capitulo ocho

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¿HIRVING? ¿DIEGO?.— GRITA MEMO CUANDO entra a la casa.

Andrés venía detrás de él cargando la pizza mientras Memo llevaba las sodas.

Se escuchan unos pasos bajar la escalera y aparece Hirving rápidamente, corriendo hacia donde estaba Memo.

El niño envuelve sus brazos en la cintura de Memo, abranzandolo y enterrando su rostro en el estómago de Memo.

— No vuelvas a dejarme con Diego.— murmura.

— Mocoso malagradecido.— dice Diego, llegando.— Qué onda, Andrés.

Ante el nombrado, Hirving separa ligeramente su cabeza del cuerpo de Memo y mira a Andrés, quién lo veía fijamente con la boca abierta.

— ¿El Chucky tiene un hijo secreto?.— pregunta incrédulo, casi dejando caer la pizza.

Diego se apresura a quitársela de las manos y la abre.— ¿Pepperoni? Mínimo lo hubieran pedido mitad pepperoni y mitad hawaiana. se queja, pero nadie le presta atención porque Hirving hablo.

— No, yo soy Hirving, hijo de tu puta madre.

— Tss, ese lenguaje.— dice Memo, dándole un golpe en la boca.

Osea, como que el pepperoni ya está muy gastado.

Andrés frunce el ceño.— ¿Que carajos? ¡Memo!, ¿¡Quién es este niño!?

Igual se ve que está rica.— dice Diego, aún viendo la pizza.

Hirving dirige su mirada al rizado.— Memo, ya no me vuelvas a dejar con Diego, te lo suplico.— pide, viéndolo a los ojos una vez que Memo bajo la mirada para verlo.

Memo levanta la mirada y mira a Diego entrecerrando los ojos con sospecha.— ¿Qué le hiciste, Diego?

— ¿Yo? Nada, este wey que no aguanta nada. Pero yo que tú no andaría de mamoncito.— amenaza.

— ¿¡Que carajos está pasando!?.— grita Andrés, quién había estado la situación frente a él, pero estaba muy confundido.

— Vente, Chucky.— Diego lo toma del hombro y lo comienza a empujar hacia la sala.— Escoge una película, pero que esté interesante.

Memo los sigue por detrás, dejando los refrescos en una mesita en la sala, dónde Hirving y Diego ya se habían acomodado.

— ¡Memo!.— Andrés llega a su lado y juntos observan a Diego y a Hirving quienes comenzaron a comer.— Explícame, ¿Quién es este niño?

— Wey, que soy yo, Hirving. Memo, ya no le andes rogando, que crea lo que quiera.

— No puedo creerlo.— Andrés se deja caer en el sofá, a un lado de Diego, quién lo mira con gracia.

— ¿Enserio? Yo lo reconocí en cuanto llegue.— se burla.— Que mente tan cerrada tienes, anciano.

— Ey, ey, más respeto.

















¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora