capitulo veintisiete

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AHHH, CHINGAS A TU MADRE.— GRITA Hirving cuando Kevin vuelve a ganar.— Ni el pinche chorro gane.

— Deja de andar de ardido y saca más dinero.— dice Diego, con una sonrisa por haber ganado el chorro.

— ¿Te diviertes, cabron? — pregunta Hirving cuando ve la sonrisa en el rostro de Kevin.— Es nomás porque no traigo mi amuleto de la suerte, ahí no hay quien me pare.

— Im sorry for you.

— Memo, dame dinero, me voy a comprar algo para comer que ya me dio hambre.— exige el niño.

— Excusas.— canturrea Kevin.

Guillermo saca su billetera.— Diego, acompañalo.

— Bueno, ya nimodo.— murmura Hirving.

— Pues si quieres te vas solo, cabron, si te secuestran ya no es mi problema.

Guillermo le da un golpe en la espalda.— ¡Que dejes de decir esas mamadas!

— ¡Huye, cobarde! — grita Kevin.

Hirving se da la vuelta y le levanta el dedo de enmedio.

— Caminale, wey.— dice Diego, empujándolo.

— Esto todavía no se acaba, Álvarez.

— Regresa, cabron, te voy a hacer llorar pero del coraje, pinche ardido.

— Hey.— Memo le pega en el brazo.— No le hables así.





























— ¡Hola, Messi! — saluda Hirving cuando ve al futbolista.— Que coincidencia verte aquí.

Mentira, Diego le había dicho que Messi estaba el en restaurante y que había llegado cuando ellos ya se iban, así que Hirving corrió lo más rápido que podía para llegar al restaurante y aún tener la oportunidad de encontrarse a Messi, cuando llegó busco con la mirada donde estaba la mesa de Messi y se aseguro de pasar por ahí casualmente.

Lo bueno que estaba solo, porque le daría mucha pena si hubiera alguien más.

— Oh, hola, Rodrigo.

— ¿Rodrigo? —murmura Diego para si mismo.— ¿Quién te llama así?

— ¿Cómo estás, Rodrigo?
— pregunta Lionel.

± Ardido porque México perdió, pero ya no importa.— ahora, la verdadera razón por la que le urgía encontrarse a Messi.— Oye, Messi, ¿No quieres jugar a la Loteria con nosotros?

— ¿Loteria?

— No me digas que nunca has jugado, Messi.

— La verdad es de que no.

— Ayy, Messi, no sabes de lo que te pierdes, ¿Eso es un si? Porque me gustaría que jugaras conmigo.

— Eh, claro, si no hay problema.

— Nah, no hay, vamos de una vez.

— Esperate, ¿No vas a comer nada? Si a eso bajamos.

Hirving lo mira con ojos de Cierra el puto hocico, pero sabiendo que Messi ya lo traía bien checadito con eso que hasta quería hablar con Memo sobre eso.

¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora