capitulo seis

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¿LA CASA DE JAVIER TENIA SÓTANO? NI ME DI CUENTA.— dice Diego, metiéndose otra papita a la boca.

Después de que Memo se había ido, Hirving puso su película de Netflix pero ni el ni Diego le estaban prestando atención.

Resulta que Diego si había traído papitas sin que Hirving se los pidiera, ya que sabía que a Lozano le gustaba botanear papitas cuando ve una película.

— Tu nunca te das cuenta de nada.— Hirving rueda los ojos con molestia.— Espero que si y no haya sido mi imaginación, o me da más miedo.

— Aww, ¿El niño tiene miedo?

— Si, wey, no mames. Cómo si fuera normal despertarte como niño de un día a otro cuando la noche anterior eras un adulto hecho y derecho.

— Yo digo que es asombroso, es magia. Es como de Harry Potter o una mamada así.

— Si, porque no fuiste tu al que embrujaron.— se burla Hirving.— ¿Sabes cómo me siento?

— Claro, no te lo dije pero a mí me pasó la semana pasada.

Hirving se cruza de brazos, molesto, con el ceño fruncido y haciendo un puchero.

Diego sonríe levemente, siempre le divertía molestar a Hirving.

A pesar de que Hirving fuera cinco años mayor que él, se sentía como si fueran de la misma edad, porque Hirving no era maduro para su edad, y constantemente le hacía honor a su apodo.

Diego tenía muchas cosas por las que vengarse después de tantas bromas que el Chucky le hizo.

— Oye.— Diego le pica la mejilla a Hirving, quien con tal de ignorarnos, se había puesto a ver la película con el ceño fruncido, incluso cuando sintió el dedo de Diego, no se inmutó.— Chucky~

No obtiene respuesta del niño y Diego una vez más le pica la mejilla.

— Hirving, Hirving, Hirving, Hirving.

— ¿¡Qué!? ¿¡Qué chingados quieres!?

Diego exclama, fingiendo estar sorprendido.— ¿Con esa boquita besas a tu mami Memo? Tengo que hablar muy seriamente con él... Ey ¿A dónde vas?.— pregunta cuando Hirving se baja del sofá y comienza a caminar.

— A dónde no estés tú.

Diego corre hasta alcanzar al niño, y lo carga de la cintura, lo gira de manera que quede boca abajo y comienza a sacudirlo, simplemente por hacerle la maldad.

— ¡Bajame!.— patalea.
































Cuando Memo llegó al entrenamiento, es abordado rápidamente por Andrés.

— Tan puntual como siempre, Memo.— dice, dándole un abrazo rápido como saludo.— Tan solo diez minutos tarde.

— Ya me conoces, wey.

— ¿Ya me vas a explicar que onda con Hirving?.— pregunta mientras comienzan a caminar hasta la cancha.— No puede andar faltando como se le de la chingada gana.

¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora