capitulo dieciocho

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FINALMENTE LLEGO EL TAN ESPERADO 22 DE NOVIEMBRE, día en el que la Selección Mexicana jugaría por primera vez en el Mundial.

Hirving estira sus brazos y sus piernas, sintiendo una presión en su cuerpo.

Sintiendo su ropa más ajustada, abre los ojos y se mira a si mismo.

— ¿Qué?

Corre hasta el espejo del baño, ansioso, no quería creer que sus ojos le fallaban y aún seguía soñando. Se da así mismo una cachetada antes de volver a verse en el espejo.

— AHHHHH — tal grito despierta a Diego, quién mira confundido a su alrededor.

— ¿Hirving?

El nombrado sale del baño con una gran sonrisa.

No como un niño, sino como un adulto.

Sus ojos estabas llorosos, apunto de llorar de felicidad.

— No mames.— dice Diego, levantándose rápidamente y acercándose a él.

— Cabron, es el mejor día de mi vida.— celebra Hirving.— Diosito hizo caso a mis plegarias.— comienza a saltar, a modo de celebración.

— No mames.— vuelve a decir Diego, saltando junto a Hirving.

Hirving, de la emocion, abraza a Diego por unos segundos, hasta que se separa.

— Se lo tengo que decir a Memo.— dice Hirving, a punto de salir de la puerta.

— Primero cambiate, wey.— recuerda Diego, pues al haber dormido con la ropa de niño y amanecer en el cuerpo de un adulto, hacía que la ropa le quedará super pegada al cuerpo, o en caso de la camiseta, completamente rota.

— ¿Y que me pongo? Tu ropa no me va a quedar si estás bien pinche chaparro.— dice.

Diego saca de su maleta un suéter y unos pens.

— O lo tomas o te chingas.

A Hirving no le queda de otra más que tomar los y camina hasta el baño.

— Te aviso que no me voy a poner calzones.— dice y cierra la puerta.



















¡Memo, abre la puerta!.— ante tales golpes tan fuertes, es que Memo abre los ojos confundido.

— ¡Memoooo!

Ya, pinche Memo, no te hagas del rogar y abre la pinche puerta.

Ey, cuidadito como le hablas a Memo.

Memo camina hasta la puerta, bostezando mientras se pregunta porque lo iban a despertar a las seis de la mañana.

— ¡Sorpresa! — gritan y un cuerpo se abalanza sobre Memo, este lo atrapa en el aire, rodeando su cintura con sus brazos.

— ¿Hirving?

El nombrado se separa ligeramente de Memo, dejando su rostro al descubierto.

— ¡Hirving! Carajo.— Memo lo vuelve a abrazar.

— Si si ya, mucho abrazo.— dice Diego al fondo.

— ¿Cómo paso?

— No se, así desperté, pero eso no es lo imposible, ¡Ya podré jugar!

¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora