señor, no estoy de acuerdo, ¿A quien va meter? ¿Al patas chuecas de Antuna? Ese wey está peor que yo.

— Al menos es un adulto todos los días. Y no lo dije para pedir tu opinión, es lo que voy a hacer.— termina por decir y le da la espalda a Hirving.

Patea el pasto con furia, mientras observa con enojo al Tata quien se alejaba de él.























Hirving intentaba no estar muy nervioso, estaban a nada de salir a la cancha y sentía como su corazón latía fuertemente, pero debía mantener la calma.

— ¿Nervioso?

— Carajo, ¿De dónde te apareciste?

¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora