¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!

capitulo diecisiete

HIRVING SIGUE CON LA MIRADA A MEMO QUE iba al baño, justo después de que terminara de comer.

"Lo bueno que ya no me quería dejar solo"

Su mirada se desvía a una persona, y cuando reconoce quien es, abandona rápidamente su silla y corre hacia él.

— ¡Messi! — grita, el nombrado se detiene y lo gira a ver.

— Rodrigo, hola. ¿Otra vez estás solo?

— Nah, mi apa fue a cagar. Pero... ¿Ya te vas? ¿No quieres conocer a mi pa'?

— De hecho, planeaba ir a dormir ya, mañana tengo entrenamiento.— dice Messi, viendo su reloj.

Eran las diez de la noche y le preocupaba que Rodrigo estuviera despierto a esa hora.

— ¿Vos no tenes sueño? Ya es algo tarde.

— Nah, no es por presumir pero... me he llegado dormir a las cinco de la madrugada.

— ¿Y tú padre está bien con eso?

— Ay Messi, nadie en México se duerme tan temprano. Te falta más barrio, Messi. Pero te dejo, es importante que el mejor jugador del mundo duerma correctamente.

— Dormir también es importante para los peques. ¿No te afecta el cambio de horario?

Hirving niega con la cabeza.— No.— Hirving mira detrás de él y luego vuelve a mirar a Messi.— Ya te dejo, Messi, si se te ve que te vas a quedar dormido en cualquier momento.

— No, no, ¿Que va? Esperaré a que tú padre regrese.

— No es necesario, no soy tan ojete como para mantenerte conmigo si tienes sueño.— por mucho que Hirving quisiera pasar más tiempo con él.— Sobreviví a perderme en la Coppel, Messi, puedo pasar estos minutos bien.

Aunque ya se tardó, Memo, creo que le dio chorro la comida, y yo que quería postre.

— ¿Vos estás seguro?

— Si, ya vete, Messi.

Perdoname Messi.

— Está bien... buenas noches, Rodri.

— Byeee, Messi.

Hirving se da la vuelta y regresa a la mesa donde estaba sentado, bajo la mirada atenta de Lionel, quién quería ver al niño seguro.

Afortunadamente, Memo llega segundos después de que Hirving tomara asiento en su silla nuevamente.

Es cuando Messi, quién lo miraba a lo lejos, y al ver al niño hablando cómodamente con aquel rizado, es que entiende que es su padre, sale más calmado del restaurante.

— Oye, Memo.

— ¿Qué?

— ¿Que tipo de hombres te gustan?

— Que te importa.

Hirving hace un puchero, bien, si quería que lo tratarán como cuando era adulto, pero si no le iban a decir lo que querían, era mejor usar la carta de niño.