¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!

capitulo treinta y uno

Hirving escuchaba los gritos desde su habitación, su Nana lo había encerrado en cuanto sus padres habían aparecido.

Intentaba ignorar los gritos, poniendo la radio el cual relataba un partido de fútbol.

— ¡GOOOOOL DE MESSI!

Hirving se sobresalta cuando la puerta de su cuarto es tocada fuertemente, había estado inmerso en el partido que se asusto ante el repentino toque.

— ¡Rodrigo, sal de ahí!

— ¡No salgas, mijo! — grita su abuela inmediatamente.

— Soy tu madre, hazme caso a mi.

Hirving se cubre los oídos, intentando silenciar los gritos.

— ¿Rodrigo? ¿Hijo? ¿No quieres regresar con tu hermano?

"No"

— No intentes hacerlo sentir mal.— dice su Nana.

— El quiere regresar conmigo, con nosotros, mamá.

— No voy a permitir que mi nieto regrese con ustedes, ya no.

Hirving no sabe que sucedió después, tan solo unos minutos después la puerta principal es azotada con fuerza.

— ¿Nana? — pregunta Hirving, abriendo lentamente la puerta y viendo hacia el pasillo.

Sale a pasos lentos, caminando hasta la sala de estar, dónde su abuela estaba sentada en uno de los sofas.

— ¿Ya se fueron? — pregunta.

— Si, mijo.

— ¿Van a regresar?

— No.

Hirving no dice nada más, tan solo se acerca a su abuela y con sus pequeños brazos rodea el cuerpo de la mujer, dándole un fuerte abrazo.

— Te quiero mucho, nana.

[ . . . ]

GUILLERMO SE ENORGULLECIA QUE INCLUSO SIENDO UN NIÑO, lograba entender como funcionaba la mente de Hirving.

— A ver.— dice Hirving, acercando la palma de su mano a la mano de Edson para juntarlas y comparar la diferencia de altura de sus manos.— No manches, esta bien grande.

— Y no es lo único grande que tengo...

— ¡Edson! — grita Memo.

— ¿¡Qué!? Me refería a mi pie.— Edson se saca un zapato para mostrar su pie.

— El mío está muy chiquito.— dice Hirving, mirando su propio pie.

— Va a crecer cuando seas mayor.

— Seguimos hablando de pies ¿Verdad? — le pregunta Erick a Diego.

— ¡Que importa! — grita Diego.