capitulo veintitres

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CUANDO EL AUTOBÚS SE ESTACIONA FUERA del estadio, todos comienzan a bajar rápidamente, ya iban tarde y el Tata les metería una regañada.

Hirving es el último en bajar, y finge no darse cuenta cuando Memo comienza a caminar más lento para esperar a que bajara del autobús.

Apresura el paso para ir un poco más adelante que Memo, pero cuando pasa junto a Memo, este le habla.

— Toma, para que te cambies.— dice Memo, dándole una mochila con ropa para que entrenará más cómodamente .

— Gracias.— dice.

Mientras todos caminan hacia la cancha, Hirving va hacia los vestuarios rápidamente, lo único bueno de llegar tarde fue que no se tuvo que encontrar a ningún jugador del equipo que entrenaba antes que ellos.

— Boludo, ¿Vos me estás tomando el pelo? — es lo primero que dice el Tata cuando mira el cuerpo del niño acercarse.

— ¿Yo pa que quiero ese pelo todo canoso? — dice Hirving, lo suficientemente bajo para que el Tata no lo oyera.— ¡Sorpresa!

Martino suspira, quitándose momentáneamente las gafas.

— Vos seguime.

Hirving hace una mueca cuando Martino se da la vuelta, pero lo sigue sin quejarse.

— Explícame, Hirving, ¿Qué carajos está pasando contigo?

— No se, lo único que se es que es brujería.

— Boludo, dime algo más obvio.

Hirving entrecierra los ojos con sospecha, parándose con la espalda recta y levantando la mirada.

— ¿Usted tiene conocimiento de la brujería? No se, sus rituales o algo.

— No, y es mejor que arregles tu problema antes del siguiente partido.

— ¿O sino que?

El Tata no responde y abandona la conversación.

— O sino no puedo jugar, pendejo.— murmura para si mismo.









— ¡Gol! — festeja Hirving cuando Memo no para su gol.— Wooho.

Mantiene el ritmo y corre de regreso a su posición cuando algo de reojo llama su atención.

Se va deteniendo lentamente hasta quedar inmóvil para ver mejor.

Hirving entrecierra los ojos, intentando ver más allá de lo que su visión le permitía.

Si el entrenamiento era privado, ¿Quién era esa persona?
Estaba completamente vestida de negro y su rostro no se alcanzaba a ver, pero Hirving sabía que lo estaba viendo a él.

— ¡Auch! — grita cuando una pelota le golpea la cabeza, da unos cuantos pasos hacia atrás para mantener el equilibrio y no caerse.

En ese momento de desorientación, Antuna le roba el balón para pasarlo a alguien que estuviera en su equipo.

— ¡Pinche, Hirving! — gritan al fondo pero el niño no diferencia quien fue el que lo dijo, tan extiende el brazo para levantar el dedo de enmedio.

Regresa la mirada a dónde estaba aquella persona, pero ya no había nadie.

— Ey, wey, reacciona.— Kevin lo sacude, Hirving parpadea confundido.— Te nos fuiste por unos segundos.— explica.— ¿Que paso?

— No, nada.

Un recuerdo llega a su mente, de la vez que salió a desayunar con Diego hace unas semanas, pero sacude la cabeza intentando borrar esos pensamientos para concentrarse en el entrenamiento.










¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora