¡𝗵𝗼𝗹𝗮, 𝗺𝗮𝗺𝗮́. 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗼 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗮𝗽𝗮́!

capitulo veintiseis

— Nana.

— ¿Qué pasa, Rody?

La mujer mayor baja su mirada hasta dar con el niño, quién tenía los ojos llorosos y un puchero en los labios.

— ¿Por qué lloras?

— ¿Qué vamos a comer? — pregunta Hirving, ignorando la pregunta hecha.

— Enchiladas, ahora, ¿Por qué lloras?

Hirving niega con la cabeza, no queriendo decir que es lo que lo tenía tan triste.

— Voy a hacer tarea.— murmura Hirving.

Su Nana sabía que Hirving no se lo diría, para su edad, Hirving solía guardarse sus sentimientos para no preocuparla.

— Rodrigo, ven.— llama desde la sala de estar.

Se escuchan pasos lentos acercarse por el pasillo.

— Mijo, tráete tu dinero.

— Ya no tengo.— dice.

— Bien, te voy a prestar.

Hirving sonríe a medias, la verdad es que si tenía dinero guardado, pero no quería gastarselo.

— ¿Y la comida ya está?

— No.

— ¿Que vamos a jugar?

— Loteria.— responde.

— Ahorita vengo.— Hirving corre a su habitación y regresa unos segundos después.

— ¿Y eso?

— Es mi imagen de Messi.— Hirving le da la vuelta a la imagen que mostraba al joven futbolista.— Es de la suerte.

— Mijo, necesitas alinear tus chakras para poder ganarme.— dice, mientras comienza a barajear las cartas.— La carta está a dos pesos.

— ¿Chakras? Eso suena como de brujería.— murmura el niño mientras elige la carta con la que jugará.

— Ten, tu dalas.— le entrega a Hirving el manojo de cartas.— Me las hechas.

— El Catrin...

[⚽]

HIRVING NO HABÍA SALIDO DE SU HABITACIÓN desde que el partido termino y llegaron al hotel.

Había mantenido su puerta con seguro todo el tiempo y le había robado la llave a Diego para que no pudiera entrar.

Durante la noche que no pudo dormir por haber estado llorando, finalmente estuvo consiente del cambio de su cuerpo.

Fue un poco doloroso, pero se le había pasado el dolor en unas horas. Quizás por eso siempre sucedía cuando estaba dormido.